La verdad y la mentira
XII Castillo del CanteCante: Tina Pav¨®n, Fosforito, Jos¨¦ Menese, Diego Clavel, Ni?a de la Puebla, Pansequito, Juanito Valderrama,
Naranjito de Triana, Calixto S¨¢nchez. Toque: Enrique de Melchor, Juan Habichuela, Pedro Bac¨¢n, Ni?o Pura. Baile: Jos¨¦ Joaqu¨ªn con grupo.
Oj¨¦n (M¨¢laga), 16 de agosto.
En la larga noche de Oj¨¦n (M¨¢laga) cinco de los nueve cantaores hicieron la grana¨ªna. Es un g¨¦nero muy hermoso, pero puede llegar a cansar el o¨ªdo una y otra vez. Lo que ocurre es que se presta de maravilla a garganteos y alardes de poder a los que algunos cantaores no renunciar¨¢n nunca. Es el caso de Diego Clavel y Calixto S¨¢nchez, que llevaron sus tercios a incre¨ªbles florituras. Naranjito de Triana, que posee tambi¨¦n un instrumento cantaor de gran brillantez, aplica, sin embargo, un control cartesiano de la medida, que le lleva a interpretaciones m¨¢s pr¨®ximas a lo que cada g¨¦nero exige.
Tambi¨¦n aceptable fue la grana¨ªna de Tina Pav¨®n, pero la m¨¢s emocionante fue sin duda la de Ni?a de la Puebla, quien con menos facultades que todos los dem¨¢s hizo un cante sobrio, austero.
Porque el secreto est¨¢ ah¨ª, en la verdad del cante. Un tercio de la ton¨¢ con que la Ni?a remat¨® su cante por siguiriyas tuvo m¨¢s emoci¨®n que todos los gorgoritos de los virtuosos. Dec¨ªa Caracol que el flamenco no es un arte para sordos, horrorizado por la epidemia de pegavoces que padecemos; ni para sordos ni para competiciones circenses. Lo de la Ni?a, que no es una excepcional cantaora, tiene emoci¨®n porque es aut¨¦ntico.
Lo m¨¢s triste es que tanto Calixto como Diego pueden cantar por derecho cuando les da la gana y con solvencia total. Calixto hizo unos fandangos perfectos, con rigor, sin concesiones; hizo siguiriyas excelentes y tientos-tangos igualmente v¨¢lidos. Diego cant¨® por sole¨¢ admirablemente, olvid¨¢ndose de su privilegiada garganta, record¨¢ndonos algunas de sus mejores grabaciones.
Tina Pav¨®n tiene el apellido de Pastora, la voz m¨¢s parecida a, Pastora que yo he o¨ªdo nunca, y hace muchos de los cantes de Pastora. Canta con gusto, lleva mucha m¨²sica en sus ecos y tiene gran afici¨®n; quiz¨¢, pienso yo, debiera alejarse m¨¢s del modelo de Pastora si quiere tener una voz propia. Fosforito se entreg¨®, como siempre; su taranto es terrible, hermoso, estremecedor. Menese mantuvo un nivel de dignidad en cantes que viene haciendo con frecuencia, como la petenera, la sole¨¢, la siguiriya y los tangos.
Pansequito mantuvo el rigor del comp¨¢s con precisi¨®n, incluso en unas buler¨ªas largu¨ªsimas y discursivas. Valderrama conoce el buen cante, evidentemente, aunque no lo prodigue; especialmente sus tarantas fueron excelentes, pero no nos libr¨® de Los cuatro puntales con sus recitados horteras. Naranjito tir¨® a aligerar por lo avanzado de la hora, pero lo hizo con dignidad.
Guitarras
Las guitarras, extraordinarias. Enrique de Melchor, el maestro, cada noche da un aut¨¦ntico recital, una verdadera lecci¨®n. El mayor de los Habichuela es un valor que siempre gratifica; su acompa?amiento a Ni?a de la Puebla fue un modelo entra?able de c¨®mo la guitarra puede y debe afrontar su di¨¢logo con el cante. Pedro Bac¨¢n es otro maestro indiscutible, siempre eficaz. El joven Ni?o Pura, con una t¨¦cnica formidable, evidencia una clara tendencia al efectismo.
Y el baile. Lo que vimos en Oj¨¦n fue para echarse a llorar. Jos¨¦ Joaqu¨ªn es un bailaor gesticulante y amanerado, pr¨®digo en el repertorio manido de los bailaores que no tienen idea de qu¨¦ va el flamenco. Su interpretaci¨®n de la ca?a, uno de los g¨¦neros m¨¢s austeros y solemnes de este arte, con sombrero y una capa volandera, fue pura mamarrachada.
Babelia
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