Victoria ol¨ªmpica
LA ELECCI?N de Barcelona como sede de los Juegos Ol¨ªmpicos de 1992 es una gran noticia para Espa?a. Las citas ol¨ªmpicas se han convertido en acontecimientos multitudinarios de enorme importancia, y su convocatoria en nuestro pa¨ªs abre una oportunidad m¨¢s para mostrar a la comunidad internacional la realidad espa?ola. Al mismo tiempo servir¨¢n para dar un empuje hist¨®rico a las obras de modernizaci¨®n y a la mejora de la infraestructura. de la Gran Barcelona. Y, finalmente, deben servir de acicate para incrementar la pr¨¢ctica del deporte entre nuestros j¨®venes y situar a nuestro pa¨ªs en un lugar m¨¢s relevante del que viene ocupando en las competiciones.La elecci¨®n plantea, sin embargo, no pocos problemas. Y no es el m¨¢s peque?o abordar con realismo y buena planificaci¨®n las inversiones financieras previstas por la candidatura. El a?o 1992 ser¨¢ tambi¨¦n el de la Exposici¨®n Internacional de Sevilla. Si estos eventos se enfocan con las dosis de improvisaci¨®n y alegr¨ªa presupuestaria que en muchos momentos han caracterizado a nuestras administraciones p¨²blicas, podr¨ªan convertirse en un aut¨¦ntico lastre hist¨®rico para el futuro.
Otra cuesti¨®n es la estrictamente deportiva. Los d¨¦ficit de los espa?oles en este terreno, tanto en la pr¨¢ctica cotidiana como en su proyecci¨®n competitiva de alto nivel, nos exponen a un rid¨ªculo que, por mucho que se intente paliar aludiendo a que lo importante no es ganar sino participar, amenaza con calar profundamente en la opini¨®n p¨²blica. Los cinco a?os que nos separan de los Juegos deben ser utilizados para iniciar una rectificaci¨®n en este terreno: un replanteamiento que tendr¨ªa que empezar por las escuelas. Aun as¨ª muy dif¨ªcilmente nos escaparemos de proyectar al mundo, desde la Barcelona del a?o 1992, la imagen de un pueblo moderno e inquieto, con preocupaciones culturales y pol¨ªticas, que est¨¢ realizando importantes esfuerzos para consolidar una buena situaci¨®n econ¨®mica, pero que ha descuidado lamentablemente la formaci¨®n f¨ªsica de sus ciudadanos.
Por lo dem¨¢s, la elecci¨®n efectuada en Lausana constituye una oportunidad de oro para que Barcelona se convierta en la ciudad racional y pujante que desean y merecen sus habitantes. Vale la pena subrayar que dicha oportunidad llega de la mano de la unidad con que se ha respaldado a. la candidatura. Barcelona obtiene los Juegos gracias a la primera tregua interior que se conceden los partidos pol¨ªticos catalanes desde la muerte de Franco, y al apoyo que ha sabido buscar -y encontrar- en todas las instituciones espa?olas. La ilusi¨®n colectiva de sus ciudadanos, la inscripci¨®n de 60.000 voluntarios dispuestos a colaborar gratuitamente en los trabajos ol¨ªmpicos, el esfuerzo de las empresas -catalanas y no catalanas- que han financiado a fondo perdido los gastos de promoci¨®n internacional del proyecto y la minuciosa planificaci¨®n que ha realizado el Ayuntamiento no habr¨ªan servido de nada sin las dos premisas anteriores. Todas las ciudades candidatas defendieron con entusiasmo sus ofertas. A la capital catalana le asist¨ªa un largo rosario de argumentos, como el de que Espa?a era el ¨²nico gran pa¨ªs europeo, moderno e industrializado, que nunca hab¨ªa conseguido albergar unos Juegos Ol¨ªmpicos, o el de que Barcelona concurr¨ªa por cuarta vez a la nominaci¨®n. Asimismo, presentaba realidades tangibles: tiene ya el 70% de las instalaciones deportivas necesarias para los Juegos y ha iniciado -sin esperar al veredicto- obras decisivas, como la remodelaci¨®n del estadio y la construcci¨®n del futuro Palacio de Deportes de Montju?c.
Unos 700 profesionales han aportado cerca de medio mill¨®n de horas de trabajo en la candidatura. Pero, seg¨²n ha se?alado el presidente del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional, Juan Antonio Samaranch, la seriedad y la unanimidad en el respaldo de toda Espa?a han sido los elementos decisivos para que pudieran imponerse esas otras razones. Es cierto que esa unanimidad ha llegado bastante tarde, aunque a tiempo para ofrecerla en Lausana. Y es cierto que las dudas y disensiones que se registraron pueden reverdecer en el futuro, a la hora de intentar capitalizar pol¨ªticamente el triunfo. Pero la propia eficacia de esa unanimidad debe servir de lecci¨®n en otras cosas. Para Catalu?a y para Espa?a.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.