Los integristas libaneses desaf¨ªan a Reagan
Ir¨¢n refuerza su influencia sobre los grupos extremistas shi¨ªes
Husein Musawi ret¨® el pasado martes a EE UU a una especie de duelo a la antigua usanza. "Que env¨ªen a 200 de sus mejores combatientes a enfrentarse con nosotros", dijo el l¨ªder integrista liban¨¦s desde su cuartel general de Baalbek. "Nosotros estamos dispuestos a enfrentar a un musulm¨¢n con 10 norteamericanos", desafi¨®. La militancia proiran¨ª del shiismo liban¨¦s afronta la eventualidad de represal¨ªas norteamericanas por la captura de rehenes con calma y la convicci¨®n de que la primera batalla,librada en 1983 y 1984, fue perdida ya por la superpotencia.
Las declaraciones de Musawi no deben hacer pensar que se trata de un ingenuo idealista. El dirigente shi¨ª liban¨¦s, que tiene estrechos lazos con el r¨¦gimen de Jomeini, es todo lo contrario, un hombre extraordinariamente inteligente y vivaz y una de las figuras claves del largo y tortuoso enfrentamiento que sostienen Ir¨¢n y Estados Unidos sobre territorio liban¨¦s.Descontento con el tono moderado que Nabih Berri ha imprimido al principal movimiento shi¨ª liban¨¦s, Musawi encabeza una escisi¨®n: Amal Isl¨¢mico. Este grupo tiene su feudo en Baalbek, en el Valle de la Bekaa, al este de Beirut.
Los servicios de espionaje y algunos medios de comunicaci¨®n norteamericanos han citado a Musawi en relaci¨®n con los secuestros de occidentales en L¨ªbano y los atentados con explosivos que sacudieron Kuwait en diciembre de 1983. ?l siempre ha negado su participaci¨®n en estas acciones, pero nunca las ha condenado.
Musawi afirma ahora que Terry Waite, el desaparecido enviado del arzobispo de Canterbury, no est¨¢ en sus manos, y a?ade que si Estados Unidos ataca L¨ªbano "no conseguir¨¢ nada". "La sangre vertida no har¨¢ m¨¢s que aumentar el odio y el rechazo", dice.
Tambi¨¦n Teher¨¢n ha desmentido oficialmente que Waite est¨¦ en poder de los pasdaran o guardianes de la revoluci¨®n, basados en Baalbek. Los pasdaran colaboran con el grupo de Musawi y han establecido su sede en el cuartel Sheik Abdula. Ellos se consideran m¨¢s misioneros que luchadores y, entre otras cosas, han construido un moderno hospital Jomeini en el antiguo hotel Jayam.
L¨ªbano es el ¨²nico territorio ¨¢rabe donde Ir¨¢n ha afianzado una s¨®lida influencia. En ese pa¨ªs sostiene una soterrada competici¨®n con uno de sus escasos aliados, Siria, considerada por casi todo el mundo como la potencia hegem¨®nica.
Los retratos de Jomeini se duplicaron o triplicaron en 1986 en el L¨ªbano musulm¨¢n; nuevas mujeres shi¨ªes adoptaron el negro chador; beber alcohol se hizo m¨¢s arriesgado, y los contados occidentales que a¨²n lo habitaban se sintieron m¨¢s extra?os, no s¨®lo por los secuestros sino por la islamizaci¨®n de la sociedad.
Ir¨¢n influye directamente en la segunda corriente shi¨ª libanesa, el Hezbol¨¢ o Partido de Dios, poderoso en el sur y en los suburbios musulmanes de Beirut. La militancia de Hezbol¨¢ no cesa de aumentar, as¨ª como el prestigio de su l¨ªder espiritual, el religioso Mohamed Husein Fadlal¨¢, de 51 a?os casado y padre de 11 hijos.
Fadlal¨¢ ha sido descrito como "m¨¢s pensador que activista". Es portador, como Jomeini, del turbante negro que le proclama sayed o perteneciente al linaje del profeta Mahoma. En 1985 escap¨® a un brutal atentado con coche bomba que caus¨® m¨¢s de 80 muertes. Para el shi¨ªsmo liban¨¦s proiran¨ª, no cabe duda de que el ateritado fue promovido por los servicios secretos norteamericanos.
Por el contrario, Nabili Berri, l¨ªder de la principal milicia shi¨ª, Amal, gana de d¨ªa en d¨ªa nuevas sospechas entre: sus correligionarios. Le encuentran demasiado laico y seguidor del estilo burgu¨¦s occidental.
La guerra de los campamentos opone afedayin palestinos y milicianos de Amal y ha reforzado el prestigio iran¨ª en los asuntos libaneses. La lejana Rep¨²blica isl¨¢mica adopta una posici¨®n neutral en lo que llama "batalla entre musulmanes", y ello le privilegia frente a otros mediadores. Sirla toma claro partido por sus aliados de Amal y contra los palestinos seguidores de Yasir Arafat. Libia es odiada por todas las corriente shi¨ªes libanesas desde que en su suelo desapareci¨® el venerado imam Musa Sadr.
Husein Sheikelislam, viceministro iran¨ª de Exteriores, ha sido el promotor de los escasos altos el fuego m¨¢s o menos respetados por las dos partes.
Fadlal¨¢ llam¨® a Yihad Isl¨¢mica "organizaci¨®n telef¨®nica". Quer¨ªa decir que no existe como grupo organizado, sino que es un nombre que usan militantes clandestinos shi¨ªes para reivindicar sus golpes m¨¢s espectaculares, como la destrucci¨®n, el 23 de octubre de 1983, del cuartel general norteamericano de la,Fuerza Multinacional de Paz, en Beirut.
Ahora la comunidad shi¨ª afronta con calma la eventualidad de represalias norteamericanas por la ¨²ltima oleada de secuestros. Los grupos clandestinos que aseguran que tienen los rehenes han anunciado su traslado a "lugares seguros" y han amenazado con "ejecutarlos" si un solo proyectil estadounidense cae en L¨ªbano.
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