De Alma a a Budapest
UNA SERIE de acontecimientos recientes ha venido a recordar la importancia del problema de las nacionalidades, tanto en la evoluci¨®n interior de la Uni¨®n Sovi¨¦tica como en las relaciones entre los Estados de Europa oriental. Precisamente en el momento en que la reforma de Mijail Gorbachov empezaba a afectar a ciertos aspectos m¨¢s directamente pol¨ªticos -simbolizados por el retorno a Mosc¨² de Andrei Sajarov- estallaron en Alma Ata, capital del Kazakist¨¢n, choques entre la polic¨ªa y los estudiantes, causando muertes y una situaci¨®n tensa y confusa. Los viajes de corresponsales extranjeros a esa rep¨²blica siguen suspendidos. La causa inmediata fue la destituci¨®n del Secretario del partido, Dinmujamed Kunaev, de nacionalidad kazaka, y su sustituci¨®n por un ruso, Guennadi KoIbin. Ello provoc¨® una airada reacci¨®n nacionalista, reprimida con gran dureza.La destituci¨®n de Kunaev entra de lleno dentro en la l¨®gica del proceso de reformas que Gorbachov est¨¢ impulsando. Kunaev llevaba desde 1964 al frente de una rep¨²blica inmensa y lejana, pr¨®xima de las fronteras con China. Era el caso t¨ªpico de uno de esos "virreyes" que Breznev instalaba en puestos de poder, d¨¢ndoles amplio margen para gobernar a su antojo a cambio de un apoyo incondicional en los problemas del Estado. Ese sistema engendra arbitrariedad y favoritismo, mantiene el inmovilismo en base a la defensa de los intereses creados y es fuente de corrupci¨®n. Pero lo sintom¨¢tico es que el conflicto ha estallado al ser sustituido el veterano Kunaev por un nuevo secretario que no es kazako, sino ruso.
Ello pone de relieve el error b¨¢sico de la pol¨ªtica de nacionalidades llevada a cabo por el poder sovi¨¦tico, en contra de los principios proclamados por los comunistas antes de la toma del poder en 1917. Con la pantalla de la conveniencia de "mezclar las poblaciones", lo que se ha impuesto es el papel dominante de la nacionalidad rusa sobre las otras, alimentando los recelos "hist¨®ricamente justificados" a que se refiri¨® el propio Lenin, contra Stalin, en uno de sus ¨²ltimos escritos. Las consecuencias son m¨¢s graves en una rep¨²blica de tradici¨®n musulmana, como Kazakist¨¢n, por el impacto de los combates en Afganist¨¢n y del auge isl¨¢mico en otras regiones. La reforma de Gorbachov, su nueva manera de pensar, no podr¨¢ detenerse ante un problema de tanta importancia en la URSS como el de las nacionalidades. Su reforma estar¨¢ aquejada de un terrible lastre mientras, para introducir la novedad y la transparencia, -como ocurri¨® en Alma Ata con efectos explosivos- la soluci¨®n consista en poner a un ruso al frente de una rep¨²blica de nacionalidad kazaka.
En las relaciones entre los Estados del Este de Europa, las disputas motivadas por la existencia de minor¨ªas nacionales han sido permanentes a partir de la primera guerra mundial. Con la integraci¨®n de dichos Estados en el bloque sovi¨¦tico, despu¨¦s de 1945, la tesis oficial ha sido la de que esos problemas deb¨ªan desaparecer gracias a las "relaciones socialistas fraternales". La realidad ha sido bien diferente, y las discriminaciones de muchas minor¨ªas han continuado e incluso se han agravado. Tal ocurre con la actitud rumana hacia los dos millones de h¨²ngaros de Transilvania. Hasta hace poco, en Budapest, solamente personalidades de la oposici¨®n se hab¨ªan hecho eco de ello; estaba prohibido criticar a un "pa¨ªs hermano" y da?ar la solidaridad de la "comunidad socialista". Pero la presi¨®n de la opini¨®n p¨²blica ha obligado a un cambio de actitud oficial. El ministro h¨²ngaro de cultura, al presentar un libro de historia sobre Transilvania, ha dado recientemente car¨¢cter oficial a un problema que crea tensiones objetivas entre Bucarest y Budapest. La ocultaci¨®n de contradicciones reales, con el argumento de no debilitar la cohesi¨®n "socialista", ha surtido el efecto contrario. En este caso, las autoridades rumanas han agravado las discriminaciones antih¨²ngaras, dificultando incluso el paso de la frontera entre Hungr¨ªa y Transilvania y creando serios problemas de divisi¨®n entre familias.
Al iniciarse en noviembre pasado, en Viena, la nueva sesi¨®n de la Conferencia de Seguridad y Coopliraci¨®n Europea (CSCE), el ministro de Exteriores h¨²ngaro dio a entender, con cautela diplom¨¢tica, que problemas de este g¨¦nero podr¨ªan ser tratados en la Conferencia, lo que constituye una llamativa novedad en ese foro. Si se recuerda la regla en los pa¨ªses socialistas de considerar desviaci¨®n peligrosa cualquier intento de discutir abiertamente cuestiones conflictivas, resalta el car¨¢cter claramente positivo de que, al menos en este caso, los problemas de las minor¨ªas nacionales empiecen a salir de la clandestinidad y a plantearse de forma p¨²blica.
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