La quiebra de Bolivia
BOLIVIA HA pasado a ser en los ¨²ltimos a?os el paradigma de una gran parte de los males que aquejan a la Am¨¦rica Latina. El desfase entre la capacidad de pago te las exportaciones de materias primas y las necesidades de servicio de la deuda exterior, as¨ª como de aprovisionamiento de productos manufacturados, ha ido minando la capacidad del Estado para existir como tal. El acoso de las reivindicaciones de un pueblo en una situaci¨®n econ¨®mica dram¨¢tica, las exigencias de los organismos de cr¨¦dito internacionales que, para seguir financiando la solvencia exterior del pa¨ªs, imponen una pol¨ªtica econ¨®mica de despiadado alivio del gasto p¨²blico, y as presiones de Estados Unidos para que Bolivia cuan lo menos reduzca la dependencia de su ¨²nica exportaci¨®n remuneradora: la producci¨®n de hoja de coca, convierten a La Paz m¨¢s en un problema que en la capital de una naci¨®n soberana.La reciente intentona de los mineros de Oruro en su marcha por la vida sobre la capital boliviana ha podido ser dominada con el env¨ªo de los blindados para cortar el paso a los manifestantes, pero esa demostraci¨®n aparente de fuerza no es m¨¢s que una muestra de la debilidad de un Ejecutivo que es incapaz de reconducir por la v¨ªa del di¨¢logo y de la pol¨ªtica general lo que es el clamor contra un Estado que no funciona. Ser¨ªa injusto suponer que ¨²nicamente la impericia, la corrupci¨®n o la falta de un aut¨¦ntico tejido social boliviano fueran los factores que ponen en crisis la virtualidad de ese Estado. Muy al contrario, una serie de factores externos se han conjugado para poner dram¨¢ticamente de relieve otras evidentes carencias. La justificaci¨®n de Bolivia como colectividad pol¨ªtica se hab¨ªa fundado en unas exportaciones metal¨ªferas, en una mano de obra ind¨ªgena f¨¢cilmente explotable, en la dominaci¨®n de una minor¨ªa criolla y en una conveniente salida al mar por lo que hoy es la poblaci¨®n chilena de Antofagasta. En la guerra de 1935 una confabulaci¨®n de naciones vecinas priv¨® al pa¨ªs del altiplano de lo que se ha dado en llamar su mediterraneidad; la ca¨ªda de los precios de sus principales explotaciones mineras, como el esta?o, hiri¨® de muerte a la econom¨ªa boliviana ya en la d¨¦cada de los setenta; y el axioma de la dominaci¨®n de la exigua minor¨ªa de origen europeo es una creencia asediada a la par que crece el resentimiento ind¨ªgena convertido en protesta pol¨ªtica.
Ante esa situaci¨®n el Gobierno democr¨¢tico de centro-derecha de V¨ªctor Paz Estenssoro no ha podido o no ha sabido reaccionar m¨¢s que con los medios m¨¢s tradicionales. De un lado, sumisi¨®n a los dictados del Fondo Monetario Internacional, que exigen el cierre de aquellas minas que ya no son rentables, lo que ha puesto en pie de guerra a la poblaci¨®n minera con el licenciamiento de 8.000 de sus componentes; eliminaci¨®n progresiva de subsidios a los art¨ªculos de primera necesidad para sanear las cuentas del Estado; y, finalmente, utilizaci¨®n de los medios coercitivos cl¨¢sicos -detenciones, limitaci¨®n de las libertades p¨²blicas- para mantener una semblanza de poder en ejercicio.
En toda esta situaci¨®n, la ofensiva del presidente norteamericano Reagan para combatir la plantaci¨®n de la droga en diversos pa¨ªses del Tercer Mundo y particularmente en Bolivia viene a llover sobre mojado. El ¨²nico cultivo de exportaci¨®n que mueve en estos momentos la econom¨ªa boliviana, aunque sea por la v¨ªa de los circuitos paralelos, es el de la coca. Si el Gobierno de Paz Estenssoro no se beneficia directamente de ella, como ocurr¨ªa con los Ejecutivos de la larga serie de dictaduras militares que ha conocido contempor¨¢neamente el pa¨ªs, sin el comercio de la droga Bolivia habr¨ªa tenido ya que cerrar como negocio al p¨²blico.
El caso boliviano no parece redimible m¨¢s que por la v¨ªa de una concienciaci¨®n del mundo desarrollado de que un formidable domin¨® de quiebras estatales en cadena amenaza tanto al mundo acreedor como al de los deudores. Una nueva fundaci¨®n democr¨¢tica del Estado boliviano s¨®lo parece posible en el marco de una negociaci¨®n Norte-Sur. Por dif¨ªcil y complejo que sea arbitrar esa soluci¨®n, Bolivia va convirti¨¦ndose a pasos agigantados en la demostraci¨®n de que cualquier otra seria demasiado poco y demasiado tarde.
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