Y se hizo la luz
Fue Antonio Drove, un apasionado de este g¨¦nero, quien mejor supo describir -como siempre en ¨¦l de viva voz, y mientras interpretaba musicalmente su descripci¨®n- en qu¨¦ consiste un filme musical de pura estirpe, aquella cuyas cumbres tienen por nombres el Stanley Donen de Un d¨ªa en Nueva York o el Vincente Minnelli de The band wagon, aqu¨ª traducida como Melod¨ªas de Broadway 1955.Dijo Drove: "Un musical es un muchacho triste que, en medio de la niebla, persigue lentamente y encogido sobre s¨ª mismo la pista de un hilo el¨¦ctrico tendido en el suelo. De repente, la niebla se disipa. Al final de, hilo aparece una bombilla. La bombilla se enciende ton una luz cegadora. El muchacho triste r¨ªe, abre los brazos, baila".
Es cierto que Drove se refer¨ªa indirectamente al n¨²mero ?Quiero bailar!, que Gene Kelly interpreta en Cantando bajo la lluvia, de Donen. Pero pod¨ªa haberse referido tambi¨¦n a la totalidad de The band wagon, prodigioso filme musical donde Minnelli, desde el arranque -el inolvidable Myself que entona Fred Astaire en el and¨¦n de la Estaci¨®n Central de Nueva York- hasta el cuadro final -el formidable ballet parodia de las novelas negras de Mike Spillane-, ofrece toda una concepci¨®n genesiaca del g¨¦nero: ?y se hizo la luz!
Luz, alegr¨ªa
The band wagon es un incomparable, perfecto ejercicio de captura de la luz considerada como par¨¢bola del esplendor de vivir y como signo cinematogr¨¢fico de la alegr¨ªa. No es el susurro ag¨®nico "?Dios m¨ªo: luz, m¨¢s luz!" que Goethe formul¨® cuando ya se sinti¨® definitivamente atrapado por las sombras, sino el "?Amigo, compa?ero electricista: luz, m¨¢s luz!" gritado por Bertolt Brecht en el borde de la l¨ªnea de sombra que separa a un escenario teatral del mundo.De otra manera, la luz desvelada como estallido: esa explosi¨®n que desencadenan Fred Astaire y un limpiabotas en una sala callejera de juegos en una avenida neoyorquina, o la que dibujan Jack Buchanan, Nanette Fabray, Oscar Levant y el propio Astaire con la c¨¦lebre canci¨®n That's entertainment sobre un escenario vac¨ªo que ellos cuatro, mientras muestran que bailar es la forma suprema de caminar y crear espacios abiertos en una convenci¨®n esc¨¦nica cerrada, acaban llenando. O el juego de los Triplet, o Astaire y Buchanan de nuevo bailando sobre el propio ritmo del arte, del simple arte sin fronteras del caminar humano.
La televisi¨®n emiti¨® The band wagon el mi¨¦rcoles, a bote pronto, sin aviso, y como homenaje a su autor, muerto unos d¨ªas antes. Toda una celebraci¨®n, de la que la propia TVE pod¨ªa tomar buena nota, para acabar de una vez con esos absurdos homenajes al rev¨¦s que con alguna frecuencia nos ha ofrecido tras la muerte de alg¨²n cineasta. Recordemos que, para honrar la memoria de Broderick Crawford, se emiti¨® La jungla en armas, de Hathaway, donde el gran actor era todav¨ªa una sombra de s¨ª mismo. Que cunda el ejemplo de festejar vac¨ªos como el que nos queda de Vincente Minnelli con su obra -o una de ellas- suprema.
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