La demagogia del hambre
UNOS 250 jornaleros andaluces se trasladaron ayer a Madrid con la intenci¨®n de concentrarse ante el palacio de la Moncloa a fin de llamar la atenci¨®n sobre la situaci¨®n del campo andaluz, y solicitar, en particular, el indulto del dirigente sindical Diego Ca?amero, secretario general del Sindicato de Obreros del Campo (SOC), condenado por un presunto delito de "coacciones".De no producirse el indulto por parte del Consejo de Ministros, Ca?amero deber¨¢ ingresar en prisi¨®n ma?ana, viernes, para cumplir una sentencia de un mes y un d¨ªa de arresto por haber encabezado en 1984 la ocupaci¨®n de la finca El Garrotal, en Sevilla, a fin de exigir al propietario la contrataci¨®n de un n¨²mero fijo de jornaleros por cada hect¨¢rea de terreno cultivable. El de Ca?amero es uno de los m¨¢s de 500 procesos incoados -seg¨²n fuentes del SOC- contra trabajadores del campo que han realizado en los ¨²ltimos a?os ocupaciones de fincas, encierros, cortes de v¨ªas de comunicaci¨®n y otras acciones encaminadas a llamar la atenci¨®n sobre las condiciones de vida de los jornaleros de la comarca del Bajo Guadalquivir. Si el secretario general del SOC ingresa en prisi¨®n, en los pr¨®ximos meses puede asistirse a un goteo incesante de nuevos encarcelamientos de sindicalistas, lo que contribuir¨ªa a avivar el fuego de una situaci¨®n ya de por s¨ª explosiva.
En muchas de las iniciativas de los sindicalistas del campo andaluz son encontrables dosis del mesianismo agrario, que goza de acreditada tradici¨®n en la regi¨®n. Su resistencia a la. mecanizaci¨®n de la agricultura, las referencias a la dependencia del imperialismo que se derivar¨ªa de la modernizaci¨®n de las t¨¦cnicas de cultivo, la b¨²squeda de apoyos ideol¨®gicos en pa¨ªses como Libia, el tercermundismo ret¨®rico de determinadas proclamas, la participaci¨®n solidaria en iniciativas de fuerzas como Herri Batasuna reflejan las contradiciones del movimiento y su inmadurez. Pero si todo ello puede ofrecer muestras de una demagogia criticable, la realidad que evidencia empalidece esa cr¨ªtica, pues nada hay tan demag¨®gico como el hambre.
Cuando dirigentes campesinos como Paco Casero, Diamantino Garc¨ªa, Jose Manuel S¨¢nchez Gordillo o Diego Ca?amero consiguen una amplia audiencia en la veintena de pueblos de las provincias de Sevilla y C¨¢diz en que el SOC est¨¢ implantado es porque la situaci¨®n de subdesarrollo tercermundista que denuncian no tiene nada de ret¨®rica. Seg¨²n estudios solventes, el total de ingresos anuales medios de las familias de los jornaleros del Bajo Guadalquivir, que en su conjunto apenas alcanzan para cubrir el m¨ªnimo de subsistencia, se compone a partes iguales de los obtenidos de trabajos eventuales como temporeros, del subsidio de paro y de actividades de resultados tan aleatorios como la recolecci¨®n de caracoles, la caza de conejos con hur¨®n y la pesca de especies de r¨ªo en los de la regi¨®n. Y s¨ª de contradicciones se trata, no es menor la de un Gobierno socialista que alimenta la fantas¨ªa popular con enso?aciones como la de convertir a Andaluc¨ªa en la California de Europa y, de momento, encarcela a jornaleros cuyo delito consiste en pedir trabajo.
En absoluto justificamos las ocupaciones de fincas ni la vulneraci¨®n de la ley. Pero esas ocupaciones han sido en todo caso, la mayor¨ªa de las veces, simb¨®licas, y las peticiones de los jornaleros se han realizado siempre, o casi siempre, por m¨¦todos pac¨ªficos. Y como efecto a?adido, esas acciones han tenido el de evitar el surgimiento de reacciones individuales, fruto de la desesperaci¨®n, como las que en el pasado ensangrentaron Andaluc¨ªa. Con misticismo o sin ¨¦l, con demagogia o sin ella, lo cierto es que la organizaci¨®n c¨ªvica de los jornaleros en torno a sus l¨ªderes locales ha tenido un efecto socializador, sustitutivo, en ocasiones, de inexistentes iniciativas de los poderes p¨²blicos respecto a problemas como el de la desescolarizaci¨®n de los hijos de jornaleros forzados a emigrar temporalmente al extranjero para participar en vendimias y actividades similares.
Las esperanzas de los jornaleros en los efectos de la reforma agraria que la Junta de Andaluc¨ªa se comprometi¨® a impulsar eran probablemente desproporcionadas, pero la paralizaci¨®n de esa iniciativa a cuenta de interminables recursos jur¨ªdicos, por una parte, y su paulatina reducci¨®n a mero gesto pol¨ªtico sin apenas contenido pr¨¢ctico, por otra, son factores que han alimentado una frustraci¨®n capaz de explicar los excesos cometidos en la protesta.
La ley obliga a todos, y debe ser cumplida y respetada. Pero el Estado de derecho dispone de mecanismos para corregir, sin quebrantar la legalidad, situaciones de hecho en las que la aplicaci¨®n literal de la norma puede suponer una injusticia o al menos un agravio comparativo en el marco jur¨ªdico de una Constituci¨®n democr¨¢tica que proclama el derecho de todos al trabajo. En estas condiciones, el indulto de Ca?amero ser¨ªa una medida indicadora de prudencia pol¨ªtica y seguramente tambi¨¦n una decisi¨®n ecu¨¢nime, y, por tanto, justa.
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