El espa?ol y los rojos
Aqu¨ª hay espa?oles y hay rojos, para qu¨¦ vamos a enga?arnos. Los espa?oles son o somos los espa?oles de toda la vida, y los rojos son una movida de "comunistas, jud¨ªos y dem¨¢s ralea", como hubiera dicho Baroja. Lo que pasa es que los comunistas espa?oles vienen ya de los comuneros de Castilla, Padilla, Bravo y Maldonado, los jud¨ªos lo somos o son casi todos (o entreverados de sus primos los ¨¢rabes/camitas), y la "dem¨¢s ralea" barojiana es el lumpen que hace las revoluciones, las huelgas generales y los carnavales de Guti¨¦rrez Solana, o sea la horda, como dec¨ªan los escritores nacional sindicalistas de los cuarenta/cuarenta.Ahora que mandan los rojos, o una variante de los rojos, uno va a las provincias y se encuentra movidas culturales as¨ª como institucionistas, como regeneracionistas, que tienen la hostilidad de la Prensa local, vendida a la derecha, al dinero o a su propio miedo empresarial de peque?a industria familiar. "No sea que vengan los socialistas y nos lo quiten todo". Estamos viviendo una rara convivencia de rojos y "normales". Mercedes Mil¨¢, arist¨®crata catalana, es una rojaza para el personal:
-Gracias a la moto, Umbral, no estoy en un manicomio.
Y es que el personal no entiende esta movida derecha/izquierda y sigue a?orando las dos Espa?as berroque?as. Rojos y nacionales. El nacional necesita al rojo para existir como Dios necesita al diablo. Alfonso de Hohenlohe, guapo, arist¨®crata y de cine, rubio y peinado de costadillo, va a hacer una pel¨ªcula con Roger Vadim. Nuestra aristocracia ya no es lo que era.
La duquesa de Alba se ha arrancado por unas sevillanas, en Andaluc¨ªa, con su amiga Lola Flores. ?sta es la trama real de Espa?a: una fascinaci¨®n de la aristocracia y de los intelectuales por el pueblo. La fascinaci¨®n de los intelectuales da comunistas y la fascinaci¨®n de las duquesas da sevillanas. Stendhal: "El pueblo espa?ol es el ¨²ltimo pueblo europeo con car¨¢cter". Se le olvid¨® a Stendhal a?adir que este pueblo con tanto car¨¢cter da muchos rojos, pero es que en su tiempo no hab¨ªa tales. No hace mucho pasaron por Madrid unos restos de las legendarias Brigadas Internacionales. Las Brigadas, compuestas en buena medida por intelectuales, no representaban sino la fascinaci¨®n que el pueblo espa?ol ejerce sobre el mundo. Hemingway y Malraux fueron unos Stendhal f¨¢cticos que estuvieron aqu¨ª pegando tiros. Hoy la confusi¨®n es considerable y lo dice hasta Fraga:
-Yo me esforc¨¦ por hacer de Verstryrige un dem¨®crata.
El ministro de Franco como un Scaramouche creador de dem¨®cratas. No se lo cree ni Sabatini. En Espa?a, actualmente, hay unos rojos que son nuestra reserva espiritual, o sea los comunistas, y otros rojos, f¨¢cticos, poco espirituales, que son los que gobiernan. La Espa?a tradicional se ha alegorizado ¨²ltimamente en Roc¨ªo Jurado, que hace unas declaraciones que parecen de AP:
-Siento una gran desesperaci¨®n, estoy muy nerviosa.
Parece un Fraga con tetas.
Pero a lo que ¨ªbamos. Que la rojez gobernante se la coge con papel de fumar Jean y Espa?a se le ha quedado peque?a. Saben que la mejor manera de seguir triunfando dentro es triunfar un poco fuera. No se descarta que Gonz¨¢lez sustituya a Willy Brandt en la presidencia de la Internacional Socialista. Y los espa?oles principian a comprobar, perplejos, que la Espa?alotra es mucho m¨¢s aceptada en el mundo que la Espa?a/Espa?a. Remedios, la nueva Miss Espa?a: "Quer¨ªa ser polic¨ªa, pero me siuspendieron en las oposiciones". Por el mundo, las misses quieren ser chicas/Bond o ¨¢ngeles de Charlie. En Espa?a quieren ser polic¨ªas. O sea que Espa?a no ha dejado de ser cat¨®lica tan de prisa/de prisa, don Manuel.
Estamos viviendo un delicado equilibrio transicional (la transici¨®n va por dentro), un quebradizo equilibrio de fuerzas. Carmen Romero, "presidenta", acude a la inauguraci¨®n del curso en su Instituto de Ense?anza Media: "Con mis alumnos aprendo a diario mil cosas". El socialismo gana las ¨¦lecciones, pero el catolicismo gana las apariciones: a Benalup acuden miles de personas a ver a la Virgen de Lourdes, que al parecer est¨¢ haciendo galas por el sur de Europa. Los gaditanos de Sidonia secundan a una mujer de 52 a?os, Antonia P¨¦rez Salcedo, que dialoga consuetudinariamente con la Virgen de Lourdes. Seguimos en la Espa?a del milagro y la aparici¨®n, y contra eso no tiene nada que hacer el rojo madrile?o de caf¨¦, que suele ser positivista. A los rojos se les ha echado tradicionalmente la Virgen, cuando se encampanan, o un guardia civil golpista, y la geograf¨ªa pol¨ªtica de Espa?a se recompone sola.
Una reina, do?a Sof¨ªa, nos trae de la mano a dos rojazos y un separatista: Mir¨®, Picasso y Garc¨ªa Lorca. ?Por qu¨¦ la Virgen de Lourdes, o la del Pilar, que es m¨¢s nuestra, ha iluminado siempre mejor a los rojos que a los nacionales? Monse?or Balducci acaba de decir que en Italia no hay m¨¢s de 10 endemoniados. En Espa?a hay 10 millones, que son los que votan PSOE. Los escritores rojos, que durante 40 a?os han tenido como ¨²nica trinchera la Cuesta de Moyano, ahora se han extendido por todo Madrid y toda Espa?a. Esto no es normal. S¨¢nchez Asia¨ªn, del Bancobao, "no quiere una dictadura bancaria". La burgues¨ªa espa?ola parece que ha descubierto el discreto encanto de la progres¨ªa. Tamames levanta una nueva izquierda, el Rey entrega las Medallas de Oro de Bellas Artes a unos artistas que no son precisamente de derechas. Quienes ten¨ªamos Espa?a confortablemente dividida en espa?oles y rojos, vivimos, en lo maduro de nuestra edad incierta, la perplejidad de un trastrueque diario de los valores. El burgu¨¦s es hoy el snob del rojo, le gusta cogerse de su brazo. Y el rojo es el nuevo moralista que predica ¨¦tica al cat¨®lico. Espa?a est¨¢ muy rara. Todos hemos soportado a los rojos hist¨®ricos como en los pa¨ªses con lepra soportan las leproser¨ªas. Pero ahora resulta que la lepra es la salud. Los valores de la derecha principian a dudar de s¨ª mismos. La ilusi¨®n de cualquier holding ideol¨®gico conservador es fichar un rojo, para molar. Mientras tanto, los rojos avanzan por las v¨ªas blandas -costumbres, libertad de expresi¨®n, libertad sexual, cultura-, pero por las v¨ªas duras -dinero, ej¨¦rcito, empresas- no hemos avanzado ni un mil¨ªmetro desde Franco.
Espa?a, pues, sigue berroque?a por dentro, pero ha alegrado mucho su mapa exterior. Todo es una inmensa movida. Trasanta?o, el nacional necesitaba del rojo (mezcla confusa de jud¨ªo, lumpem y mas¨®n) para afirmarse en su nacionalismo y su establecimiento. Hoy, el nac¨ªonal necesita del rojo para tranquilizar o confundir, mediante la convivencia, su mala conciencia hist¨®rica, para saciar su curiosidad snob por lo "esencialmente otro" (tentaci¨®n), y para enrevesar el mapa social de modo que las distancias/diferencias no queden tan claras. El conservador, hoy, se legitima tomando un whisky dial¨¦ctico con el revolucionario. El rojo, ir¨®nicamente, es quien confiere nobleza al noble.
Con lo que volvemos a ser la eterna Espa?a de las tres culturas: ortodoxos, heterodoxos y entreverados. Pero es que hay m¨¢s entreverados que nunca. La Revoluci¨®n ya no se lleva, es verdad, pero los valores fundamentales a¨²n se llevan menos. A lo mejor esto se arreglaba con un Concilio en Toledo, presidido por don Marcelo. Hab¨ªa una Espa?a/Atl¨¢ntida, sumergida bajo 40 a?os/mares de nacionalcatolicismo, que emerge d¨ªa a d¨ªa, si no ante Plat¨®n, cuando menos ante Aranguren. As¨ª, la juventud que frecuento en las provincias/autonom¨ªas vuelve a ser muy espa?ola. Uno toma copas con ellos en las movidas locales: Soria, Valladolid, C¨¢ceres, Asturias, La Mancha, Catalu?a, C¨®rdoba, Levante. Aman sus puentes romanos y sus cl¨¢sicos terru?eros. Hay ya toda una generaci¨®n nueva de rojos muy aseados.
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