El Papa inicia su visita a Australia tras una ecum¨¦nica despedida de Nueva Zelanda
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Juan Pablo II empez¨® ayer su maratoniana visita a Australia, donde permanecer¨¢ siete d¨ªas y recorrer¨¢ m¨¢s de 10.000 kil¨®metros, tras haberse despedido de Nueva Zelanda con una ceremonia de contenido ecum¨¦nico. Y soport¨® un diluvio que le oblig¨® a interrumpir durante algunos minutos la misa que estaba celebrando en el estadio Lancaster, en la ciudad de Christchurch, para dar tiempo a que la gente se cobijase bajo las tribunas o abandonase el campo. El viento soplaba con violencia y, los truenos se mezclaban con los aplausos al Papa.
El hurac¨¢n derrib¨® las macetas colocadas en el altar y la lluvia empap¨® las bolsas de viaje de obispos y monse?ores, mientras las palomas acud¨ªan a picotear los restos de comida abandona dos precipitadamente por la gen te en fuga. El papa Wejtyla, tomando, el micr¨®fono entre sus manos, control¨® en seguida la situaci¨®n pronunciando con voz muy fuerte su discurso a favor de la integraci¨®n de las dos culturas que conviven en Nueva Zelanda la maor¨ª y la occidental. Juan Pablo II insisti¨® en que una actitud de explotaci¨®n o de injusta discriminaci¨®n contra la cultura minoritaria acabar¨ªa destruyendo la armon¨ªa y la paz del pa¨ªs.El Papa ha insistido mucho estos d¨ªas en la defensa de la cultura maor¨ª porque, al parecer, ha sido alertado de que podr¨ªa existir en el futuro inmediato el peligro de un recrudecimiento nacionalista de esta componente ¨¦tnica cada vez m¨¢s fuerte y que reclama ya un obispo dentro de la Iglesia. De hecho, ayer, Juan Pablo II abri¨® la ceremonia ecum¨¦nica, celebrada en la catedral de Christchurch saludando a los miembros de las 12 confesiones cristianas no cat¨®licas en lengua maor¨ª, y fue un sacerdote de esta lengua quien lo salud¨® en nombre de los cat¨®licos.
Mayor¨ªa femenina
El rito ecum¨¦nico tuvo car¨¢cter nacional y, a pesar de que en su discurso el papa Wojtyla puso muy claros los puntos sobre las ¨ªes sobre el tema teol¨®gico del di¨¢logo intercristiano al afirmar que la unidad no puede confundirse con una "pe?a de amigos", fue muy apreciado porque signific¨® la confirmaci¨®n de los esfuerzos de colaboraci¨®n ecum¨¦nica que en Nueva Zelanda est¨¢n llevando a cabo -cat¨®licos y protestantes.Una de las notas m¨¢s vistosas del rito fue la aplastante participaci¨®n en ¨¦l de las mujeres. Dentro de la catedral, que era la cat¨®lica, abri¨® la procesi¨®n lit¨²rgica una bell¨ªsima joven rubia anglicana, quien, vestida con sotana roja y roquete blanco, llevaba alzada la gran cruz procesional. Detr¨¢s de ella, otra muchacha llevaba sobre un coj¨ªn de seda un crucifijo de madera. Fue otra mujer, Jocelyn Armstrong, secretaria general del Consejo Ecum¨¦nico de las 12 confesiones protestantes neozelandesas, hija del arzobispo anglicano y esposa de un pastor de la misma confesi¨®n, quien dirigi¨® el discurso al papa Wojtyla en nombre de todo el Consejo, y subray¨® el papel de la mujer en la Iglesia. Por ¨²ltimo, en representaci¨®n de la Iglesia metodista, particip¨® otra mujer, la sacerdotisa Phyllis Guthardt, que fue la primera mujer en el mundo al frente de una Iglesia metodista.
Al final de la ceremonia, el Papa las salud¨® d¨¢ndoles la mano como a los otros representantes de las iglesias protestantes. S¨®lo los ortodoxos besaron al Papa su anillo. Toda esta presencia femenina se explica porque s¨®lo en este a?o han sido ordenadas ya sacerdotisas 50 mujeres anglicanas en Nueva Zelanda, mientras las cat¨®licas presionan para que Roma les abra tambi¨¦n a ellas las puertas del sacerdocio.
De Nueva Zelanda, la tierra de los 70 millones de ovejas, verde como una esmeralda y donde el automovilista occidental se queda sorprendido encontr¨¢ndose en las carreteras carteles de "Atenci¨®n a los ping¨¹inos", llev¨® hasta Australia a Juan Pablo II y a su s¨¦quito un piloto maor¨ª, quien, con gran sencillez dio "la bendici¨®n al Papa" desde el micr¨®fono de su cabina de mando, arrancando un aplauso al s¨¦quito y a los periodistas que viajan en su avi¨®n.
Elogio de Hawke
En Australia el Papa empez¨® ayer su peregrinaci¨®n, en la que recorrer¨¢ 10.000 kil¨®metros, en la capital, Canberra, donde el primer ministro, Robert J. L. Hawke, que se declara agn¨®stico, le dijo que todos los australianos y no s¨®lo los cat¨®licos le acog¨ªan como "un mensajero de los valores universales de la paz, la esperanza y la justicia".Hawke quiso subrayar que el itinerario de este viaje papal habr¨ªa sido imposible "para un hombre con menos energ¨ªa y menos energ¨ªa". Al parecer, el primer ministro australiano ha comentado que ning¨²n hombre p¨²blico ha hecho jam¨¢s un viaje por el Pac¨ªfico de tal envergadura y en tan pocos d¨ªas.
El Papa, tras haber besado la tierra en el aeropuerto de la base militar de la Royal Australian Airforce, donde son recibidos los jefes de Estado, dirigi¨¦ndose a todos los habitantes de un pa¨ªs como Australia, que es 15 veces mayor que Espa?a y tiene s¨®lo 16 millones de habitantes, y clasificado entre los ricos de la tierra, dijo textualmente: "Desde este pa¨ªs tan bendecido por Dios deb¨¦is levantar los ojos para mirar cada vez mejor hacia las necesidades de los dem¨¢s. Como australianos est¨¢is llamados a defender de un modo particular todas las dimensiones de la justicia y las exigencias de la solidaridad humana universal".
Por primera vez en este viaje, en el que la lluvia ha seguido al Papa como un centinela fiel pero inc¨®modo, ayer luc¨ªa un sol veraniego en Australia, aunque el d¨ªa anterior una tormenta de agua y viento medio destruy¨® el gran altar levantado en el National Exhibition Centre de la capital, que fue reconstruido apresuradamente. Los dos kil¨®metros de tubos de hierro y acero usados para su construcci¨®n fueron puestos a la venta despu¨¦s y algunos los compraron como recuerdo y reliquia.
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