La pesadilla del ministro de Universidades de Chirac
Devaquet, un "buen tipo atrapado por la derecha"
La segunda semana de movilizaciones contra la ley Devaquet ha permitido que, finalmente, quedaran m¨¢s que aclaradas las posiciones que defienden el Gobierno, por un lado, y los estudiantes, por el otro. Pero Alain Devaquet, el autor del proyecto, y Jacques Chirac, el primer ministro, se han ocupado suficientemente de evitar la clarificaci¨®n. El ministro de Universidades, porque no desea enemistarse con el ala dura de la mayor¨ªa conservadora, aunque quisiera terminar de una vez la pesadilla. Los dirigentes del movimiento estudiantil aseguran que es un buen tipo atrapado por el doctrinarismo pol¨ªtico de la derecha.
Isabelle Thomas, la pasionaria del nuevo movimiento estudiantil franc¨¦s, cuenta que, tras un debate radiof¨®nico, Devaquet le dio la raz¨®n, a micr¨®fono cerrado, y se confes¨® acosado por los suyos.El primer ministro quisiera mantenerse en la curiosa l¨ªnea de comportamiento consistente en caer simp¨¢tico a todo el mundo, a sirios y a norteamericanos, a la opini¨®n p¨²blica espa?ola y a los agricultores afectados por la incorporaci¨®n de Espa?a a la Comunidad Europea (CE), a los europe¨ªstas y a los gaullistas m¨¢s viejos del lugar.
El resultado final es imprevisible, pues est¨¢ en funci¨®n de las facilidades con que cuente Chirac para salvar la situaci¨®n en la calle sin perder la cara. Tanto Devaquet como Chirac han dado toda clase de seguridades a los estudiantes, pero se niegan a retirar la ley.
Los estudiantes saben ya no ser¨ªa la ley Devaquet, sino la vigente ley socialista, un texto legal que recogiese el derecho de todos los bachilleres a entrar en la facultad universitaria de su elecci¨®n, que no incluyera la selectividad ni el aumento de tasas, que mantuviera el actual equilibrio de poderes entre estamentos, y que no proporcionase autonom¨ªa a departamentos y universidades para emitir diplomas diferenciados, as¨ª como para financiarse mediante el recurso a empresas privadas.
Esfuerzo ling¨¹¨ªstico
Los estudiantes aseguran que no cejar¨¢n hasta ver retirada la ley. Saben que la redacci¨®n actual es el resultado de un esfuerzo ling¨¹¨ªstico tremendo para decir, sin decirlo, que se abren las puertas a la autonom¨ªa de cada centro para conseguir la competitividad entre universidades, la privatizaci¨®n y la aparici¨®n de universidades de elite, diferenciadas de las universidades masificadas y degradadas.El lobby radical de la mayor¨ªa gubernamental, encabezado por el consejero para educaci¨®n de Chirac y vicepresidente del sindicato conservador de universitarios, Yves Durand, quer¨ªa imponer una ley m¨¢s liberal en lo econ¨®mico y m¨¢s autoritaria en la administraci¨®n y en la diciplina acad¨¦mica.
Se esperaba una dura oposici¨®n parlamentaria, pero no se hab¨ªa tenido en cuenta la posibilidad de un nuevo estallido estudiantil, despu¨¦s de tantos a?os de sopor entre los defensores de los valores igualitarios en Francia.
Contrarreforma neoliberal
Ahora, quienes est¨¢n en la picota son, por este orden, Alain Devaquet, Rene Monory -ministro de Educaci¨®n Nacional, que puede ser alcanzado de lleno si el movimiento se extiende a la totalidad del sistema educativo- y Jacques Chirac.Los inspiradores del proyecto, en cambio, se mantienen en la sombra, y se limitan a mover los hilos de sus organizaciones para intentar menguar el movimiento en su propia ra¨ªz, en los liceos y en las universidades.
Pero ante las grandes manifestaciones de masa, nadie quiere aparecer p¨²blicamente como el enemigo de la juventud y todos ofrecen gestos de di¨¢logo.
La batalla que se juega supera, sin embargo, el ¨¢mbito t¨¦cnico de una reforma universitaria, al parecer obligatoria para cada nuevo Gobierno desde hace 20 a?os.
Se trata en realidad de una prueba de fuerza sobre la capacidad de reacci¨®n de los sectores m¨¢s desfavorecidos ante la aut¨¦ntica co¨²trarreforma neoliberal y conservadora prometida por la derecha francesa en su campa?a electoral. Prueba de ello es la aparici¨®n de otros movimientos de oposici¨®n a las propuestas del Gobierno, que pueden estallar en la calle en el momento en que lleguen al Parlamento.
Desde las prisiones privadas y el c¨®digo de la nacionalidad hasta la ley sobre la drogadicci¨®n y la reforma de la escuela secundaria, el Gobierno de Chirac ha ofrecido a su electorado la clara impresi¨®n de que est¨¢ aplicando su programa.
A los electorados ajenos ha ofrecido, en cambio, las consecuencias sociales de su victoria. Gracias, entre otras cosas, a la desaparici¨®n de la apat¨ªa en las aulas, ahora todo est¨¢ m¨¢s claro.
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