Israel, el estado de una esperanza
"El logro de la pol¨ªtica econ¨®mica ha sido el control de la inflaci¨®n... La mejora del sector exterior se debe a otros factores: la ca¨ªda de los precios del petr¨®leo, que permiti¨® ahorrar 2.000 millones de d¨®lares [unos 270.000 millones de pesetas] entre 1985 y 1986, y la devaluaci¨®n del d¨®lar, que se traduce en el ahorro de otros 200 o 300 millones". Esas afirmaciones no provienen de un opositor al llamado Gobierno de unidad nacional de Israel, sino del ministro de Planificaci¨®n Econ¨®mica, Gad Iacobi, prominente dirigente del Partido Laborista, y fueron efectuadas durante la ¨²ltima semana de mayo ante representantes de la Federaci¨®n de C¨¢maras de Comercio.Esa misma semana hab¨ªa estallado el conflicto entre el Gobierno y su asesor jur¨ªdico, Isaac Zamir, que exig¨ªa investigar si agentes del Servicio de Seguridad General (Shin Beth) mataron a golpes a dos terroristas palestinos detenidos en 1983, y si el jefe de la instituci¨®n, general Abraham Shalom, los encubri¨®, al impedir el esclarecimiento de ese hecho.
Pero las palabras de lacobi y el esc¨¢ndalo desatado por la exigencia de Zamir -a quien los m¨¢s preeminentes miembros del Gobierno presionaron (incluso por televisi¨®n) para que olvidara su exigencia- son s¨®lo parte de un panorama muy grave y complejo que, adem¨¢s, indica que el primer ministro, Sim¨®n Peres, a pesar de su habilidad pol¨ªtica, no ha dado un paso. efectivo para solucionar problema alguno.
Para situarnos, repasemos brevemente el pasado reciente. El Gobierno de coalici¨®n se form¨® por acuerdo entre los dos principales partidos, el Laborista y el Likud, debido a que en las ¨²ltimas elecciones se produjo un empate y ninguno de ellos pudo constituir un Gabinete bajo su hegemon¨ªa, ni siquiera recurriendo a eventuales asociados menores.
En ese momento el pa¨ªs estaba empantanado en la ocupaci¨®n de parte de L¨ªbano y en las graves disensiones internas producidas por la guerra lanzada por el ¨²ltimo Gobierno de Men¨¢jem Beguin; pero tras esas disensiones pod¨ªan rastrearse dos problemas de car¨¢cter m¨¢s permanente: la necesidad de encontrar una soluci¨®n a la ocupaci¨®n de la margen occidental del r¨ªo Jord¨¢n y de la franja de Gaza -territorio en el que viven casi un mill¨®n de ¨¢rabes palestinos y alrededor de 50.000 colonos jud¨ªos, buena parte de ellos ultranacionalistas expansionistas-, y el de una econom¨ªa afectada por la falta de inversiones y la crisis de la mayor¨ªa de sus ramas desde 1973, por el crecimiento desmesurado de sus sectores improductivos y por la especulaci¨®n, que produjeron una inflaci¨®n que alcanz¨® el 300% anual.
'Nazis' y 'traidores'
A ello hay que a?adir el endeudamiento imparable de gran parte de sus empresas clave, una deuda externa de casi 30.000 millones de d¨®lares (unos 4 billones de pesetas) en un pa¨ªs de cuatro millones de habitantes y dos ca¨ªdas de la bolsa durante 1983.
Hechos como las actuaciones del primer ministro Beguin, que lanzaba sin ton ni son el calificativo de nazi contra gobernantes de pa¨ªses amigos (como en el caso del canciller alem¨¢n, Helmut Schmidt) y de traidores contra sus opositores pol¨ªticos; agresiones contra el l¨ªder de la mayor oposici¨®n de ese entonces (Sim¨®n Peres) en actos festivos de masas; oficiales regulares y de la reserva activa (con mando de tropas) que se negaban a permanecer en L¨ªbano; crecimiento de facciones pol¨ªticas de ultraderecha y abiertamente racistas debido a la disgregaci¨®n del Likud; agresiones risicas contra movimientos en favor de la paz, dan idea del clima pol¨ªtico de aquella situaci¨®n. El jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas, teniente general Rafel Eit¨¢n (que hoy milita en Tehiya, el principal partido de ultraderecha), lleg¨® a llamar "cucarachas" a los ¨¢rabes de Israel, ciudadanos del pa¨ªs que cuentan con varios representantes en el Parlamento.
En esas condiciones, el Gobierno de unidad nacional se constituy¨® a trav¨¦s de un pacto por el cual Peres ser¨¢ sucedido como primer ministro por el l¨ªder formal del Likud, Isaac Shamir, al t¨¦rmino de la mitad del mandato, que se cumple en octubre.
Los ¨¦xitos de PeresPeres hab¨ªa ya conseguido un ¨¦xito poco espectacular, pero efectivo: salvar a su partido de la dispersi¨®n registrada a ra¨ªz de la derrota electoral de 1977, la primera de su existencia, y convertirlo de nuevo en la principal organizaci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs. Durante su gesti¨®n como primer ministro se le pueden anotar los siguientes ¨¦xitos: la mejora de la situaci¨®n econ¨®mica, con la reducci¨®n de la inflaci¨®n a un nivel del 2-3% mensual; logr¨® calmar el tono de la pol¨ªtica interna, a pesar de espor¨¢dicos estallidos verbales dirigidos contra ¨¦l por algunos de los ministros m¨¢s incontrolados del Likud (particularmente Ariel Sharon e Isaac Modai), y mejorar la imagen internacional de Israel con sus ofertas de negociaciones de paz.
Pero si analizamos, ya sea superficialmente, qu¨¦ hay detr¨¢s de todo eso, es poco lo que queda entre las manos.
Peres reconstruy¨® el Partido Laborista, pero s¨®lo a nivel organizativo, sin realizar una definici¨®n ideol¨®gica ni pol¨ªtica. Se ha fortalecido su sector centro-liberal en base a una l¨ªnea econ¨®mica neoconservadora, pero sin que se debilitara su ala ultranacionalista, y, al contrario, ha sido arrinconada su izquierda, pacifista y laicista, y pr¨¢cticamente ha desaparecido toda tendencia socialdem¨®crata. El programa del partido presentado en la ¨²ltima convenci¨®n se caracteriza por las concesiones hechas a los ultrarreligiosos y por el difumino pasado a los cap¨ªtulos relacionados con los principios sociales que caracterizaron su tradicional laborismo paternalista, basado en la idea de un Estado activamente intervencionista en el terreno empresarial.
La inflaci¨®n -el ¨¦xito que anota Gad Iacobi- se ha logrado disir¨²nuir mediante el control de precios y de la cotizaci¨®n de la moneda (mantenida artificialmente en su relaci¨®n con el d¨®lar), al precio de la disminuci¨®n del poder adquisitivo en un 30% desde julio de 1985 y un nivel de paro que oficialmente afecta a m¨¢s del 7% de la fuerza de trabajo, pero que quiz¨¢ sea superior al 10%.
El proyecto de relanzamiento del desarrollo econ¨®mico que anunci¨® Peres a comienzos de a?o se ha convertido en una simple operaci¨®n de salvaci¨®n de compa?¨ªas grandes y medianas, p¨²blicas, semip¨²blicas y privadas, de un Estado cuyo erario es deficitario y que est¨¢ apremiado por enormes compromisos a corto y mediano plazo lacobi olvid¨® se?alar que cierta mejora en el sector se debe tambi¨¦n a que los pr¨¦stamos de la ayuda norteamericana, de unos 3.000 millones de d¨®lares anuales, se han convertido en asistencia gratuita, a lo que se sum¨® un aporte suplementario de 1.500 millones para los ejercicios 1985-1986.
En cuanto a la pol¨ªtica exterior, si Sim¨®n Peres ha hecho llamamientos a Jordania para el comienzo de negociaciones lo que ha enfurecido al Likud, porque impl¨ªcitamente significa conversar sobre retiradas de los territorios ocupados en 1967-, lo cierto es que no se ha dado ning¨²n paso concreto. La cuesti¨®n es tr¨¢gicamente parad¨®jica: al derecho del pueblo palestino a su autodeterminaci¨®n corresponde la cada vez m¨¢s dram¨¢tica necesidad de Israel de dejar de ser un pa¨ªs que de ocupante se haconvertido en conquistador y colonizador. El Estado de Israel acaba de cumplir 38 a?os de existencia, la ocupaci¨®n de los territorios se prolonga desde hace casi 20 a?os: una generaci¨®n de israel¨ªes ha vivido y sigue viviendo como opresora, y eso se ha convertido en una fuente constante y creciente de corrupci¨®n.
Corrupci¨®n
Y corrupci¨®n en todos los sentidos: la explotaci¨®n de mano de obra barata ¨¢rabe de los territorios y la exacci¨®n comercial, t¨ªpicamente coloniales, unida a la expropiaci¨®n de tierras y el establecimiento de colonos en medio de un pueblo ajeno oprimido, con toda la maquinaria militarpolicial que ello exige y el empleo de violencia represiva a que dan lugar, han creado un tipo de situaci¨®n cuyos valores corruptos y corruptores se transmiten a toda la sociedad.El enriquecimiento a costa del pueblo oprimido alimenta las tendencias a los negocios f¨¢ciles y poco proclives a aceptar las limitaciones de la ley y de la moralidad. El racismo que inevitablemente se desarrolla en el opresor frente al pueblo oprimido y la pr¨¢ctica constante de la violencia sobre el sometido se transmiten como racismo interno y como desprecio hacia la propia democracia; la costumbre de odiar y temer al conquistado, a la vez aplastado y enemigo, se convierte en un modo de ser: el adversario pol¨ªtico es visto como ajeno e inferior, las reglas de publicidad y de respeto a la ley son consideradas estorbos, los derechos del otro (e incluso su vida) son valores desde?ables.
Plantear esto es para el primer ministro Sim¨®n Peres casi ¨ªmposible porque su partido, el laborista, dio origen a la situaci¨®n creada y su propia organizaci¨®n (que constituye en gran parte el establishment israel¨ª) es parte de ella. Si la ultraderecha es la avanzada de la colonizaci¨®n y el Likud la expresi¨®n populista del expansionismo, el Partido Laborista no s¨®lo tiene sectores en su seno que comparten esa ideolog¨ªa y otros que (privada o institucionalmente) se hallan involucrados en los negocios de la colonizaci¨®n, sino que se ha convertido en una maquinaria de participaci¨®n en el poder.
Esto es lamentable, porque frente al laborismo no existe hoy por hoy otra alternativa de Gobierno que el Likud. Y dadas las caracter¨ªsticas de ¨¦ste, puestas en evidencia durante sus Gobiernos, la pregunta que se impone es: ?qu¨¦ ocurrir¨¢ cuando Shamir asuma el cargo de primer ministro, teniendo en cuenta que la relaci¨®n de fuerzas internas dentro de su partido es favorable a Sharon y a un populista exaltado, David Levi, y que la presi¨®n de los partidos situados m¨¢s a su derecha es creciente y exitosa?
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