Restos de Valle-Incl¨¢n
Siempre se ha dicho que Valle-Incl¨¢n es muy dif¨ªcil de representar. Espect¨¢culos como el que presenta el Corral del Pr¨ªncipe, bajo la direcci¨®n de Juan Ram¨®n Aguilar, ponen de manifiesto algunas de estas dificultades. Compa?¨ªa y director se han ilustrado realizando un teatro inteligente y brillante en otras ocasiones: Valle puede con ellos.Un texto como La enamorada del rey, que se sit¨²a entre el modernismo y un principio de esperpento, que contiene en s¨ª discusiones en torno al nuevo y al antiguo verso, es una joya de idioma, de finuras y de alusiones, que no se salva con expresi¨®n corporal, con delicadezas de decorado o con inventos: los mu?ecotes, por ejemplo, a pesar de su riqueza de expresi¨®n -creados por La Banda de Maravillas, como los decorados- no hacen m¨¢s que dificultar la acci¨®n: que Valle denominase a este teatro "retablo de marionetas" no hay que tomarlo al pie de la letra, y se refiere m¨¢s bien al amu?ecamiento grotesco de algunos figurones. Puesto todo en el texto, en la dicci¨®n de un lenguaje dif¨ªcil, bello y sonoro, necesita m¨¢s trabajo que el de volcarlo sobre un estilo antiguo y azarzuelado de hacer teatro. Todo un rico contenido de cr¨ªtica social, y una emoci¨®n l¨ªrica, y una burla acerada, est¨¢n exclusivamente en la palabra, y el int¨¦rprete principal, Jaro, lo equivoca por el estilo marcado por el director: es el de todos los dem¨¢s.
La enamorada del rey y Las galas del difunto
Autor: Ram¨®n Mar¨ªa del Valle-Incl¨¢n. Int¨¦rpretes: Carlos Pi?eiro, Mercedes Viudez, Mercedes Alegre, Vicki Lagos, Jaro, Enrique L¨®pez, Juan Pedro de Aguilar, Manuel Aguilar, Gaby Quijano, Concha Goyanes, Yolanda Cembreros. Bocetos de Juan Pedro de Aguilar.
Lo vuelve a equivocar en Las galas del difunto, sainet¨®n bronco, humor negro, casi heredero de la novela g¨®tica mezclada con la picaresca a la espa?ola. El teatro de Valle-Incl¨¢n no se puede remedar, o hacer como que se hace, sino simplemente hacerlo, decirlo lo m¨¢s claro y brillantemente posible: la teatralizaci¨®n est¨¢ en las palabras escritas y dichas sin m¨¢s aspavientos.
Hay en el reparto buenos actores; hay ese rasgo de quienes saben hacer y decir otro teatro; y todo ello no alcanza a la mezcla de vibraci¨®n, dureza, ternura, emoci¨®n, burla, despecho, soberbia, que expres¨® el gran y dif¨ªcil autor. Nos llegan algunas de sus briznas, algunas de sus frases, algunas de sus intenciones, pero de ninguna manera la totalidad. No rompe el prestigio del Corral del Pr¨ªncipe: es un incidente en su buen camino.
Babelia
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