Resquemor en la 'cumbre'
La cumbre de Reikiavik ha estado precedida de algunos incidentes, tan cl¨¢sicos como superficiales, tales como la guerra de los esp¨ªas, que han hecho mucho ruido, y de algunos cambios de fondo imprevistos de los que no parecen haberse destacado las consecuencias que tendr¨¢n en el encuentro de los dos supergrandes.Estos cambios afectan a Europa. Por lo que respecta al momento en que se comenz¨® a hablar del encuentro Reagan-Gorbachov, algunas zonas estrat¨¦gicas del tablero de ajedrez europeo, Alemania Federal y el Reino Unido, indican una total inversi¨®n de la tendencia pol¨ªtica. Los que eran, y parec¨ªan ser, los baluartes de Reagan, despu¨¦s del congreso del SPD de Nuremberg y el del Partido Laborista de Blackpool, han dejado de serlo.
En efecto, se trataba de baluartes ideol¨®gicos y militares. ?Qui¨¦n m¨¢s raaganiano que Margaret Thatcher? Su ascensi¨®n al Gobierno en 1979 signific¨® el desmantelamiento de gran parte de las conquistas sociales y de las nacionalizaciones llevadas a cabo en el Reino Unido. Pero no s¨®lo eso: su victoria electoral fue tal, que el Partido Laborista parec¨ªa definitivamente fuera de combate. Hoy los sondeos lo presentan como el primer partido del Reino Unido, y seguramente se alzar¨¢ con la victoria en las pr¨®ximas elecciones legislativas en la l¨ªnea de Neil Kinnoch: parada y posterior desmantelamiento de las centrales de energ¨ªa nuclear, desarme nuclear unilateral, relanzamiento de un crecimiento programado e instauraci¨®n de la propiedad social. Un cuadro expl¨ªcitamente antineoliberal como respuesta a los desastrosos resultados de la pol¨ªtica de la dama de hierro, que ha creado cuatro millones de parados y que ha llevado la cotizaci¨®n de la libra al punto m¨¢s bajo de su historia. Nos hallamos ante una recuperaci¨®n de la problem¨¢tica social. Kinnock ha llegado a definirse como socialista y fuertemente antirreaganiano, si es cierto, como lo es, que ha calificado de terrorista la postura de la Administraci¨®n estadounidense con respecto a Nicaragua.
El congreso del SPD es menos expl¨ªcito sobre el problema del desarme, pero totalmente expl¨ªcito contra las opciones nucleares y contra el neoliberalismo, hasta el punto de que -como es sabido- la socialdemocracia alemana est¨¢ preparando una plataforma program¨¢tica, ya que considera obsoleta y merecedora de correcci¨®n la que constituy¨® el c¨¦lebre viraje de Bad Godesberg. Es m¨¢s, los an¨¢lisis alemanes sobre las tendencias emergentes del crecimiento en las condiciones creadas por las nuevas tecnolog¨ªas y la gran atenci¨®n que se dedica a los problemas ideol¨®gicos indican que no se trata s¨®lo de un movimiento pendular (quien est¨¢ en el Gobierno siempre pierde), sino de una reelaboraci¨®n de los temas del estado social en una clave nueva. Igualmente innovador parece el planteamiento de Kinnock sobre la propiedad social respecto a la l¨ªnea tradicional de las nacionalizaciones.
Reequilibrio por la izquierda
Hace un a?o nadie hubiera apostado por estos dos desplazamientos estrat¨¦gicos, que indican la tendencia alemana y brit¨¢nica a un reequilibrio por la izquierda, pero no s¨®lo en el sentido de que la actual oposici¨®n socialista, seguramente en el Reino Unido, y casi seguramente en Alemania Federal, est¨¢, destinada a ganar las pr¨®ximas elecciones, sino en el sentido de que ambos partidos se han radicalizado en su interior.
El SPD revisa su misma tradici¨®n de ser el ala derecha de la Internacional Socialista. El Partido Laborista, por primera vez, reivindica mayoritariamente las posturas de Bevan, que siempre fueron minoritarias.
En 12 meses la hegemon¨ªa reaganiana en Europa ha perdido dos puntos de fuerza. Naturalmente hay que contar con Francia y con la timidez del partido comunista en Italia y de los patidos socialistas de Italia y Espa?a (si bien el PSI est¨¢ llevando a cabo una expl¨ªcita opci¨®n antinuclear). Pero los movimientos m¨¢s recientes se?alan una direcci¨®n inversa a la que parec¨ªa irresistiblemente dominante desde comienzos de los a?os ochenta.
Si a ello se a?ade la nueva apariencia sovi¨¦tica representada por la imagen, el modo de ser y tambi¨¦n por algunas propuestas concretas de Gorbachov, la cumbre de Reikiavik se presenta a primera vista mucho menos favorable para Reagan de lo que parec¨ªa cuando se empez¨® a hablar de ella, pero sobre todo ofrece como fondo que ya no est¨¢ objetivamente delegada ni representada por una de las dos superpotencias. Ser¨ªa muy superficial creer que el acento marcadamente aut¨®nomo del Partido Laborista y del SPD respecto a la hegemon¨ªa pol¨ªtica e ideol¨®gica estadounidense significa un desplazamiento hacia el campo de Gorhachov. Ni el Partido Laborista ni el SPD son, ni siquiera vagamente, filocomunistas ni filosovi¨¦ticos. Lo que est¨¢ emergiendo es una especificidad europea que representa un problema para ambos supergrandes, y el elemento m¨¢s problem¨¢tico en el cuadro de sus relaciones, el desarme unilateral brit¨¢nico, es un golpe para Estados Unidos, pero ser¨¢ un problema. para la URSS, que tendr¨¢ mayores dificultades para frenar el impulso pacifista y de apertura al Oeste en su propio pa¨ªs. Por lo que se refiere al SPD, es una p¨¦rdida clara del aliado atl¨¢ntico m¨¢s importante; pero el SPD considera la ostpolitik como una l¨ªnea pac¨ªfica de intervenci¨®n expl¨ªcita en el equilibrio europeo, y su objetivo es un conjunto de garant¨ªas y al mismo tiempo de concesiones en pol¨ªtica interior en los pa¨ªses del Pacto de Varsovia. Si Gorbachov quiere hacer pol¨ªtica en Europa podr¨¢ hacerla, pero tambi¨¦n se ver¨¢ obligado a adoptar medidas reales, a retirar tropas y a asumir posturas antinucleares, y no limitarse a la propaganda contra el belicismo de los otros, en nombre del cual la URSS siempre justific¨® su propio inmovilismo.
?Hasta qu¨¦ punto tendr¨¢n en cuenta todo esto los dos supergrandes en Reikiavik? En la medida en que Europa los obligue a tomar nota de que existe no s¨®lo como sat¨¦lite del uno o del otro. No se trata de expresar esperanzas ni de exhortaciones, sino de comprender que en pol¨ªtica s¨®lo cuentan las relaciones de fuerza. Tal vez nadie haya medido exactamente todav¨ªa lo que en la mente de decenas de millones de personas significa la toma de conciencia del peligro nuclear despu¨¦s de la cat¨¢strofe de Chernobil. Sin ella, la fe ciega en la industrializaci¨®n y en el crecimiento por s¨ª mismo como algo siempre positivo y, todo lo m¨¢s, corregido por el mercado, en la que se basaba la ofensiva neoliberalista no habr¨ªa sufrido una ca¨ªda tan brusca ni una inversi¨®n de tendencia.
Cr¨ªtica a la espontaneidad
En alguna medida se est¨¢ viviendo una crisis igual y opuesta al desencanto del socialismo real y las revoluciones a corto plazo. Est¨¢ renaciendo una cr¨ªtica a los mecanismos espont¨¢neos del desarrollo, pero no en las formas cl¨¢sicamente estatalistas, ni reformistas, ni comunistas.
En este sentido, tanto Reagan como Gorbachov se hallan ante una tendencia que no representan ni controlan. En medio de los hielos islandeses, ante todo se sentir¨¢n un poco menos s¨²per y un poco m¨¢s peque?os. De ello se desprender¨¢ una lecci¨®n de humildad y la constataci¨®n de que la pol¨ªtica arrogante del d¨®lar y del capitalismo salvaje en Europa ya no es rentable, as¨ª como que el ventenio de glaciaci¨®n brezneviana signific¨® la crisis de casi todos los partidos comunistas. Hay que esperar una distensi¨®n menos fr¨¢gil en la que nosotros tambi¨¦n tengamos algo m¨¢s que una palabra que decir.
Traducci¨®n de ?ngel S¨¢nchez-Gij¨®n.
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