Detr¨¢s de las evidencias
Cuentan en el programa de mano de la sala donde se ha estrenado este filme la siguiente an¨¦cdota de su rodaje: en la ¨²ltima toma de la escena -que dio lugar a una secuencia magistral-, donde Kristofferson y Carradine pelean en el bar que regenta Genevieve Bujold, la intensidad y veracidad de su actuaci¨®n era tal que el primero, que en su juventud fue boxeador, dispar¨® demasiado r¨¢pidamente un pu?o hacia la boca del primero y lo envi¨® directamente al hospital. M¨¢s tarde, cuando le preguntaron a Rudolph por qu¨¦ no hab¨ªa empleado en el montaje aquel plano tan realista, contest¨® lac¨®nicamente: "Parec¨ªa falso".En esta frase estall¨®, por compresi¨®n, la profunda visi¨®n que Rudolph tiene de la verdad cinematogr¨¢fica. La noci¨®n de verdad es en cine no una extracci¨®n exterior, no un asunto de autenticidad documental, sino el resultado de la ficci¨®n en cuanto convenci¨®n de la materia hecha forma por las leyes de lo imaginario. La verdad no procede en cine de la captura de la realidad -recu¨¦rdese aquel plano enfermo de mentira de Pascual Duarte en que se mat¨® a pu?aladas reales a una mula-, sino de la elaboraci¨®n de su fingimiento. Por esta causa, Trouble in mind, como un a?o antes Choose me (El¨ªgeme), son alardes de verdad cinematogr¨¢fica extra¨ªda de zonas ant¨ªpodas al realismo.
Trouble in mind (Inquietudes)
Direcci¨®n y gui¨®n: Alan Rudolph. Fotograf¨ªa: Toyomichi Kurita. Norteamericana, 1985. Int¨¦rpretes: Kris Kristofferson, Genevieve Bujold, Keith Carradine, Lori Singer, Divine. Estreno en cine Alphaville.
Un ordenado desorden
Trouble in mind confirma la singularidad de su autor, anticipada en El¨ªgeme a lo ¨²nico que se parece una pel¨ªcula de Rudolph es a otra suya. Su cine procede de su interior y es, una vez exteriorizado, un suceso estrictamente interior, un buceo visual en un mundo sumergido, eminentemente l¨ªrico, cuya inteligibilidad procede de los signos que lo vertebran y no de referencias hacia fuera. Hay que llegar al ¨²ltimo plano de Trouble in mind -que tiene una evidente relaci¨®n con la secuencia final de La jungla de asfalto, aunque en el filme de Rudolph la alegor¨ªa es m¨¢s expl¨ªcita visualmente que en el de Huston- para percibir que todo lo que precede ocurre en la mente, una mente turbada, del personaje que vertebra la historia, creado por Kris Kristofferson en su mejor trabajo cinematogr¨¢fico.El talento de Rudolph tiene mucho que ver con su rara capacidad para dar profundidad espacial a esa delicada alquimia del tiempo humano que son sus filmes. En Trouble in mind, m¨¢s a¨²n que en El¨ªgeme, alcanza a representar escenarios urbanos m¨¢gicos y fascinadores. Tambi¨¦n tiene que ver este talento con su saber poner del rev¨¦s sin traicionarlas las convenciones gen¨¦ricas tradicionales, en este caso las del cine negro. Trouble in mind sigue al pie de la letra un esquema de thriller, pero en el desarrollo del filme este esquema se abre a la comedia, convirti¨¦ndose en una pel¨ªcula de amor y, en concreto, de amor enloquecido, un poema sentimental desbordado en sus flancos por el absurdo, por el despliegue no menos loco de un ordenado desorden.
El filme tiene secuencias bell¨ªsimas, como la del abandono del ni?o por Lori Singer, la de Kristofferson intentando seducir a ¨¦sta alrededor de su roulotte y todas las del bar de Bujold, que nuevamente pone de manifiesto que es una actriz admirable, aunque la fuerza del personaje de Kristofferson es tan envolvente que le deja poco campo de acci¨®n, cosa que tambi¨¦n les ocurre a los de Carradine y Lori Singer. El filme son sus personajes, dibujados con facilidad y dominio de los comportamientos, y el fluido en que ¨¦stos se mueven, un fluido musical, una cadencia que brota detr¨¢s de las evidencias y les hace pasar a segundo t¨¦rmino, mientras poco a poco sale a primer t¨¦rmino algo misterioso que hay detr¨¢s de ellas y les sostiene: una balada convertida en aire, en aroma.
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