Soberan¨ªa y democracia
Al sur de Centroam¨¦rica parece enarbolarse en las ¨²ltimas semanas la bandera de la democracia como forzosa condici¨®n para la paz en el agitado istmo.La vida democr¨¢tica centroamericana no cabe duda que padece una mayor¨ªa de edad limitada. Guerras civiles, intervenciones extranjeras, golpes de Estado y dictaduras militares han interrumpido el desarrollo y profundizaci¨®n de las libertades por las cuales partidos liberales, socialcristianos, conservadores y de izquierdas han luchado por la v¨ªa c¨ªvica o armada. De Norte a Sur, desde Guatemala hasta Costa Rica, la sociedad de cinco naciones a¨²n se ve inmersa en agudas convulsiones sociales no alejadas del fen¨®meno intervencionista en sus expresiones econ¨®micas, pol¨ªticas y militares. Las Administraciones norteamericanas, a fin de mantener el control en lo que han denominado traspatio, han ensayado desde el derrocamiento de Gobiernos electos democr¨¢ticamente, como el de Jacobo Arbenz en Guatemala, hasta la creaci¨®n de dinast¨ªas militares, como la de los Somoza en Nicaragua.
Los intereses geopol¨ªticos establecidos por la pol¨ªtica exterior estadounidense tuvieron como consecuencia el desarrollo de grupos sociales que pol¨ªticamente concedieron terreno y espacio a las multinacionales norteamericanas. La dependencia unilateral fue cercando la alternativa nacionalista y soberana que la intelectualidad liberal, influenciada por corrientes europeas, proclamaba frente al entreguismo de las minor¨ªas terratenientes.
La d¨¦cada de los a?os cuarenta y cincuenta, una vez retirados los marines de Nicaragua, es la ¨¦poca de la denuncia social por la desmedida explotaci¨®n de las compa?¨ªas norteamericanas que agotaban aceleradamente las riquezas del suelo, sin beneficio alguno para los capitales nacionales. Hambre y miseria constitu¨ªan los saldos de injustas relaciones econ¨®micas liquidadoras de la soberan¨ªa centroamericana.
El incremento de la presencia norteamericana en la regi¨®n, como respuesta al fen¨®meno de la revoluci¨®n cubana, lejos de lograr el desarrollo econ¨®mico de los cinco pa¨ªses, ha provocado el enriquecimiento de escasas familias y elites de una oficialidad militar educada en West Point. Ello ha provocado tensiones entre los pa¨ªses vecinos, sobre todo a ra¨ªz de la desaparici¨®n de modelos dictatoriales, protectores de agotados sistemas pol¨ªticos defensores de intereses extranjeros, present¨¢ndose la posibilidad de un conflicto regional que pone en peligro la estabilidad latinoamericana. Igual que en los a?os de la gesta bolivariana, Am¨¦rica Latina responde unida ante dicho peligro, y frente a la soluci¨®n militar presenta una alternativa pacificadora que, a trav¨¦s del di¨¢logo, busca la convivencia entre cinco naciones bajo recios criterios de autodeterminaci¨®n y soberan¨ªa, bases fundamentales del Acta de Contadora.
Una alternativa v¨¢lida
Pese a los frustrados intentos de la Administraci¨®n Reagan, los cancilleres de Contadora y el Grupo de Lima, acompa?ados de los secretarios generales de la ONU y la OEA en su reciente periplo por Am¨¦rica Central, han demostrado que la alternativa sigue siendo v¨¢lida y vigente para la obtenci¨®n de la paz en la regi¨®n. No se obtuvieron resultados inmediatos para garantizar la estabilidad de una zona del mundo en la que cada uno de los pa¨ªses que la componen padece serios conflictos sociales, pero su presencia record¨® la existencia de una alternativa latinoamericana preparada para continuar escudri?ando f¨®rmulas y mecanismos que contin¨²en evitando el estallido de un conflicto militar.
La gesti¨®n de paz se ha encontrado con un nuevo obst¨¢culo, el peligro de la ideologizaci¨®n del conflicto a partir de la competitividad por valores pol¨ªticos que la Administraci¨®n Reagan intenta legitimar bajo los conceptos de democracia y libertad.
En una regi¨®n en la cual no todas las ideolog¨ªas pol¨ªticas tienen libertad de acci¨®n, las huelgas en las zonas bananeras sancionadas con represi¨®n, comunidades ind¨ªgenas luchando por mejores condiciones de vida, maniobras militares de Estados Unidos que intoxican los aires pacificadores y medios de comunicaci¨®n que rechazan Contadora, no se puede hablar de aplicaci¨®n total de reg¨ªmenes democr¨¢ticos y a partir de ello obligar a uno de los pa¨ªses en conflicto a imitar modelos de democracias limitadas.En medio del peligro que conlleva enjuiciar lo que ocurre en casa del vecino, valdr¨ªa la pena reconocer la voluntad de la vecindad por el respeto a las libertades democr¨¢ticas que aseguren a sus respectivas sociedades la superaci¨®n del hambre hist¨®rica, el analfabetismo, el endeudamiento externo, etc¨¦tera, y otras lacras que la dependencia ha engendrado. El ejercicio democr¨¢tico centroamericano implicar¨ªa entonces el establecimiento de condiciones que garanticen una identidad social propia capaz de administrar las voluntades mayoritarias de sus pueblos.
El aislamiento y la pol¨ªtica de bloques no es el mejor camino para convivir con una Nicaragua que intenta romper su dependencia hist¨®rica. Las nuevas relaciones con Am¨¦rica Latina, Europa y otras regiones del mundo le han reportado s¨®lo beneficios que no deber¨ªan provocar alarma entre los pa¨ªses vecinos. La convivencia centroamericana, el desarrollo democr¨¢tico en cada uno de sus pa¨ªses y su desarrollo econ¨®mico ser¨ªan resultantes de pol¨ªticas libres de chantajes, presiones y dem¨¢s relaciones dependientes que otro vecino, el sexto, contin¨²a imponiendo.
Soberan¨ªa y democracia son, pues, elementos dial¨¦cticos unidos, razones hist¨®ricas defendidas en Centroam¨¦rica por generaciones que precedieron a las actuales. Principios entendibles en otras regiones del mundo, como al sur de Europa, donde la soberan¨ªa es imprescindible elemento para el entendimiento y la convivencia con los Gobiernos de pa¨ªses m¨¢s desarrollados y poderosos militarmente.
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