El faen¨®n de Julio Robles
ENVIADO ESPECIALJulio Robles se sacudi¨® la desgana que a veces le deprime y tore¨® como los ¨¢ngeles. No pone cara de ¨¢ngel Julio Robles -las cosas como son- pero el toreo s¨ª le sale de tan celestial guisa cuando la inspiraci¨®n le llega al alma. A su primero le cuaj¨® una faena de t¨¦cnica depurada, embarcando la pronta y larga embestida. Al quinto le lance¨® a la ver¨®nica con primor, ganando terreno, y luego le hizo el faen¨®n.
C¨®mo pas¨® del toreo bueno a la faena grande, podr¨ªa explicarse por la calidad extraordinaria del toro, desde luego, aunque algo m¨¢s debi¨® haber. Quiz¨¢ las motivaciones sean astrales, y entonces no cabr¨ªan explicaciones. El caso es que la faena fue faen¨®n. La empez¨® torer¨ªsima, por ayudados hondos, y la sigui¨® por naturales y redondos.
Cebada Gago / Manzanares, Robles, Espl¨¢
Toros de Cebada Gago, bien presentados y encastados. Manzanares: estocada baja (silencio); estocada corta ladeada y dos descabellos (bronca). Julio Robles: pinchazo, otro hondo, rueda descarada de peones -aviso con retraso-, pinchazo y estocada (ovaci¨®n y saludos); pinchazo hondo trasero, rueda descarada de peones y dos descabellos (oreja). Luis Francisco Espl¨¢: estocada perpendicular (oreja); siete pinchazos -aviso- y descabello (aplausos).Plaza de Pamplona, 10 de julio. Quinta corrida de feria.
No es nuevo: los naturales y redondos son materia prima de cualquier faena. Sin embargo, Robles redescubr¨ªa estos pases fundamentales, los ennoblec¨ªa, y hasta los interpretaba en distintas versiones, ora la suerte cargada, ora abierto el comp¨¢s -que no es lo mismo-, ora juntas las zapatillas. Abrochaba las tandas con los de pecho, ce?idos, ech¨¢ndose todo el toro por delante. Y las ligaba. Julio Robles, en vena de inspiraci¨®n astral, lo ligaba todo, incluso los muletazos de recurso y adorno.
El triunfo lleg¨® a ser de esc¨¢ndalo. Hubo pasajes del faen¨®n que provocaron el delirio. Los mozos de las pe?as suspend¨ªan el yantar para corear ol¨¦s, y algunos se quedaban petrificados de asombro, sin advertir que les escurr¨ªa mansamente el aceitillo del ajoarriero por la sotabarba, cuando el diestro astral desgranaba fuljentes perlas toreras. Finalmente hubo triunfo, mas no de esc¨¢ndalo, porque el diestro se obstin¨® en matar mal, o los embrujos siderales le abandonaron en la suerte suprema. Claro que su toreo, el faen¨®n, las desgranadas perlas, ah¨ª quedaron, para la historia buena de les sanfermines.
Las pe?as merendaron ayer por etapas, pues cuando sal¨ªa Espl¨¢ le aclamaban. Espl¨¢ es ¨ªdolo entre el mocer¨ªo sanferminero. Alternando r¨ªtmicamente gritos y palmas, coreaban: "!Espl¨¢, plas, plas, plas!", y as¨ª cada vez que se iba al toro. Al primero lo banderille¨® con gran tramoya y escaso acierto: en tres entradas s¨®lo prendi¨® dos palos. Se desquit¨® reuniendo por los adentros, pegado a tablas, y all¨ª fue el apoteosis. Esta suerte, de enorme emoci¨®n, la repiti¨® dos veces en el sexto, y puso al p¨²blico en pie. Su primera faena, que inici¨® sentado en el estribo, estuvo correctamente construida si bien le faltaba arte. La del sexto result¨® encimista, reiterativa, vulgar e interminable. Adem¨¢s mat¨® mal. Lo que no fue obst¨¢culo para que las pe?as repitieran lo de "!Espl¨¢ plas, plas, plas!".
En la corrida del faen¨®n astral, hubo antitoreo pedestre, a cargo de Manzanares. Fiel a su estilo, al primer toro lo tore¨® al rev¨¦s. Ya se sabe: tumbado, la suerte descargada. Como el cuarto se le col¨® de terrible manera, opt¨® por trastea breve y aguantar la bronca. Y se produjo virulenta a pesar de que, a esa hora, p¨²blico de sol y sombra, unidos por una causa com¨²n, un sublime ideario, atacaban apasionadamente perolas de magras con tomate, bocadillos de lomo ilustrados con pimientos del piquillo, lo que cayera, y le daban a la bota amorosos tientos. Gracias a la merendola y al faen¨®n de Robles, la corrida sanferminera de ayer fue una felicidad.
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