San Francisco de As¨ªs', una obra maestra
En noviembre de 1983 se estren¨® en la capital francesa San Francisco de As¨ªs, la ¨²nica ¨®pera de Olivier Messiaen en la que trabajaba desde 1974. Ahora, en versi¨®n de concierto, ha llegado a Madrid de la mano del Festival de Oto?o y el Centro para la Difusi¨®n de la M¨²sica Contempor¨¢nea. Por el valor de la obra en s¨ª misma y por la infrecuente prontitud con la que hemos podido conocerla en Espa?a, la fecha merece se?alarse con piedra blanca.Para Olivier Messiaen, el San Francisco viene a ser una culminaci¨®n tras la Transfiguraci¨®n, como las Meditaciones y De ca?ones y de estrellas, en la que aparece esa s¨ªntesis espl¨¦ndida que los grandes compositores -suelen ofrecernos en la coronaci¨®n de sus carreras creadoras. En el San Francisco parece tomar forma definitiva y amplitud desusada. no s¨®lo el pensamiento musical, tan vario y rico, del compositor; no s¨®lo los dones que dese¨® y recibi¨® de las alturas, por decirlo a su manera, sino tambi¨¦n aquellas palabras prof¨¦ticas de Claudio Debussy en una carta al editor Durand: "La m¨²sica es color y tiempo ritmados".
San Francisco de As¨ªs
¨®pera de Olivier Messiaen. Festival de Oto?o. Int¨¦rpretes: Mar¨ªa Or¨¢n, soprano; Philipp Rolion, bar¨ªtono; John Gilmore; Nil Frolinmayer, bar¨ªtono; Gerard garino, tertor; Bruce Brewer, tenor, y Charles van Tassel, bajo. Director: Kent Nagano. Teatro Real. Madrid, 30 de septiembre.
En busca de un ¨¦largissement de sus posibilidades y para servir un arco iris que va de la tierra al cielo, de la naturaleza viviente a la fe teol¨®gica., del canto de los p¨¢jaros y el sonar de los carrillones a la consumaci¨®n po¨¦tica, religiosa y humana que simboliza el santo de As¨ªs, Olivier Messiaen ha dispuesto unos enormes efectivos orquestales y corales, con riqueza de percusiones, determinadas e indeterininadas, y presencia de instrumentos electr¨®nicos. ?C¨®mo prescindir de las Ondas Martenot, incluso para momentos culminantes de expresividad interior como el bell¨ªsimo cuadro El ¨¢ngel m¨²sico?Messiaen mismo ha escrito el texto de su San Francisco y, como Wagner con los suyos, el compositor ha sido absolutamente fiel al escritor e incIluso ha procurado y conseguido que todo se escuche y se entienda. Verdaderamente admirable me parece la mel¨®dica vocal de la obra, capaz de alumbrar -como Olivier Messiaen ha hecho tantas veces a lo largo de su vida- seguros caminos en los que la palabra po¨¦tica no muera a manos de una modernidad de lenguaje con frecuencia distorsionada y, casi siempre, m¨¢s instrumental que vocal. En San Francisco verdaderamente se canta y aun dir¨ªa que la orquesta y la voz desarrollan una genial l¨ªnea de continuidad a la que lo instrumental aporta todo su cortejo de ritmos, timbres y distancias y, con frecuencia, un heterofonismo que funde en ins¨®lita unidad las marchas paralelas o las estructuras polirr¨ªtmicas.
La mejor se?al para medir el tama?o de un verdadero maestro es comprobar c¨®mo sabe decir, con perfecci¨®n r¨ªtmica, m¨¦trica, pros¨®dica y sint¨¢ctica aquello que deseaba en un acto consciente de crear su lenguaje musical para servir el nivel expresivo derivado de un don: "Las certezas de la fe", seg¨²n el compositor.
La escucha de San Francisco de As¨ªs constituye una constante sorpresa por la belleza y la naturalidad de un universo sonoro capaz de reducir a invenci¨®n personal un largo n¨²mero de incitaciones interiores y exteriores que a veces vienen de muy lejos en el tiempo y en el espacio: los ritmos griegos o los hind¨²es, el interminable cat¨¢logo del canto de los p¨¢jaros y las aves, la herencia espiritual y modal del gregoriano, el n¨²sticismo del gran ¨®rgano, las exigencias, puntuales de la vocalidad, la trangikuraci¨®n de los sonidos electr¨®nicos o el aire de un ¨¢mbito espacial en el que el hombre aparece en la monta?a.
Las orquestas sinf¨®nica y de c¨¢mara y los coros de la Radio holandesa, bajo la direcci¨®n de KentNagano, nos ofrecieron una versi¨®n presidida por una virtud: la claridad. Sin embargo, me pareci¨® insuficiente la matizaci¨®n din¨¢mica. El bar¨ªtono Philipp Roilon y la soprano espa?ola Mar¨ªa Or¨¢n hicieron, con la perfecci¨®n de quienes poseen medios vocales y t¨¦cnicos y saben identificarse con los pentagramas que interpretan, aut¨¦nticas creaciones de los personajes principales.
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