Un 'Mes¨ªas' para la intimidad
Orquesta y Coro Nacional de Espa?aDirector: Jes¨²s L¨®pez Cobos. Director del coro: Tom¨¢s Cabrera. Solistas: Lynda Russell (soprano), Patricia Bard¨®n (mezzosoprano), Ian Caley (tenor) y Matthew Best (bajo). Teatro Real de Madrid, 28 de diciembre.
Quiere Jes¨²s L¨®pez Cobos institucionalizar en Madrid lo que constituye un h¨¢bito en otras ciudades europeas: la audici¨®n de El Mes¨ªas, de Haendel, durante los d¨ªas navide?os.
Hace a?os, la expectaci¨®n que despertaba El Mes¨ªas (como la Novena sinfon¨ªa de Beethoven), se deb¨ªa en parte a lo infrecuente de su audici¨®n en un Madrid sin otra posibilidad coral que la infatigable y benem¨¦rita formaci¨®n del maestro Benedito. Creo que el ideal, vivido por L¨®pez Cobos en Alemania, es ganar naturalidad para estas obras cimeras; desnudarlas del mito para dejarlas en su esplendorosa realidad.
La tendencia de desespectacularizar El Mes¨ªas me parece un acierto. Revela un intento de interiorizaci¨®n, de m¨²sica como compa?¨ªa adecuada en unas fechas concretas que poseen, a pesar de todas las mutaciones sociales y de todos los abusos de la mercadotecnia, su significaci¨®n y su ambiente, su incitaci¨®n a la memoria y a la intimidad. Este a?o, el ya anunciado Mes¨ªas cobr¨® un tr¨¢gico valor a?adido: L¨®pez Cobos, la orquesta y el coro quisieron dedicarlo a la memoria de Antxon Ayestar¨¢n, el director del Orfe¨®n Donostiarra muerto hace unos d¨ªas, quien tantas horas de su corta existencia consumi¨® sobre los pentagramas haendelianos hasta lograr versiones fervorosas.
Tanto L¨®pez Cobos, en su gu¨ªa para el seguimiento de El Mes¨ªas, como el autor de las notas al programa, ?lvaro Mar¨ªas, coinciden totalmente en los enfoques formales y sustantivos de la obra e inciden en algo que el cr¨ªtico, con m¨¢s a?os y m¨¢s larga biograf¨ªa, no ces¨® de apuntar: el error de suponer que El Mes¨ªas es una suma, m¨¢s o menos h¨¢bil e incluso genial, de fragmentos, cuando en realidad se trata de una pieza dram¨¢tico-sagrada espl¨¦ndidamente articulada por el equilibrio de las partes, el plan tonal, el servicio a la dramaturgia y la relaci¨®n mot¨ªvica entre unos y otros n¨²meros.
Interpretar El Mes¨ªas como un grandioso y, a la vez, ¨ªntimo tr¨ªptico, en cada una de cuyas partes se articulan a su vez tres secciones, es poner en orden lo que por naturaleza y principio lo tiene.
Por encima de todo ello se alza la capacidad expresiva de tanta y tan conmovedora fuerza y, al tiempo, tan variada en sus registros y matices. L¨®pez Cobos llev¨® El Mes¨ªas, ese Mes¨ªas que siente dentro quiz¨¢ desde los d¨ªas de su juventud, cuando trajinaba coros universitarios, con una hermosa continuidad expositiva, sin concesi¨®n alguna a la ret¨®rica (el Aleluya puede servir de ejemplo) y con acentuaci¨®n y pronunciaci¨®n musicales exactas y de intenci¨®n llana. Para L¨®pez Cobos, El Mes¨ªas es oraci¨®n antes que monumento o arquitectura sonora, pues lo concibe para la m¨¢s ¨ªntima emoci¨®n personal.
Tuvo la colaboraci¨®n de un buen cuarteto, con muchos puntos a favor de los solistas femeninos: la bien conocida soprano Lynda Russell, porque es maestra del estilo; la mezzo Patricia Bard¨®n, porque posee una materia tan bella que impacta en cuanto suena; el tenor lan Caley, con buen estilo, no luci¨® an¨¢logo atractivo t¨ªmbrico, y el bajo Matthew Best, que era mucho mejor en su registro grave que en el agudo. Tom¨¢s Cabrera demostr¨® que sabe preparar con precisi¨®n y musicalidad el coro que dirige, y la cuarentena de instrumentistas de la ONE, equilibrada con algo m¨¢s de 60 cantores, trabaj¨® con fluidez y clara belleza. El ¨¦xito, por tanto, fue grande, y el p¨²blico, que ocup¨® todo lugar vac¨ªo en el Real, incluidos escaleras y pasillos, insisti¨® en sus ovaciones y bravos.
Babelia
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