Una joya de Col¨®n
Al leer con cierto retraso -en EL PA?S del 31 de enero, en la p¨¢gina 12 del suplemento Negocios, el art¨ªculo Herederos de Col¨®n, suscrito por Martha Zein, me di cuenta de un error que ni por ser repetido hasta la saciedad se torna verdad. Por dos veces se refiere el articulista a las joyas de la corona o las "joyas que Isabel la Cat¨®lica proporcion¨® a Col¨®n" (para subvencionar el viaje del Descubrimiento). Hernando Col¨®n, hijo de Crist¨®bal Col¨®n, dice en el cap¨ªtulo XV de la Vida del almirante (y aqu¨ª reside el origen de la leyenda) que la reina cat¨®lica "estaba dispuesta a que sobre las joyas de su c¨¢mara seluscase prestada la cantidad de dinero necesaria para hacer tal armada. Pero Sant¨¢ngel [se trata del converso Luis de Sant¨¢ngel, escribano de raci¨®n], visto el favor que le hac¨ªa la reina al aceptar por consejo suyo lo que hab¨ªa rechazado por el de otros, respondi¨® que no era menester empe?ar las joyas, porque ¨¦l har¨ªa peque?o servicio a su alteza prest¨¢ndole de su dinero".Sabemos hoy por un documento del Archivo de Simancas (Contadoria mayor, primera ¨¦pocas. 131, "Relaci¨®n de los alcances que se hacen de las quentas de la Hermandad a Luys de Santangel e Francisco Pinelo, de cada quenta, por si, e del descargo e del alcance l¨ªquido que queda"), que se acredit¨® a Sant¨¢ngel y a Pinello, genov¨¦s como Col¨®n, 1,14 millones de maraved¨ªes "prestados a sus altezas para el despacho de Crist¨®bal Col¨®n Alinirante" (c¨¦dula real de 2 de mayo de 1492). Mucho m¨¢s podr¨ªa decirse sobre el tema y sobre las finanzas del Descubrimiento, pero, por brevedad, y porque es urgente decirlo, no hay que hablar de las joyas que Isabel jam¨¢s proporcion¨® a Col¨®n (y probablemente porque no le restar¨ªan muchas, empe?adas como estaban anterioremente -1489- para pagar a los que cercaban Baza).-
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