El poder quiere secretos

LA INS?LITA pretensi¨®n del Gobierno de considerar materia clasificada el memor¨¢ndum sobre la OTAN, entregado en mayo pasado por Espa?a a la Secretar¨ªa General de la Alianza Atl¨¢ntica, ha sido rechazada en bloque por todos los grupos de oposici¨®n, que reclaman amplia informaci¨®n sobre el documento. La comparecencia ante las Cortes del ministro de Asuntos Exteriores no ha mejorado las cosas, y sirvi¨® solamente para poner de relieve el empecinamiento del Ejecutivo en no dar a los parlamentarios la informaci¨®n que leg¨ªtimamente reclaman.El pretexto legal aducido por el Gobierno no se tiene en pie, pues s¨®lo una ignorancia de las leyes puede sustentar la afirmaci¨®n de, que el Parlamento no puede tener conocimiento del memor¨¢ndum porque constituye materia clasificada. Precisamente la ley de Secretos Oficiales establece taxativamente, en su art¨ªculo 10, p¨¢rrafo segundo, que "la declaraci¨®n de materias clasificadas no afectar¨¢ al Congreso de los Diputados ni al Senado, que tendr¨¢n siempre acceso a cuanta informaci¨®n reclamen, en la forma que determinen los reglamentos y, en su caso, en sesiones secretas". Como tampoco se tiene en pie la declaraci¨®n del ministro de Asuntos Exteriores en el sentido de atribuir a normas de la Alianza Atl¨¢ntica el car¨¢cter secreto del memor¨¢ndum espa?ol. Curiosamente, el Gobierno se declara dispuesto, aun en contra del pretendido secretismo que se alega impone la Alianza, a explicar a los parlamentarios el contenido del memor¨¢ndum, que, seg¨²n el ministro, "ha sido explicado ya 10 veces", pero se niega a ense?ar el documento a los diputados, que lo exigen. Ni la ley ni la l¨®gica amparan esta decisi¨®n, m¨¢s parecida a una alcaldada que a otra cosa. Alegar, por otra parte, que la seguridad nacional se pondr¨ªa en juego si los diputados conocieran en sesi¨®n secreta esos papeles entregados a representantes y funcionarios de los pa¨ªses aliados es cuando menos una ofensa a los representantes en las Cortes y una vulgaridad digna de olvido.

Lo que est¨¢ claro es que el Gobierno no est¨¢ dispuesto a que el Parlamento tenga un conocimiento completo del memor¨¢ndum sobre la OTAN, aunque pueda ser informado de aquellos aspectos parciales que el propio Gobierno considere convenientes. Y para conseguir este objetivo parece dispuesto a recurrir a todos los sofismas posibles o, si es necesario, a la pol¨ªtica de hechos consumados, como recientemente ha ocurrido con su apoyo a la incomparecencia de guardias civiles ante la autoridad judicial o con su decisi¨®n de postergar una vez m¨¢s, y sin explicaci¨®n alguna, la regulaci¨®n de la televisi¨®n privada en Espa?a.

Ya en el momento de la entrega del memor¨¢ndum sobre la OTAN, en mayo pasado, se hurt¨® su existencia a la opini¨®n p¨²blica espa?ola, que tuvo que enterarse por las ediciones del Atlantic News, un bolet¨ªn publicado en Bruselas. Cuatro meses despu¨¦s, esta voluntad de ocultamiento persiste, y tanto empecinamiento no puede tener otra explicaci¨®n que el deseo del Gobierno de que el pueblo espa?ol y sus representantes dispongan de los menos datos posibles sobre lo que es evidente: la imposibilidad pr¨¢ctica de cumplir el requisito de "no integraci¨®n militar" que se estable ci¨® en la pregunta del refer¨¦ndum, ya que constituye de hecho misi¨®n imposible pertenecer de lleno a una organizaci¨®n como la Alianza Atl¨¢ntica sin participar militarmente en ella.

Y para conseguir este objetivo el Gobierno recurre a la ley de Secretos Oficiales, y si es necesario, se escuda hasta en la propia Alianza Atl¨¢ntica. Empe?o in¨²til: ni una ni otra le amparan, en esta ocasi¨®n al menos, en su pretensi¨®n de despachar de tapadillo un aspecto tan fundamental en la pol¨ªtica de defensa del pa¨ªs como es el modelo de relaci¨®n y las formas de participaci¨®n en la Alianza Atl¨¢ntica.