El 'big bang' en Londres
HACE UNOS 15.000 millones de a?os, una gigantesca explosi¨®n se?alaba el nacimiento de nuestro universo, dando lugar en unos pocos segundos a la formaci¨®n de galaxias, estrellas y planetas. Salvando las distancias, y no sin una considerable dosis de inmodestia, los ingleses han denominado de la misma manera el inicio de la desregulaci¨®n de la Bolsa de Londres: big bang.La originalidad del experimento consiste en el paso, sin transici¨®n, de una bolsa muy reglamentada, con r¨ªgidas separaciones entre los distintos compartimientos y entre los operadores mismos, a una bolsa universal en la que apenas existir¨¢n otras reglas que las que el propio mercado, a trav¨¦s de sus agentes, decida. Con la reforma desaparece la distinci¨®n entre operadores por cuenta propia y ajena, y el mercado de bonos del Tesoro deja de ser un mercado separado sometido a sus propias reglas. El paso de uno a otro sistema se ver¨¢ adem¨¢s subrayado por el cambio en los m¨¦todos de trabajo: desde ahora el ordenador es el nuevo rey de la bolsa; la capacidad del nuevo y complejo sistema de telecomunicaciones que ha sido preciso instalar permite procesar hasta 40 operaciones por segundo. El ritmo de las transacciones no tiene nada que ver con el antiguo. El mercado se ha globalizado y se ha hecho continuo.
La importancia de los cambios y el hecho de que todo haya sucedido en un solo d¨ªa, sin transici¨®n, es lo que ha justificado la idea de la gran explosi¨®n inicial, que sin embargo ha sido preparada desde hace varios a?os con gran minuciosidad, incluso con ensayos generales en d¨ªas no h¨¢biles. Pese a ello, la realidad de tres d¨ªas de funcionamiento ha puesto en cuesti¨®n la propia intendencia de esta reforma, que algunos han calificado como "la verdadera revoluci¨®n del capitalismo": el sistema inform¨¢tico se ha sobresaturado como consecuencia de la enorme demanda de informaci¨®n de particulares y empresas, y los responsables de la City han tenido que dar marcha atr¨¢s y reglamentar coyunturalmente lo desrregularizado.
De momento, el mero anuncio de la nueva configuraci¨®n de la Bolsa de Londres ha producido un cambio profundo en los operadores. Ha desaparecido un gran n¨²mero de intermediarios ingleses y han irrumpido en el mercado los gigantes mundiales, especialmente norteamericanos y japoneses, que han invertido cientos de millones de d¨®lares en sus nuevas instalaciones en la City de Londres. Los reci¨¦n llegados han absorbido viejas casas de intermediaci¨®n para obtener un r¨¢pido acceso al conocimiento de un mercado que de todas maneras tendr¨¢ poco que ver con el antiguo. La presencia de los grandes bancos norteamericanos se interpreta como una especie de entrenamiento para cuando se desregulen las bolsas norteamericanas, algo que la mayor¨ªa de los observadores considera inevitable con el paso del tiempo.
El experimento es seguido con gran atenci¨®n por todas las bolsas del mundo. En el Reino Unido hay opiniones para todos los gustos sobre lo que pueda pasar en los pr¨®ximos meses. Seg¨²n unos, la falta de regulaci¨®n y el nuevo ritmo de las operaciones provocar¨¢ quiebras sonadas, con la consiguiente necesidad de regular el mercado. El problema entonces ser¨¢ c¨®mo hacerlo, ya que las grandes firmas han impuesto como condici¨®n de su presencia en Londres que sean ellas las que determinen las nuevas reglas del juego en funci¨®n del desarrollo del mercado. Mientras tanto, unos kil¨®metros m¨¢s all¨¢, el Parlamento brit¨¢nico contempla el espect¨¢culo con cierta perplejidad y tendr¨¢ que pasar alg¨²n tiempo para ver si es capaz de resistir la tentaci¨®n de reglamentar un mercado que escapa enteramente a su control.
Esta gran apuesta por la competencia y la libertad tiene la enorme ventaja para los ahorradores de reducir dr¨¢sticamente la intermediaci¨®n de los agentes. Es razonable pensar que este nuevo esfuerzo de Londres consolidar¨¢ su primac¨ªa burs¨¢til en Europa. En el fondo, se trata de una apuesta que no difiere mucho de la que realizaron hace unos siglos los comerciantes londinenses para terminar con la supremac¨ªa de la Bolsa de Amsterdam. Es el tipo de apuesta que ha permitido a las naciones occidentales configurar el mundo moderno tal y como hoy lo conocemos.
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