El Madrid encontr¨® un b¨¢lsamo en el Cajacanarias
Acudi¨® el p¨²blico al pabell¨®n a verle al Real Madrid el rostro de su crisis, al morbo de ver a los jugadores blancos con rictus de circunstancias. Pero se equivoc¨® por varios motivos. Uno, porque enfrente estaba el Cajacanarias, equipo alegre que puede producir efectos bals¨¢micos; otro, porque las crisis madridistas acostumbran a ser estacionales y, hasta ahora al menos, desaparec¨ªan de un d¨ªa para otro sin dejar rastro, como una fiebre pasajera. No fue ¨¦ste el caso de ayer, pero es que ayer el Madrid fue el de hace 20 d¨ªas, cuando no pasaba nada. Es decir, no un equipo al copo de su capacidad, pero tampoco un enfermo. Lo que s¨ª se vio fue a Larry Spriggs m¨¢s cauto, con m¨¢s detalles defensivos. Sus conversaciones con Lolo S¨¢inz parecen surtir efecto.S¨®lo sirvi¨® como comentario al margen la presencia de Corbal¨¢n vestido de paisano en el banquillo, porque a los pocos minutos el Madrid ganaba 10-0 como si nada hubiera pasado. El Cajacanarias cumpl¨ªa, en sus primeras acciones, con el t¨®pico que le adjudica una dependencia alta de su pareja de norteamericanos La diferencia estriba en que el equipo insular tiene lo que se llama una pareja, es decir dos juga dores perfectamente coordinados entre s¨ª. Ha circulado sobre manera el bulo o el dato exacto de que Phillips impuso a Harper en el equipo. Sea cierto o no, es evidente que se entienden a la perfecci¨®n. Harper recoge muchos rebotes producto de jugadas de Phillips; ambos se colocan bien, se abren hueco, intuyen las jugadas de uno contra uno. As¨ª, a los diez minutos, de los 21 tantos del Cajacanarias s¨®lo dos correspond¨ªan a un jugador nacional.
El Madrid no tuvo problemas insalvables, aunque Romay y Phillips terminaron por entrar en reyerta y lo pag¨® el espa?ol con cuatro personales. Spriggs mostr¨® su categor¨ªa en el juego cerca del aro, esta vez sin florituras, y Branson acert¨® desde los cuatro metros. Pero, como quiera que el Cajacanarias no busca la complicaci¨®n del contrario -la defensa-, sino tan s¨®lo conseguir el mayor n¨²mero de canastas posibles, el partido registr¨® una alta anotaci¨®n general (228 tantos) y un transcurso r¨¢pido y, a veces, vistoso.
La diferencia se estableci¨® en torno a los diez tantos, que es una distancia te¨®rica, pero nada m¨¢s que te¨®rica, porque es m¨¢s f¨¢cil anularla de lo que parece como dificil es conseguirla en ocasiones. Pero el Madrid dio la impresi¨®n de llevarla con holgura, por encima de la situaci¨®n real. Mientras Phillips y Harper se hartaban de anotar, los madridistas se repart¨ªan acciones sanitarias -es decir, cada cual busca reencontrarse consigo mismocomo contraataques de Iturriaga, lanzamientos de Del Corral y Branson y acciones diversas de Spriggs -pases el¨¦ctricos, entradas a canasta, mates y un porcentaje impecable de tiros libres (10 de 11)-. El Madrid jug¨® en zona muchos minutos, lo que debilit¨® su defensa, pero le evit¨® problemas de mayor fuste.
Lleg¨® el minuto 37 y el Cajacanarias se coloc¨® a siete tantos (108- 101). No hubo problema. El Madrid machac¨® en varias acciones.
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