El ocio de Dios
En los a?os sesenta, el esp¨ªritu del llamado cahierismo, surgido en el seno de la revista de cine francesa Cahiers du Cin¨¦ma, la emprendi¨® a golpes, en ocasiones con fobia, contra la obra de Michelangelo Antonioni, cineasta italiano de acusad¨ªsima personalidad, formado en la fase final de la corriente neorrealista de la posguerra y que, coincidiendo con su etapa de madurez, lleg¨® a ejercer -con La aventura, La noche y Blowup- una enorme influencia en el cine europeo de hace dos d¨¦cadas.La fobia contra Antonioni -al que se lleg¨® a considerar encarnaci¨®n del Anticine, como si se pudiera respirar, en no s¨¦ qu¨¦ limbo de celuloide teol¨®gico, el tufo a azufre de los Anticristos- se amortigu¨® con su extinci¨®n de la n¨®mina de los realizadores cotizados por la industria cinematogr¨¢fica y, en edad de enfrentarse con sus proyectos m¨¢s ambiciosos, el cineasta se vio forzado a exiliarse a las cunetas de su oficio y, desde ellas, a la inactividad.
Identificaci¨®n de una mujer
Direcci¨®n: Michelangelo Antonioni. Gui¨®n Antonioni, Gerard Brach y Tonino Guerra. Fotograf¨ªa: Carlo di Palma. Int¨¦rpretes: Tomas Millan, Daniela Silverio, Christine Boisson.Versi¨®n original subtitulada. Estreno en Madrid: cine Rosales.
As¨ª permaneci¨® durante muchos a?os, a la espera de una nueva oportunidad.
?sta le lleg¨® en 1982 con Identificaci¨®n de una mujer, filme de escaso presupuesto, carencia que se percibe en las deficiencias que se observan en el reparto, encabezado por un actor, Tomas Milian, sobre el que gira todo el continuo de la pel¨ªcula y que se da de patadas con un ancho personaje, que desborda sus capacidades. Las limitaciones del actor crean en el eje del relato esa da?ina sensaci¨®n de insuficiencia que llevan aparejados los quiero y no puedo. La gran calidad de las dos mujeres que le dan la r¨¦plica a Milian -sobre todo, Christine Boisson, que encarna a la joven embarazada con tal emoci¨®n que nos hace llegar en algunas escenas a los alrededores del temblor- no logra activar la insipidez de un actor que no consigue extraer de su personaje ni la mitad de lo que intuimos que ¨¦ste nos dir¨ªa metido en el cuerpo de, para entendernos, Bruno Ganz o Marcello Mastroianni. Tal es el reverso de este notable filme.
Pero todo reverso lo es de una evidencia de signo contrario. Y en Identificaci¨®n..., por encima de la mediocridad del actor-m¨¦dium, hay cine de alt¨ªsima calidad, entre lo m¨¢s afinado de la carrera de este complejo cineasta. La escena del autom¨®vil perdido en la niebla, por poner un solo ejemplo, es un prodigio de esa misteriosa cadencia en la que Antonioni iguala a secuencias de estructura similar -un crescendo apenas perceptible que de repente se hace agobiante-, como la escena de la p¨¦rdida de M¨®nica Vitti en La aventura, la de la bajada de las cotizaciones en la bolsa de El eclipse o la del revelado de la fotograf¨ªa en Blow-up. En estas secuencias se muestra el dominador de enrevesadas l¨ªneas de montaje que es Antonioni y que hacen de ¨¦l un e?neasta fuera de norma.
La pel¨ªcula aburrir¨¢ a quienes no entren en las alquimias del estilo de Antonioni. Pero apasionar¨¢ a quienes se dejen atrapar por la invisible tela de ara?a de este hombre de im¨¢genes empe?ado en destruir sus im¨¢genes y que, al matarlas, les da en realidadiotra vida. El n¨²cleo del estilo -un estilo indisociable del universo cerrado que intenta expresar- de Antonioni se mantiene intacto en este filme de apariencia plana y de subsuelo rugoso. La met¨¢fora del ocio del creador, que es el n¨²cleo poem¨¢tico y dram¨¢tico conjugado en el filme, est¨¢ expuesta con la rriaestr¨ªa habitual en este maestro de la gradualidad, del poco a poco, del destructor de acciones humanas que sigue siendo Antonioni.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.