El aislamiento de Pinochet
PINOCHET ACT?A cada vez m¨¢s como un dictador aislado y obtuso, que recurre a procedimientos cada vez m¨¢s corruptos y arbitrarios, como demuestra el espionaje de la Embajada de Espa?a recientemente descubierto. Este hecho caracteriza la nueva fase en la que ha entrado el largo proceso de descomposici¨®n de la dictadura, sobre todo a partir de la huelga general que se produjo a principios del pasado mes de julio. Los dirigentes de la Asamblea de la Civilidad, que organiz¨® dicha huelga, procesados y encarcelados durante algunas semanas, acaban de salir en libertad bajo fianza, reafirmando inmediatamente su voluntad de proseguir su acci¨®n de desobediencia civil y movilizaci¨®n social de masas para avanzar hacia el restablecimiento de la democracia.Pero quiz¨¢ el aspecto m¨¢s significativo de esta nueva situaci¨®n sea la aparici¨®n de contradicciones en el seno de las fuerzas armadas. Como ocurre siempre con el Ej¨¦rcito, los fen¨®menos pol¨ªticos en su seno permanecen en gran parte ocultos y no es f¨¢cil valorarlos. En todo caso, es un hecho ins¨®lito en una dictadura que un juez se atreva -como acaba de hacer el juez Carlos Cerdaa procesar y ordenar la detenci¨®n de. 40 militares acusados de pertenecer al Comando Conjunto, una organizaci¨®n dedicada a realizar arrestos, torturar y asesinar al margen de todos los cauces legales. En este caso la organizaci¨®n criminal llevada a los tribunales est¨¢ amparada por las m¨¢s altas jerarqu¨ªas militares, lo que no puede dejar de acarrear graves consecuencias aunque ciertos efectos del procesamiento puedan ser anulados o aplazados por deci5iones de lo m¨¢s alto.
Han surgido en este caso, por otra parte, particularidades extra?as: entre los 40 encartados, 17 son del Arma de Aviaci¨®n, entre ellos tres generales, cuatro coroneles, cinco comandantes y el anterior comandante en jefe del Arma, Gustavo Leigh; en los primeros a?os del r¨¦gimen Leigh fue uno de los miembros m¨¢s duros de la Junta, pero en 1978 hizo manifestaciones oposicionistas y Pinochet le elimin¨® sin contemplaciones. Ahora la Aiaci¨®n ha manifestado p¨²blicamente su solidaridad como cuerpo con los oficiales de ese Arma encartados en el proceso. Se da as¨ª una situaci¨®n algo parad¨®jica: el jefe actual de la Aiaci¨®n, general Matthei, es el ¨²nico miembro de la Junta que ha hecho declaraciones favorables a un retorno a las reglas democr¨¢ticas en 1989; pero la Aiaci¨®n aparece de golpe como el Arma m¨¢s comprometida en los horrores del terrorismo de Estado de Pinochet. No cabe duda que ¨¦ste quiere utilizar este ejemplo para convencer a todos los oficiales que deben permanecer a su lado hasta el fin; que un r¨¦gimen de derecho ser¨ªa una amenaza para todos ellos.
La huelga de julio ha tenido asimisino repercusiones en el plano internacional; hace unas semanas, Pinochet se neg¨® a recibir al subsecretario de Estado norteamericano, Gedbard; posteriormente, el presidente Reagan ha enviado a Chile al general Galvin, jefe del Comando Sur, cuyo puesto de mando se encuentra en Panam¨¢, que se ha entrevistado con altos jefes militares, defendiendo la tesis de que ¨¦stos deber¨ªan apoyar a las fuerzas de oposici¨®n de derecha para facilitar una evoluci¨®n ordenada hacia un sistema parlamentario que deje fuera de juego a los comunistas. Todo indica que Pinochet ha contestado, con su obcecaci¨®n patol¨®gica, que no acepta ninguna evoluci¨®n. Pero no cabe duda que esta posici¨®n de Estados Unidos resta apoyos al dictador, sobre todo en los medios m¨¢s reaccionarios del pa¨ªs, que son los que le han respaldado hasta ahora. En este clima, el golpe dado por el grupo Manuel Rodr¨ªguez al secuestrar durante tres d¨ªas al coronel Haeberle y publicar documentos que ¨¦ste pose¨ªa -precisamente sobre las conversaciones del general Galvin en Santiago- ha sido una nueva demostraci¨®n -de debilidad de la dictadura.
En esta coyuntura reaparecen discrepancias entre las fuerzas de oposici¨®n. Con la excepci¨®n de los comunistas y de los sectores m¨¢s radicalizados, los l¨ªderes de la oposici¨®n consideran que los m¨¦todos de violencia son negativos porque justifican la contraofensiva del poder. En lo que s¨ª parece haber coincidencia es en la conveniencia de nuevas movilizaciones de masas, y la Asamblea de la Civilidad ha convocado una nueva jornada para el 4 de septiembre. Si la presi¨®n del pueblo no se ejerce con eficacia, como ocurri¨® en el pasado mes de julio, aumentan las posibilidades de que una evoluci¨®n lenta se encuadre en las propias leyes del r¨¦gimen actual; pronto diversas fuerzas pol¨ªticas podr¨ªan replegar su voluntad democr¨¢tica y dedicarse a preparar las elecciones de 1989, en las que el candidato ser¨¢ designado por la Junta Militar. Con ello se abrir¨ªan nuevas inc¨®gnitas en el horizonte chileno.
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