La torer¨ªa del banderillero Luis Arenas
Eulate / Ni?o de la Capea, J. A. Campuzano, OlivaCinco toros de Paloma Fulate; 3? de Torrealta. Grandes y cornalones, sin casta y flojos, excepto el 4?, poderoso. Ni?o de la Capea: estocada corta trasera atravesada trasera ca¨ªda (ovaci¨®n y salida al tercio); pinchazo y bajonazo descarado (bronca). Jos¨¦ Antonio Campuzano: estocada ca¨ªda (silencio); estocada ca¨ªda (silencio). Emilio Oliva: estocada corta trasera tendida caida (silencio); pinchazo y estocada corta ca¨ªda (silencio).
Plaza de Bilbao, 19 de agosto. Tercera corrida de feria.
ENVIADO ESPECIAL
El quinto toro, un colorao grand¨®n, estaba en el segundo tercio a la espera de banderilleros. "Ven¨ª, ven¨ª" les mug¨ªa en andaluz de Medina Sidonia -su tierra-, plantadas las cuatro pezu?azas en la arena, sin moverse un pelo, y la cara arriba, mir¨¢ndoles por encima del pit¨®n. El banderillero Finito de Triana iba, s¨ª, veloz y prudente el perneo, para clavar un solo palo; mas bien tirarlo. Uno no es ninguno, a, pesar de lo cual protestaba el p¨²blico, ya harto de la falta de torer¨ªa, que hubo en la plaza, toda la tarde. Con no menor ostentaci¨®n en los tercios de banderillas, cuyos protagonistas resolv¨ªan prendiendo en franca huida. un palo, o ni eso. Pero hubo de salir a flor la torer¨ªa de Luis Arenas, miembro antiguo y fiel de la. cuadrilla de Jos¨¦ Antonio Campuzario.
Luis Arenas, dej¨¢ndose ver, prendi¨® en su turno un par de emocionante reuni¨®n, que fue largamente ovacionado. Como Finito volvi¨® a tirar el garapullo, a estilo comanche, la presidencia no cambi¨® el tercio y Arenas cogi¨® de nuevo los palos. "Ven¨ª, ven¨ª", segu¨ªa mugiendo el toro, con su acento de Medina Sidonia, ahora m¨¢s parado y altivo que nunca. Arenas le anduvo pasito a paso, le ense?¨® el hombro, se meti¨® en su terreno y de nuevo prendi¨® el par en lo alto. El p¨²blico acogi¨® la suerte con un ?ol¨¦! y una ovaci¨®n estruendosa, y pidi¨® que Arenas saliera a saludar. En efecto, sali¨® a saludar: despacio, el capote en la mano izquierda, la mano izquierda apoyada en la cadera, y as¨ª hasta los medios. All¨ª junt¨® las zapatillas, se quit¨® la montera, la llev¨® a la altura del hombro izquierdo, la movi¨® lento hacia la derecha, y con un contoneo pinturero se volvi¨® a tablas.
Saluda as¨ª Arenas en la Maestranza, y los sevillanos le sacan a hombros por la puerta del Principe. Y estar¨ªa bien. Los toreros han de ser toreros siempre, hasta para ir al retrete -como solia decirles el Papa Negro a sus hijos, los Bienvenida-. Toreros para dar naturales, pero tambi¨¦n para ali?ar faenas si los toros salen descastados, tal que ayer. Lo malo es que esa torer¨ªa, salvado Arenas, no se vio sobre la arena negra de Vista Alegre.
Los diestros ensayaban primero el derechazo, luego, el natural, y el toro no acud¨ªa al cite; o, acudiendo, probaba el enga?o y se quedaban gazapeando por delante de la tela; o la tomaba y entonces se paraba en medio de la suerte, los pitones all¨¢, en lo alto. Eran toros inequ¨ªvocamente deslucidos, para el derechazo y el natural. No se sabe para otras suertes de la tauromaquia -que las hay, muchas y bonitas- pues los diestros en general -y los de ayer en particular- no han debido estudiar esas lecciones; quiz¨¢ perdieron las p¨¢ginas, o hac¨ªan novillos cuando las explicaron en la escuela.
La manifiesta incapacidad de dar derechazos y naturales les produc¨ªa desaz¨®n a los diestros , se pon¨ªan moh¨ªnos, les atacaba la abulia, ped¨ªan la espada, entraban a matar, en la modalidad delsartenazo. Cabe decir que estuvieron voluntariosos en sus prop¨®sitos de aplicar la tauromaquia peque?a que utilizan, y de Jos¨¦ Antonio Campuzano y Emilio Oliva que, adem¨¢s, resolvieron con brevedad y eficacia sus problemas.
Ni?o de la Capea, m¨¢s veterano, result¨®, en cambio, menos conocedor del oficio. A su primer toro, ¨²nico que medianamente embisti¨®, le hizo una faena a base de sonoros zapatillazos, escasos pases de limpio recorrido citando fuera de cacho, surtidos tironeos, enganchones multiples, frenes¨ª, zarabanda, zafarrancho. El cuarto, un poderoso torazo colorao que derrib¨® a pesar de su mansedumbre, lo machete¨® sin disimulo. Hizo bien en machetear: ese manso no admit¨ªa derechazos y naturales. Lo que hizo mal fue la t¨¦cnica del macheteo mismo, pues no acertaba a dominar al toro, ni a cuadrarlo, ni nada, y durante seis minutos, seis, estuvo dando el espect¨¢culo de un torero incapaz, que se defiende con la rnuleta como si fuera un trapo. Torer¨ªa es lo menos que hubiera cabido esperar de tan veterano y afamado diestro. Pero la torer¨ªa s¨®lo alentaba ayer en un banderillero.
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