La SDI atrae a las principales potencias tecnol¨®gicas
Estados Unidos se ha asegurado ya la participaci¨®n de las principales potencias tecnol¨®gicas occidentales en su ambicioso programa de investigaci¨®n militar, la Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica (SDI). La idea de que se forma un club dentro del club de las naciones m¨¢s industrializadas parece reforzarse con esta situaci¨®n. La luz verde, 10 d¨ªas atr¨¢s, del Gobierno japon¨¦s, que se ha de concretar en un acuerdo detallado, puede suponer un impulso decisivo al proyecto patrocinado por el presidente de EE UU, Ronald Reagan, dado el peso tecnol¨®gico del pa¨ªs asi¨¢tico. Ahora Italia se sube a este tren en el que viajan el Reino Unido, la Rep¨²blica Federal de Alemania e Israel. EE UU ya ha otorgado a empresas e instituciones europeas, dentro del programa, contratos por valor de 68 millones de d¨®lares (unos 9.000 millones de pesetas).El mayor inter¨¦s por parte de estos pa¨ªses, al principio reticentes a la idea de una SDI cuyo objetivo es conseguir un escudo protector contra los misiles estrat¨¦gicos, ha venido acompa?ado de un cambio de ¨¦nfasis en los ¨²ltimos meses por parte del director de la Organizaci¨®n de la Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica (SDIO), el teniente general James A. Abrahamson. Este insiste en que el programa de 26.000 millones de d¨®lares que dirige es de "investigaci¨®n", y no de "armamento". Abrahamson ha creado una Oficina de Educaci¨®n y Aplicaci¨®n Civil dentro de la SDIO.
Iniciativa de Defensa Europea
EE UU ha hecho un esfuerzo hacia Europa. Un parte espec¨ªfica del proyecto SDI se dedicar¨¢ a investigar la aplicaci¨®n de esta eventual defensa a las condiciones espec¨ªficas del Viejo Continente. El Gobierno norteamericano ha propuesto dedicar a estos menesteres 50 millones de d¨®lares en el a?o fiscal 1987. 50 consorcios europeos, se?al¨® ayer el embajador espa?ol Emilio Barcia al presentar su estudio La era especial y la Guerra de las Galaxias publicado por la Oficina de Informaci¨®n Diplom¨¢tica, han participado en el concurso para los nueve primeros proyectos -de 2 millones de d¨®lares cada uno- de definici¨®n del dise?o arquitect¨®nico de la aplicaci¨®n del SDI a Europa. En julio de 1987, estos proyectos se ver¨¢n reducidos a tres, de 7 millones de d¨®lares cada uno, y han de quedar concluidos a finales de a?o. El Ministerio de Defensa brit¨¢nico consigui¨® adem¨¢s 10 millones de d¨®lares para llevar a cabo un estudio paralelo sobre este mismo tema.En contra de las pretensiones iniciales del ministro de Defensa de la RFA, Manfred Worner, los europeos parecen halber renunciado a su propia iniciativa. En la OTAN, el grupo consultivo sobre investigaci¨®n y desarrollo aeroespacial (AGARD) est¨¢ estudiando las implicaciones para Europa de la SDI, dijo Barcia.
Cuando el pasado a?o el secretario de Defensa norteamericano, Caspar Weinberger, curs¨® una invitaci¨®n a los pa¨ªses de la OTAN y Jap¨®n para participar en la SDI, EE UU no buscaba ¨²nicamente un apoyo pol¨ªtico a su proyecto, sino tambi¨¦n la tecnolog¨ªa de sus aliados. Y las diferentes reacciones de ¨¦stos "reflejan en alguna medida las dependenc¨ªa de sus industrias respecto a Estados Unidos y el grado de influencia norteamericana", se?alaba recientemente The New York Times. Algunos pa¨ªses han tenido miedo a quedarse retrasados en la carrera tecnol¨®gica, para la que la SDI debe constituir un enorme empuje.
El hueso m¨¢s duro de roer en las futuras negociaciones entre Washington y Tokio ser¨¢ la insistencia japonesa en poder aplicar comercialmente los descubrimientos que se deriven de esta participaci¨®n, tal como lo dictan los c¨¢nones de la econom¨ªa japonesa. Jap¨®n no quiere caer en la misma trampa que la RFA.
Bonn suscribi¨® en marzo de 1986 con el Pent¨¢gono dos acuerdos: uno sobre la participaci¨®n de empresas alemanas en la SDI y otro seg¨²n el cual ambos pa¨ªses compartir¨¢n las tecnolog¨ªas derivadas de la investigaci¨®n sobre la SDI. "El Gobierno de Estados Unidos se reserva el derecho sin restricciones de hacer p¨²blicos en la forma que considere oportuna todos o parte de los resultados t¨¦cnicos y programas inform¨¢ticos realizados en el marco de la SDI", se se?ala en un intercambio de cartas entre Washington y Bonn, filtradas por la Prensa alemana.
Este absoluto poder discrecional de la Administraci¨®n norteamericana se refiere s¨®lo a los descubrimientos clasificados como secretos. Pero es el Pent¨¢gono el que tambi¨¦n definir¨¢ lo que es secreto y lo que no lo es.
"A las industrias japonesas les preocupa saber si, y en qu¨¦ medida, podr¨¢n utilizar los resultados de las investigaciones para sus propias operaciones comerciales", seg¨²n Hidehiro Konno, director de Aviones y Materiales del m¨ªtico Ministerio de Comercio Internacional e Industria (MITI). Importantes empresas niponas han indicado ya su intenci¨®n de aplicar "criterios estrictamente comerciales" para la participaci¨®n en la SDI.
El Reino Unido fue el primer pa¨ªs -en diciembre de 1985- que firm¨® un memorandum of understanding, cuyo texto es secreto, con EE UU sobre los t¨¦rminos generales de la participaci¨®n de la industria brit¨¢nica en el programa de investigaci¨®n. El gesto de Londres sirvi¨® para convencer a otros pa¨ªses aliados.
Los acuerdos de Gobierno a Gobierno ofrecen un marco general para la participaci¨®n de las industrias, y, en general, suponen mayores garant¨ªas para ¨¦stas que una negociaci¨®n pura y simple de una empresa con la Administraci¨®n norteamericana. Por ello, los industriales alemanes exigieron tal acuerdo antes de dar paso alguno. Y ahora se muestran algo decepcionados por los resultados. En todo caso, Europa no ha negociado en bloque con EE UU, lo que ha facilitado el que este ¨²ltimo pa¨ªs dicte sus condiciones.
El pasado 6 de mayo, Caspar Weinberger y su hom¨®logo israel¨ª, Isaac Rabin, firmaron un acuerdo de principio entre ambos Gobiernos para la participaci¨®n israel¨ª en el programa. El caso de Israel ha despertado un indudable inter¨¦s en c¨ªrculos de la OTAN, por las posibles consecuencias geoestrat¨¦gicas en Oriente Pr¨®ximo de funcionar una defensa frente a eventuales misiles enemigos. En todo caso, Tel Aviv, por medio de este acuerdo, quiere tambi¨¦n reforzar sus v¨ªnculos con EE UU.
Francia es un pa¨ªs importante que queda fuera de estos acuerdos entre Gobiernos, por deseo expreso del presidente Franigois Mitterrand. Pero el Gobierno franc¨¦s no se opone -todo lo contrario- a que empresas francesas, como por ejemplo Matra o Thompson, participen en la SDI.
Espa?a, a la espera
Canad¨¢, Dinamarca, Grecia, Holanda, y Noruega -adem¨¢s de Francia- han rechazado la idea de firmar acuerdos de Gobierno a Gobierno, por razones pol¨ªticas, aunque tambi¨¦n dan libertad a sus empresas respecto a su participaci¨®n en la SDI.La respuesta espa?ola se ha quedado en el aire. "Espa?a tiene una actitud de espera", se se?ala en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Seg¨²n estos medios "ninguna empresa espa?ola por ahora" ha mostrado su inter¨¦s en la participar en la SDI. Estados Unidos no parece desesperado por obtener la participaci¨®n espa?ola. El ¨ªmpetu para una participaci¨®n de Espa?a fue mayor bajo el corto mandato del anter¨ªor ministro de Industria, Joan Maj¨®.
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