Los esp¨ªas imperfectos
LA ACTUAL discusi¨®n en el Reino Unido sobre los servicios de espionaje presenta un rasgo curioso: no se discute el grado de infiltraci¨®n de dichos servicios por parte de los sovi¨¦ticos, ni siquiera la acusaci¨®n de que el jefe del M15 entre 1956 y 1965, sir Roger Hollis, era un agente doble al servicio de la URSS. Lo que obsesiona al Gobierno, y lo que levanta una tormenta pol¨ªtica, es c¨®mo impedir que antiguos esp¨ªas publiquen libros contando sus experiencias y descubriendo las posibles fuentes de los desastres sufridos por el espionaje brit¨¢nico desde la II Guerra Mundial y de las reiteradas infiltraciones que ha sufrido.En Irlanda, un tribunal de Dubl¨ªn ha sentenciado, contra la demanda del Gobierno brit¨¢nico, que la editorial Brandon Press tiene el derecho constitucional a publicar y distribuir el libro La guerra de una muchacha, de la antigua agente del M15 Joan Miller. Un caso similar se est¨¢ desarrollando de manera mucho m¨¢s complicada en los tribunales australianos, en torno a las memorias de Peter Wright, agente del M15 durante veinte a?os, que ahora es ciudadano australiano y vive retirado en Tasmania. La primera ministra brit¨¢nica Margaret Thatcher envi¨® a Australia a uno de sus m¨¢s principales colaboradores, sir Robert Armstrong, secretario del Gabinete brit¨¢nico y primer consejero de la primera ministra en materias de seguridad y espionaje. Armstrong, al pretender demostrar que la publicaci¨®n del libro da?ar¨ªa a la seguridad del Reino Unido y de Australia, ha tenido que hacer frente a unos interrogatorios que le han dejado malparado. Ha basado su argumentaci¨®n en documentos secretos que se ha negado a mostrar, causando as¨ª la indignaci¨®n del juez australiano, que ha calificado su actitud de "intolerable" y ofensiva".
Por encima de esos aspectos procesales, el juicio de Melbourne ha sacado a la superficie hechos sorprendentes. En 1981 se public¨® un libro del periodista Chapman Pincher, Su negocio es la traici¨®n, que conten¨ªa pr¨¢cticamente las mismas informaciones que figuran en el que ahora quiere publicar Peter Wright, y en ¨¦l se acusa ya al jefe del M 15 hasta 1965, Hollis, como agente al servicio de la URSS. A pesar de que esa denuncia ha sido desmentida por Thatcher, ahora resulta que la publicaci¨®n del libro de Pincher fue preparada por c¨ªrculos muy cercanos al Gobierno conservador. Lord Rothschlld, antiguo oficicial del M15 y consejero muy directo de los Gobiernos conservadores, puso en relaci¨®n a Wright con Pincher, aconsej¨¢ndole que le facilitase informaciones, y Peter Wright cobr¨® la mitad de los derechos del libro publicado en 198 1. La se?ora Thatcher se ha negado a contestar a la pregunta de por qu¨¦ acept¨®, o foment¨® la publicaci¨®n del libro de Pincher, y ahora quiere impedir la del de Peter Wright.
En el trasfondo de la crisis del espionaje brit¨¢nico se encuentra un fen¨®meno m¨¢s general. Hoy los verdaderos secretos militares son desvelados por medios t¨¦cnicos, los sat¨¦lites, las escuchas, los aviones AWACS ... Muchos de los secretos industriales figuran en publicaciones especializadas. El espionaje cl¨¢sico -con la tradici¨®n literaria de creaciones como El esp¨ªa perfecto, de John Le Carr¨¦- pierde gran parte de su raz¨®n de ser. Incluso la seguridad de la RFA no parece haber sufrido de los reiterados casos de altos funcionarios reclutados por el espionaje de la RDA.
Los servicios de inteligencia se dedican cada vez m¨¢s a vigilarse e infiltrase unos a otros, a venderse rec¨ªprocamente informaciones en parte ver¨ªdicas y en parte falseadas para enga?ar al adversario. Cuanto mejores los datos que aporta una fuente, m¨¢s sospechosa, porque es alto el porcentaje de posibilidades de que est¨¦ alimentada por la otra parte. La credibilidad del espionaje como fuente de datos serios y ver¨ªdicos ha disminuido de un modo general. En cambio, son obvios los peligros para un sistema democr¨¢tico de unos servicios secretos dotados de poderes exorbitantes en nombre de la seguridad nacional- basta recordar el desprestigio que supuso para Francia el chapucero atentado contra Greeripeace en Nueva Zelanda y la p¨¦rdida de reputaci¨®n de la CIA, implicada, al parecer, en el desv¨ªo ?legal de fondos para armar a la contra, y cuya acci¨®n de sestabiliz adora en Centroam¨¦rica es evidente desde la detenci¨®n del norteamericano Eugene Hansenfus en Nicaragua. No es f¨¢cil descubrir beneficios efectivos que compensen a las grandes potencias del espionaje de todos esos da?os.
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