La literatura en el burdel
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El protagonista del El co?o de Irene vive retirado en el campo y observa los comportamientos sexuales de dos mujeres -la madre, Vitoria, y la hija, Irene- en un caser¨®n en el que el sexo est¨¢ omnipresente. El abuelo, paral¨ªtico y mudo, observa las promiscuidades sexuales de su hija y de su nieta con inmenso placer interior, aunque todos lean en su rostro la rabia y el odio. ?ste es su discurso interior: "No cambiar¨ªa mi lugar por todo el oro del mundo. Sustra¨ªdo a todas las consideraciones pueriles de los hombres, consagro todo el tiempo a la voluptuosidad".Con este personaje parece identificarse el escritor, tambi¨¦n lector, por simetr¨ªa, de La defensa del infinito, seg¨²n palabras del propio Aragon. "La masa de personajes iba a encontrarse, cada uno por la l¨®gica o por el ilogismo de su destino, en un inmenso burdel en el que se operar¨ªan entre ellos la cr¨ªtica y la confusi¨®n; quiero decir, la derrota de todas las morales, en una especie de inmensa org¨ªa". Aragon aseguraba, en otro texto, que acababa de leer La filosof¨ªa en el boudoir, del marqu¨¦s de Sade, "que es ciertamente el origen, inconsciente pero cierto, del burdel como cr¨ªtica de la sociedad en la novela que escrib¨ªa entonces". La literatura en el burdel, ciertamente. Pero el autor de la edici¨®n cr¨ªtica, Edouard Ruiz, precisa: "El erotismo no es el objeto del l¨ªbro. ( ... ) Es el grito de un hombre joven y encolerizado".
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