El Gobierno de centro derecha recibe el golpe pol¨ªtico mas grave de sus nueve meses de gestion
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El Gobierno de centro derecha de Jacques Chirac, surgido de las urnas el d¨ªa 16 de marzo pasado, acaba de sufrir el golpe pol¨ªtico m¨¢s importante de sus nueve meses de gesti¨®n. La decisi¨®n de retirar la ley Devaquet consigue desactivar la deriva enormemente peligrosa para su estabilidad que estaban tomando los acontecimientos. Pero las heridas abiertas en el seno de la mayor¨ªa de Gobierno por las sucesivas vacilaciones y las bazas obtenidas por la oposici¨®n van a pesar decisivamente a partir de ahora en el estilo de gobierno y en la perspectiva de las elecciones presidenciales de 1988.
Las divisiones dentro del Gabinete y dentro de la coalici¨®n mayoritaria est¨¢n en el origen de las dificultades de Chirac para cortar la crisis universitaria a tiempo. Pero estas divisiones se pueden acentuar en el momento en que Chirac ha decidido dar la raz¨®n, con tanto retraso, a los estudiantes, a la oposici¨®n y al propio presidente de la Rep¨²blica.El argumento de mayor peso para no retirar la ley, esgrimido por una parte del Gobierno y por la vieja guardia del gaullismo, que era la p¨¦rdida de autoridad ante la oposici¨®n y ante la calle, ha quedado ahora invertido en sus efectos. La oposici¨®n y el movimiento de los estudiantes salen reforzados de su empecinamiento. Quedan tambi¨¦n reforzados los argumento de los enemigos de la cohabitaci¨®n, pertenezcan estos a la mayor¨ªa, como Raymond Barre y los suyos, o pertenezcan a la extrema derecha, como Jean Maria Le Pen y su Frente Nacional. Seg¨²n ¨¦stos, no es posible gobernar con la energ¨ªa necesaria en cohabitaci¨®n con un presidente socialista.
Los argumentos de quienes exaltan las bondades de esta dualidad entre un presidente socialista y un primer ministro conservador quedan tambi¨¦n reforzados en detrimento d Jacques Chirac. Seg¨²n los socialistas, el presidente es una garant¨ªa de funcionamiento de las instituciones y sirve para atemperar y arbitrar la vida pol¨ªtica francesa. Los partidarios de la cohabitaci¨®n en el seno de la mayor¨ªa quisieran, en cambio, que el papel de Mitterrand se viera limitado a "inaugura crisantemos", en frase estereotipada que sirve para explicar e papel de los presidentes de la III Rep¨²blica.
Del desenlace de la crisis surge, pues, un panorama pol¨ªtico en el que el Gobierno es m¨¢s d¨¦bil, las alternativas a la candidatura de Chirac dentro de la propia mayor¨ªa son m¨¢s plausibles y la oposici¨®n aparece con nuevas bazas hasta ahora inimaginables. Una fuerza social absolutamente nueva con la que habr¨¢ que contar a partir de ahora, surge en este panorama.
Las pr¨®ximas batallas
El movimiento estudiantil, con su victoria sobre la ley Devaquet y con la experiencia de una organizaci¨®n flexible y amplia y de una movilizaci¨®n eficaz, no ser¨¢ un elemento ajeno a las pr¨®ximas batallas pol¨ªticas tanto las que afectan directamente a la ense?anza, como las que tocan tangencialmente a la juventud, sea el c¨®digo de la nacionalidad, la ley de drogadicci¨®n o la de prisiones privadas.
Desde el punto de vista electoral, la existencia de una generaci¨®n nueva, que ha experimentado violentamente los riesgos de la lucha pol¨ªtica y el enfrentamiento con el Gobierno, contar¨¢ en las perspectivas de las presidenciales. La Coordinadora Nacional de Estudiantes hizo un llamamiento el domingo a que los j¨®venes se inscriban en las listas electorales. Andr¨¦ Fontaine, director de Le Monde, se preguntaba ayer c¨®mo el ministro del Interior no ve el riesgo que enfrenta al "lanzar en los brazos de la izquierda, a 15 meses de las elecciones presidenciales, una masa de j¨®venes principalmente despolitizados". Fran?ois Mitterrand, que aparece ante los estudiantes como garante de las libertades, puede ser el capitalizador de esta crisis.
Las caracter¨ªsticas de la nueva generaci¨®n que aparece organizada en el movimiento estudiantil no permiten pensar, sin embargo, en un elemento c¨®modo y manipulable desde la izquierda tradicional. Si bien son evidentes las simpat¨ªas hacia el socialismo, representado sobre todo por figuras como la del ex ministro Jack Lang, su car¨¢cter asambleario y espont¨¢neo lo convierte en un hueso dif¨ªcil para cualquier organizaci¨®n tradicional.
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