Duelo en Roma
LE MONDEDespu¨¦s de haber establecido un r¨¦cord absoluto de longevidad en la historia de la Rep¨²blica Italiana -1.058 d¨ªas a la cabeza de los asuntos p¨²blicos-, Bettino Craxi dimiti¨® el pasado 27 de junio, apu?alado por los "francotiradores" de su mayor¨ªa, que en el anonimato de una votaci¨®n le hab¨ªan retirado su confianza.Habiendo gobernado con un estilo autoritario y a menudo brillante, no pod¨ªa caer sin ruido. El giro que toma la crisis est¨¢ a la altura del personaje: un duelo sin piedad entre el partido socialista y sus grandes aliados democristianos. Parec¨ªa posible un arreglo: Craxi habr¨ªa guiado la barca hasta el final de la legislatura, para despu¨¦s -todav¨ªa a bordo- pasar el tim¨®n por muchos a?os al principal partido italiano, que, seg¨²n la opini¨®n de muchos de sus miembros, no deber¨ªa haber dejado jam¨¢s.
Este "matrimonio de una duraci¨®n b¨ªblica" no era del gusto del presidente del Consejo. Acaba de darse el lujo de recusar a Andreotti, al que el presidente Cossiga encargaba su sucesi¨®n.
( ... ) Ante el combate de los gigantes, los pigmeos de la coalici¨®n no pueden m¨¢s que deshacerse en quejas y sugerencias vanas. Entre otros, Spadolini, secretario del peque?o partido republicano que propon¨ªa una garant¨ªa a tres para el futuro presidente del Consejo. Como ha dicho humor¨ªsticamente un dirigente socialista, "el hecho de designar a alguien para hacerse garante del padrino ni siquiera se da en la Mafia".
De hecho, Craxi -sereno ante la prueba- es un fen¨®meno at¨ªpico y sin precedentes en la pol¨ªtica de la pen¨ªnsula. Su partido acaba de hacer un buen papel en las elecciones regionales de Sicilia, pero queda una formaci¨®n que gira alrededor del 11% del electorado. Como Napole¨®n en la isla de Elba, el secretario del PSI no puede acomodarse a reinar sobre un territorio tan restringido. Por lo menos ha conseguido dar a los italianos el sabor de la estabilidad, y sus compatriotas le agradecen haber frenado la inflaci¨®n. Y he aqu¨ª que se vuelven a encontrar, con una irritaci¨®n te?ida de iron¨ªa, el carrusel de candidatos propuestos y declaraciones ininteligibles sobre los escalones presidenciales. ( ... )
En esta parte de la crisis, despu¨¦s de la afrenta calculada que es el rechazo de un viejo conductor como Andreotti -¨¦l mismo, con sabia y falsa modestia, estima haber sido presentado por su senectud- se ve dif¨ªcil c¨®mo podr¨ªa llegarse a una reconciliaci¨®n entre la pareja que gobern¨® el pa¨ªs.
En lo que se sue?a en Roma es en unas elecciones anticipadas. ( ... ) Como escribi¨® La Repubblica en su editorial, "el tormentoso desarrollo de esta crisis es la prueba de que entre nosotros la sociedad civil es m¨¢s avanzada que la sociedad pol¨ªtica". Nunca se dud¨® de ello, incluso cuando Craxi -por su estilo imperioso, su saber hacer y su hacer saber- hubiera podido en una ¨¦poca dar la impresi¨®n de que el sistema mismo estaba en trance de cambiar de naturaleza.
Puede ser que Italia, reencontrando a Andreotti -cinco veces ya presidente del Consejo- el opuesto a un hombre nuevo para suceder a un hombre en¨¦rgico, haya tomado conciencia m¨¢s profundamente de la usura de sus pol¨ªticos y de los inconvenientes resultantes de sus juegos parlamentarios.
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