De McLaughlin a Jarreau
En cualquier espect¨¢culo musical de nuestros d¨ªas se requiere el sonido y la luz indispensables para que los espectadores puedan escuchar y ver a los artistas. El p¨²blico que asisti¨® al concierto primero del cantante Al Jarreau en Madrid no pudo ver apenas a los componentes de grupo de John McLaughlin y despu¨¦s la voz del protagonista de la noche se intuy¨® en la mayor parte del recinto taurno y se oy¨® con nitidez s¨®lo en las zonas cercanas a la megafon¨ªa.John McLaughlin ha reunido una nueva plantilla para el nombre legendario Mahavishu Orchestra, con m¨²sicos j¨®venes lucidos y m¨¢s que notables. Este guitarrista parece m¨¢s centrado y seguro de lo que persigue, de las composiciones que necesita para expresar los ritmos y sonidos eseables sin perderse en levitaciones instrumentales. Puntea con velocidad asombrosa en sus dedos sin dejarse atr¨¢s nota alguna. Los pasajes el¨¦ctricos mantienen la. l¨ªnea conocida de jazzmen evolutivos como Joe Zawinul (Weather Report): apoyo en sintetizadores polif¨®nicos que superaban en algunas fases cualquier arreglo natural de viento Los asistentes, salvo pocos, no aceptaron o no comprendieron a la banda, ni siquiera el gesto digno por parte de McLaughlin de mostrar cuanto ha aprendido de la m¨²sica de por aqu¨ª. Quiz¨¢ en esa velada s¨®lo debi¨® actuar Jarreau con su banda.
Conciertos de Mahavishnu Orchestra y de Al Jarreau
Plaza de toros de Las Ventas. Madrid, 29 de julio.
Otro hombre de jazz que hace a?os inici¨® el proceso de apertura a otras m¨²sicas, que adopt¨® las maneras y el lenguaje universales del rock. Al Jarreau canta y busca en su garganta, en sus cuerdas vocales, sonidos m¨ªmicos de un bajo, o de un p¨¢jaro, o de una guitarra. Es un improvisador que, como tal, sorprendi¨® y ascendi¨® en el mundo musical y que ahora opta por acercarse todo lo posible al gran p¨²blico con temas directos, mel¨®dicos y bailables.
Jarreau ha variado de un a?o otro a todos los miembros de su banda. Se ayuda del teclista Neil Larsen, un apasionado de los ritmos brasile?os y arreglista original que a?ad¨ªa coros en los estribillos. Pero Jarreau tambi¨¦n sabe que la imagen cuenta m¨¢s que nada en estos tiempos y ha introducido, seg¨²n la f¨®rmula de Prince, a dos mujeres para un segundo teclado y para la ¨²nica guitarra del grupo. Felicia Collins, la guitarrista que a m¨¢s de uno pudo dejar boquiabierto con su solo dur¨ªsimo al final del recital, demostr¨® que no s¨®lo tiene buen parecer.
Jarreau no acert¨® en sus intentos de comunicar mediante tonos y tarareos para la r¨¦plica inmediata de la audiencia, que respondi¨® m¨¢s agradecida con las piezas de ¨¦xito como Raging waters, Booggie down o High crime, pertenecientes a su ¨²ltima etapa. Jarreau es gentil, un esp¨ªritu sincero que necesita dialogar con sus oyentes.
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