Los obligan a morir y a matar
El pueblo nicarag¨¹ense protesta, y a viva voz, por todo lo que falta, las muchas cosas que faltan, pero no ignora todo lo que tiene, los derechos y las esperanzas que por primera vez en su historia tiene, y por ellos pone el pecho a las balas. Se bate por leg¨ªtimo derecho de defensa, y no por vocaci¨®n, ni por dinero, ni por af¨¢n de territorios, ni por voluntad de poder.Nicaragua dedica el 40% de su presupuesto a defensa y polic¨ªa, pero est¨¢ en guerra contra la primera potencia del mundo. Uruguay, democracia respetada, destina el mismo porcentaje a su gente de uniforme, mucho menos numerosa que las nutridas filas de las milicias y el Ej¨¦rcito popular. de Nicaragua. Y, que se sepa, ninguna potencia extranjera est¨¢ invadiendo Uruguay ni amenaz¨¢ndolo desde la frontera.
"Nos obligan a morir y nos obligan a matar", ha explicado Tom¨¢s Borge, fundador del Frente Sandinista. La resistencia armada ante la agresi¨®n revela dolorosamente la dignidad colectiva de un pueblo obligado desde afuera a la violencia. Y si bien es cierto que la ley de la guerra impone un inevitable verticalismo, y en las trincheras las ¨®rdenes ocupan el lugar de las explicaciones, no menos cierto es que el pueblo armado constituye una prueba de democracia. El hecho de que haya 300.000 nicarag¨¹enses, militares y milicianos, armados de fusiles, algunos a cambio de magro sueldo y la mayor¨ªa a cambio de nada, demuestra que esta rara tiran¨ªa sandinista no teme armar al pueblo que, seg¨²n afirma el enemigo, ans¨ªa derribarla.
Mil y una vez nos dicen que Nicaragua tiene la culpa de la lucha armada en Am¨¦rica Central. So pretexto de defenderse, nos dicen, Nicaragua agrede. Sin embargo, ni una sola prueba seria se ha exhibido hasta ahora para demostrar que Nicaragua abastece los guerrilleros de El Salvador Guatemala. Acosada por mar aire y tierra, espiada desde nav¨ªos, aviones y sat¨¦lites, controlada por instrumentos de alta tecnolog¨ªa que permiten fotografiar un mosquito en el horizonte, ?c¨®mo es posible que Nicaragua pueda enviar balas o combatientes a otros pa¨ªses?
En cambio, Estados Unido utiliza descaradamente el territorio de Honduras como base de entrenamiento y plataforma de lanzamiento de los invasores a sueldo, y es notorio que los militares hondure?os participan de las operaciones de agresi¨®n a Nicaragua. Costa Rica tambi¨¦n es un santuario de la contra, aunque con el disimulo que corresponde a su tradici¨®n pacata. Honduras y Costa Rica, que acusan a Nicaragua, violan sistem¨¢ticamente el principio de no intervenci¨®n en los asuntos internos.
La sombra y el hueso
No hay Gobierno de las Am¨¦ricas o Europa, democracia o dictadura, democradura o dictacracia, que no se sienta autorizado a proponer, discutir y quiz¨¢ imponer alguna soluci¨®n para el problema de Nicaragua, que es como decir el problema de Am¨¦rica Central. Da la impresi¨®n de que al emprender la transformaci¨®n de Nicaragua, la revoluci¨®n sandinista hubiera provocado un imperdonable cataclismo.
A Nicaragua todos le toman examen de democracia. Al presidente Reagan, por ejemplo, no le han parecido dignas de cr¨¦dito las elecciones que confirmaron, por amplia mayor¨ªa de votos, a las actuales autoridades de Nicaragua. Quiz¨¢ ¨¦l alberga la esperanza de que Nicaragua vuelva a tener elecciones verdaderamente libres, como aquella que organiz¨® el brigadier general Frank Ross McCoy, del Ej¨¦rcito de Estados Unidos.
El 4 de noviembre de 1928, los militares norteamericanos revisaron y aprobaron los registros electorales y formaron y presidieron cada una de las mesas de votaci¨®n. El general McCoy, que hab¨ªa sido designado por el presidente de Estados Unidos para el cargo de director del Consejo de Elecciones de Nicaragua, se ocup¨® de contar los votos. Curiosamente, en esa ocasi¨®n result¨® triunfante el candidato que Estados Unidos prefer¨ªa.
Bases de la democracia
Resulta c¨®mico e indignante que hagan eco a Reagan algunos pol¨ªticos profesionales de Am¨¦rica Latina, erigidos en fiscales de la democracia nicarag¨¹ense. Como todo el mundo sabe, en Am¨¦rica Latina hay costumbre de manipulaci¨®n y fraude. Hasta las m¨¢s feroces dictaduras han sabido lucir elecciones peri¨®dicas, celebradas bajo estado de sitio, para fabricar parlamentos.
Los opositores honestos, que los hay, tendr¨ªan que reconocer, al menos, que en estos siete a?os la revoluci¨®n sandinista ha hecho lo posible y lo imposible por echar las bases de justicia y soberan¨ªa necesarias para que la democracia no sea un castillo en el aire, un formal impuesto que se paga a la hipocres¨ªa reinante, una tomadura de pelo al pueblo, que nada tiene y nada decide. Porque todo anda patas para arriba, los funcionarlos no funcionan y los transportes no transportan; la producci¨®n es una locura, y la distribuci¨®n, un manicomio; pero los hechos dicen:
- Que Nicaragua acab¨® con la poliomielitis y redujo las otras enfermedades y que abati¨® la mortalidad infantil.
- Que por primera vez en su historia alfabetiz¨® a la poblaci¨®n, y no s¨®lo a la poblaci¨®n de lengua castellana; que alfabetiz¨® en lenguas ind¨ªgenas y en ingl¨¦s a 50.000 personas.
- Que desde la ca¨ªda de Somoza, Nicaragua ha repartido m¨¢s tierras que todos los dem¨¢s pa¨ªses centroamericanos juntos, a trav¨¦s de una reforma agraria prudente pero verdadera, que se ha limitado a expropiar las tierras que no producen y las de la dinast¨ªa reinante, derrocada por la revoluci¨®n sandinista.
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