Desprecio ol¨ªmpico
EL DEPORTE Se ha ido democratizando en Espa?a a un ritmo mucho m¨¢s lento que la sociedad en su conjunto. El incre¨ªble espect¨¢culo del ¨²ltimo pleno del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Espa?ol (COE), cerrado en cat¨¢strofe tras el abandono de la sala por la mayor¨ªa de los representantes de las federaciones, constituye un reflejo del retraso en ese terreno, y, en particular de la falta de h¨¢bitos democr¨¢ticos en parte de quienes siguen dirigiendo esa importante parcela de la vida nacional.El franquismo hizo del deporte una rama de la ret¨®rica del r¨¦gimen. El objetivo de "vigorizaci¨®n nacional mediante la gimnasia y el cultivo del deporte" no lleg¨® m¨¢s all¨¢ de unas aburridas clases semanales, impartidas muchas veces por los tambi¨¦n profesores de formaci¨®n del esp¨ªpitu nacional, que eran m¨¢s adictos a la instrucci¨®n militar que a la gimnasia. En esta euforia de rid¨ªculos, entre 1939 y 1945, las tradicionales camisetas coloradas de la selecci¨®n nacional de f¨²tbol fueron sustituidas por otras de color azul. Azul mah¨®n, concretamente, como el uniforme de la Falange, cuyo fundador hab¨ªa proclamado su ideal de una Espa?a con esp¨ªritu "alegre y deportivo".
Esa forzada est¨¦tica crom¨¢tica desapareci¨® con el tiempo, pero durante decenios los deportistas siguieron, siendo tratados como menores de edad, neg¨¢ndoseles la posibilidad de contar con representantes en las federaciones correspondientes y hasta, expresamente, el derecho a recurrir ante los tribunales cuando se sent¨ªan v¨ªctimas de injusticias por parte de los dirigentes de los clubes que los hab¨ªan contratado. El paternalismo autoritario se manifest¨® tambi¨¦n en la composici¨®n de los organismos dirigentes del deporte. La Delegaci¨®n Nacional, cuyos presidente y vicepresidente eran nombrados directamente por el ministro del Movimiento, al igual que los de cada federaci¨®n, asumi¨® las tareas del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Espa?ol, entre las que figur¨®, por ejemplo, el boicoteo de los Juegos Ol¨ªmpicos de Melbourne, en 1956, en protesta por la participaci¨®n de atletas sovi¨¦ticos. S¨®lo a finales de 1976, con Benito Castej¨®n como presidente, la Delegaci¨®n Nacional de Deportes (DNP) emprendi¨® la senda de la democratizaci¨®n.
Hasta hace dos a?os, el presidente del Consejo Superior -organismo que controla, todo lo relativo al deporte, incluidas las subvenciones a las federaciones- lo era a la vez del Comit¨¦ Ol¨ªmpico, cuya ¨²nica misi¨®n es representativa ante el olimpismo mundial. Pero esa funci¨®n se convierte en trascendental en la perspectiva de los Juegos de 1992, ya que el Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI) concede la organizaci¨®n de tal evento conjuntamente a la ciudad elegida y al Comit¨¦ Ol¨ªmpico del pa¨ªs correspondiente. Alfonso de Borb¨®n es presidente del COE desde hace dos a?os y merced a una carambola. Fue elegido por el apretado margen de un voto sobre su inmediato seguidor y de cuatro sobre el tercer candidato. De forma -que el duque de C¨¢diz inici¨® su mandato con la oposici¨®n de casi dos tercios de los miembros del Comit¨¦. La composici¨®n de ¨¦ste, en la que se combinaba la representaci¨®n paritaria de, las federaciones, ol¨ªmpicas o no, con personas que deb¨ªan su puesto a su pasado en la vieja Delegaci¨®n o -como Pablo Porta- a su presencia en federaciones internacionales, posibilit¨® ese desprop¨®sito: la vieja guardia se impuso pese a no contar con m¨¢s de 28 votos.
Las federaciones m¨¢s din¨¢micas, incapaces de hacer frente de manera organizada a los sectores que auparon a Alfonso de Borb¨®n, pasaron a la oposici¨®n con un doble objetivo: revisar los criterios representativos mediante la reforma de los estatutos y forzar la dimisi¨®n del duque. Intentando abatir dos p¨¢jaros de un tiro, vincularon lo primero a lo segundo, pretendiendo resolverlo en una misma votaci¨®n. Ello permiti¨® al sector inmovilista alzarse con el santo de evitar la dimisi¨®n -recurriendo a una disposici¨®n que exige mayor¨ªa de dos tercios para hacerla efectiva y la limosna de erigirse en portaestandarte de la reforma, aprob¨¢ndola una vez que los cr¨ªticos se hab¨ªan ausentado en protesta por la negativa del duque a irse.
En los nuevos estatutos se suprimen anormalidades como que la Federaci¨®n de Tiro, de Pich¨®n cuente con tres representantes por uno s¨®lo del atletismo, o que los deportes no ol¨ªmpicos cuenten con m¨¢s votos que el conjunto de los ol¨ªmpicos. Los nuevos criterios de representaci¨®n permitir¨¢n forzar ahora la dimisi¨®n del duque mediante el voto de censura que aqu¨¦llos instituyen. En cualquier caso, es impensable que supere una nueva elecci¨®n, prevista para mediados de 1988. Un m¨ªnimo de verg¨¹enza le debiera impulsar a renunciar a prolongar por m¨¢s tiempo la absurda situaci¨®n actual. No s¨®lo porque es imposible representar algo con la oposici¨®n de la inmensa mayor¨ªa de los representados, sino porque cuanto m¨¢s tiempo tarde en irse m¨¢s se retrasar¨¢ la adecuaci¨®n de la estructura del Comit¨¦ a las exigencias de organizaci¨®n de Barcelona 92.
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