Espa?a se quema
ESPA?A NO puede permitirse seguir perdiendo cada a?o 500.000 hect¨¢reas de bosque s¨®lo a causa de los incendios. Unido a otros factores de la meteorolog¨ªa adversa -la sequ¨ªa precede al incendio y ¨¦ste a las inundaciones de oto?o-, el progreso de la desertizaci¨®n es enormemente grave. Este a?o, a juzgar por los enormes fuegos que se est¨¢n produciendo cuando apenas ha comenzado el verano, las p¨¦rdidas materiales ser¨¢n mayores que en los precedentes. Lo mismo sucede con las de vidas humanas. En el quinquenio de 1961 a 1965 hubo 16 muertos, en el de 1976 a 1980 murieron 55 personas, y en el de 1980 a 1985 hubo 57 v¨ªctimas mortales.Hay razones meramente geogr¨¢ficas para que Espa?a haya llegado a ser la primera naci¨®n europea en incendios forestales: la naturaleza del suelo, que es reseco y no permite las ra¨ªces profundas; la abundancia de pinos, cuya resina es enormemente combustible; la gran extensi¨®n de la zona principalmente da?ada, que se extiende desde la frontera de Francia hasta Algeciras, m¨¢s las islas, lo cual hace dif¨ªcil la concentraci¨®n de material contra incendios y especialistas.
Cuando existe un riesgo natural es preciso que el hombre ponga los medios m¨¢ximos para evitar que le consuma la tragedia. El ciudadano espa?ol no s¨®lo no tiene la educaci¨®n c¨ªvica que el hombre ha adquirido en otros pa¨ªses altamente desarrollados, sino que parece empe?ado en crear ¨¦l mismo el da?o. Casi la mitad de los incendios forestales producidos el pasado a?o (un 44%) es obra humana deliberada: quemas de bosques por obtener supuestos beneficios econ¨®micos (dedicar el terreno protegido a urbanizaciones tur¨ªsticas, por ejemplo) o man¨ªacos del fuego. Un 16% de los incendios obedece a la negligencia: desde la colilla arrojada sin apagar a la quema de rastrojos por los campesinos. Una de las causas del crecimiento de los incendios est¨¢ en las salidas al campo en los fines de semana. El bosque, antes solitario, est¨¢ poblado de excursionistas, de urbanizaciones, y las fechas de origen de los incendios coinciden notablemente con las de mayores aglomeraciones. Es posible que dentro del 35% contabilizado como por causas desconocidas haya tambi¨¦n participaciones de la mala intenci¨®n y la negligencia.
Vemos aqu¨ª una zona sobre la que actuar: la creaci¨®n de la educaci¨®n c¨ªvica necesaria. Y no se est¨¢ consiguiendo con las campa?as de publicidad en televisi¨®n, que, por el contrario, est¨¢n produciendo involuntariamente bajas humanas y complicaciones serias: la llamada a todos a ayudar cuando se presenta un incendio suele provocar un caos de actuaciones torpes e inseguras; la mayor parte de p¨¦rdidas humanas se produce generalmente entre estos generosos voluntarios, que incluso comprometen a los profesionales. Los bomberos urbanos, que acuden prestamente, como otras fuerzas militares y policiales, no est¨¢n especializados en este tipo de incendios; los verdaderos especialistas son pocos y la extensi¨®n que han de cubrir, exagerada.
El problema ha venido a agravarse con la descentralizaci¨®n. El presupuesto del Icona, que era de 6.000 millones de pesetas al a?o, ha quedado reducido a 1.500 por las transferencias a las autonom¨ªas. Aunque puede ser que el dinero empleado ahora sea m¨¢s del doble que antes, la eficacia es menor por la falta de coordinaci¨®n. Hay una tendencia a unificar los servicios de defensa civil; los ministros de Interior y Agricultura han promovido unas reuniones interministeriales -de las cuales ha salido la carta del ministro de Agricultura al presidente de la Comunidad Europea pidiendo ayuda para esta situaci¨®n- y se trata de crear organismos interauton¨®micos que muestren mayor eficacia.
Estamos ante un problema que es una urgencia nacional, una causa de todos. Es preciso adoptar medidas que vayan desde una penalizaci¨®n especial a los culpables voluntarios y unos castigos a los negligentes en la proporci¨®n econ¨®mica del da?o causado hasta la creaci¨®n de una conciencia p¨²blica del desastre. Debemos llegar a la creaci¨®n de un sistema nacional de defensa contra el fuego con el presupuesto necesario y la formaci¨®n de especialistas.
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