La ilimitaci¨®n
Como EL PA?S, m¨¢s que un diario oficia de puente de opini¨®n entre sus lectores, me permito responder por sus l¨ªneas a mister John E. Clerkin jr., de Venice, Florida.A mister Clerkin jr. le resulta dif¨ªcil aguantar que "varios de sus columnistas se valgan de cualquier pretexto para atacar y/o mofarse de mi pa¨ªs" y en su carta llama a los citados columnistas a que "no se metan en donde no los llaman".
Caramba, m¨ªster Clerkin jr. Quien le responde es un suramericano que se ve en la obligaci¨®n de vivir en la ilimitada naci¨®n del exilio, justamente porque otros ciudadanos de la gran potencia, ancianos y juniors, se metieron justa mente en donde no deb¨ªan, y justa mente lograron la mayor de las in justicias. M¨ªster Clerkin jr., cuando mister Kissinger declar¨® que "los Estados Unidos no pod¨ªan permanecer contemplando la irresponsabilidad de un pa¨ªs (Chile) que se da un Gobierno marxista", ?no constituye esa opini¨®n (y luego los hechos desestabilizadores) la m¨¢s flagrante metida en donde no los llaman? ?Los vietnamitas llama ron a los buenos muchachos de Chicago, Kansas o Illinois a practicar las m¨¢s bestiales atrocidades que luego fueron juzgadas en un tribunal internacional, el Russell? ?Los habitantes de Granada llamaron tambi¨¦n a los activos comandos de la Infanter¨ªa de Marina a arrasar con la soberan¨ªa de la isla? ?Las numerosas incursiones en Centroam¨¦rica, sobre todo en Nicaragua, obedecieron a gentiles invitaciones de pueblos masoquistas? ?Fue Hirosima la amable invitaci¨®n de una naci¨®n vencida a practicar con el horror at¨®mico? ?Toda la colaboraci¨®n con las m¨¢s sanguinarias dictaduras ha sido consecuencia de invitaciones formuladas por los pueblos? ?Libia y los juegos de guerra en el Me diterr¨¢neo se justifican con invita ciones decorosamente formula das? M¨ªster Clerkin jr., me alegra como habitante preocupado y todav¨ªa creyente en el porvenir de este planeta que usted lea EL PA?S, adem¨¢s del Readers Digest, tan caro a los ciudadanos de su naci¨®n.
Si los columnistas de EL PA?S, as¨ª como millones de seres humanos, ven con preocupaci¨®n el desarrollo de la conducta yanqui, sepa usted que esa actitud se fundamenta en un saludable miedo, fruto de un siglo de experiencias atroces. Su misma arrogancia, m¨ªster Clerkin jr., es un hecho preocupante, pues evidencia un complejo de superioridad sustentado en el desconocimiento voluntario, ergo ignorancia, en la confianza ciega en la fuerza, ergo bestialidad, es decir, en los componentes b¨¢sicos de la conducta nazi.
Usted, mister Clerkingjr., llama a que no se metan donde no los Haman", sin haberse percatado de los millones de gargantas que a¨²n gritan hasta la afon¨ªa Yanqui go home, sin conseguir que los escuchen.RFA.
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