Paloma brava, tierra leona
Roc¨ªo Jurado es una esteta (o dos). Roc¨ªo puede mucho, pero no s¨®lo por las memorables gl¨¢ndulas, sino, sobre todo, por el volc¨¢n que lleva dentro, siempre dispuesto a estallar. Sin embargo, como casi todas las folcl¨®ricas (Raphael incluido), tiene una tendencia incontrolada hacia la demas¨ªa, una propensi¨®n visceral a desahogos ¨ªntimos que nada tienen que ver con el concierto y que rompen el ritmo del espect¨¢culo, la magia del escenario. Roc¨ªo es mucha Roc¨ªo.Jaime Azpilicueta ha planteado un espect¨¢culo brillante en el que no se han escatimado medios ni voluntad. Lo que pasa es que Roc¨ªo Jurado es como una ola, como un cicl¨®n imprevisible. Entre canci¨®n y canci¨®n se salta a la torera el libreto e improvisa mon¨®logos obvios y piropos apasionados al respetable. Bien es cierto que a sus incondicionales les va la marcha y aprovechan cualquier ocasi¨®n para jalear a la tonadillera, cosa que a ella le encanta. "Sois divinos... Todo os lo debo... Esta noche es muy importan te para m¨ª...". Me hac¨¦is vibrar...". Efectivamente, vibra, se palpa el abdomen, se queda traspuesta, hace como que llora, hace como que r¨ªe, es acosada por temblores ambiguos y se queda inm¨®vil como una estatua, aguantando morbosamente el delirio de las mariposas.
Rocio Jurado
.. BravaCoreograf¨ªa: Luisillo. Vestuario: Mar¨ªa O?ate, de Godelia, y Justo Salao. Direcci¨®n musical: Jos¨¦ Luis Santiesteban. Direcci¨®n esc¨¦nica: Jaime Azpilicueta. Teatro Monumental, Madrid. Del 5 al 16 de noviembre.
En su presentaci¨®n hubo de pelear con los nervios desatados y con el sonido esquivo, pero su voz y su coraje se fueron afianzando progresivamente. Una cosa es evidente: Roc¨ªo Jurado es una flamenca que se ha metido a tonadillera por exigencias del mercado. De hecho, los momentos de m¨¢s calidad se produjeron cuando, agazapada tras una preciosa bata de cola blanca, cant¨® fandangos y seguidillas acompa?ada por dos guitarristas, cuatro palmeros y doce bailaores.
En cuanto a su repertorio, rindi¨® demasiado culto a Manuel Alejandro, compositor de post¨ªn por cuyos favores musicales se tiran de los pelos todas las folcl¨®ricas (Julio Iglesias incluido), pero que s¨®lo puede causar melancol¨ªa en los amantes de la tonadilla y el cupl¨¦. Escuchando las piezas de Manuel Alejandro, a uno le entra la a?oranza nost¨¢lgica, de Quintero, Le¨®n y Quiroga.
Roc¨ªo es muy lista, como todo el mundo sabe. En su concierto hubo toques culteranos: una serie de secuencias del Amor brujo, de Falla/Saura, en una pantalla gigante. Y la pleites¨ªa a Federico, en consonancia con la ola lorquiana que nos invade y con su amistad con Rodr¨ªguez de la Borbolla.
En definitiva, Roc¨ªo Jurado ha querido dejar claro que a ella no le gana nadie, ni a voz, ni a flamenca, ni a tonadillera, ni a rumbosa, ni a guapa. Pero, de igual forma que otra famosa coplera tiene que aprender a salir al escenario sin fantasma y sin ni?o, Roc¨ªo tiene que aprender a presentarse sin desahogos ¨ªntimos y sin boba a la galer¨ªa. No hay cosa m¨¢s bella y m¨¢s emocionante que un artista lidiando con su soledad. Y eso ella est¨¢ en condiciones de realizarlo, porque pueden m¨¢s dos tetas que cien carretas.
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