Un sitio para cada cual
Don Jos¨¦ Luis Leal, colaborador habitual de este diario, no suele, seg¨²n confiesa, polemizar a prop¨®sito de sus art¨ªculos. Una nota firmada por m¨ª en la secci¨®n de Cartas al Director le ha movido a la excepci¨®n. He de confesar que me ha sorprendido la virulencia del tono en la respuesta -quiz¨¢ por su reconocido car¨¢cter inhabitual- que se me dedica, bajo el t¨ªtulo de 'Cada cual en su sitio'. No obstante, la pol¨¦mica tiene inter¨¦s como oportunidad de matizaci¨®n en un tema que muchas veces no alcanza la presencia que merece en los medios de comunicaci¨®n, oportunidad que, por cierto, aprovecha el propio ofendido articulista para aclarar que el 0,25% sobre el PIB al que se refer¨ªa en su trabajo de 13 de diciembre corresponde s¨®lo al conjunto de las empresas espa?olas y no al total del esfuerzo nacional en I+D, como f¨¢cilmente podr¨ªa inferirse de la redacci¨®n inicial que motiv¨® mi carta.La extensi¨®n que me brinda esta tribuna me permite aclarar aqu¨ª que el informe OCDE al que el se?or Leal se refiere fue solicitado por la Administraci¨®n para que el alto organismo evaluara la situaci¨®n del sector, en el que se advert¨ªan disfunciones y carencias impropias de un pa¨ªs desarrollado. Evidentemente, el deseo de profundizar en el an¨¢lisis, recurriendo a expertos externos, obedece a una sensibilidad previa y a todo un esp¨ªritu renovador del sistema cuyas acciones m¨¢s destacadas mencionar¨¦ m¨¢s adelante. Quede constancia de que esa preocupaci¨®n no existi¨® en Gobiernos anteriores, por lo que hasta el presente los datos m¨¢s pr¨®ximos en el tiempo corresponder¨ªan a 1970.
Deficiencias
El informe viene a subrayar deficiencias repetidamente detectadas, presupuestos escasos, d¨¦ficit de personal cient¨ªfico-investigador, descoordinaci¨®n. Los propios expertos reconocen, sin embargo -como ya se?alaba brevemente en la carta- que sus conclusiones han de ser matizadas en el plazo de seis meses, ya que la evoluci¨®n de la pol¨ªtica cient¨ªfica espa?ola ha sido tan r¨¢pida que algunos datos han quedado obsoletos, especialmente aquellos que guardan relaci¨®n con el desarrollo de la ley de Fomento y Coordinaci¨®n General de la Investigaci¨®n Cient¨ªfica y T¨¦cnica.
Posiblemente, el error principal del se?or Leal es hacer balance sobre los datos obtenidos en una carta, desentendi¨¦ndose del antes, del despu¨¦s y de la tendencia que se manifiesta en el proceso. Es cierto que en Espa?a se gasta poco en investigaci¨®n; no lo es menos que en el anterior per¨ªodo legislativo la Administraci¨®n ha duplicado la inversi¨®n; el personal investigador es escaso, y para afrontar este d¨¦ficit los presupuestos del Plan de Formaci¨®n de Personal Investigador han crecido un 172,3% en el mis mo per¨ªodo; la descoordinaci¨®n del esfuerzo p¨²blico ha encontrado su causa en la reciente promulgada ley de Fomento; se han fijado prioridades; se ha producido el ingreso en organismos cient¨ªficos internacionales, como el CERN, el Laboratorio Europeo de Biolog¨ªa Molecular y la fuente de radiaci¨®n Sincrotron; parale lamente, se han lanzado dos proyectos para poner en marcha centros nacionales de biotecnolog¨ªa y microelectr¨®nica. Algo se ha hecho en estos cuatro a?os y algo est¨¢ cambiando en este pa¨ªs en lo que a ciencia se refiere. Aun en el contexto de las repetidamente advertidas deficiencias, entre 1983 y 1986 la contribuci¨®n espa?ola a la ciencia mundial. ha aumentado en comparaci¨®n con el resto de los pa¨ªses desarrollados de forma notable; en todas las ¨¢reas se han registrado crecimientos superiores al 23%, y en algunas se ha superado el 50%. En el per¨ªodo de referencia, por ejemplo, el Reino Unido registr¨® descensos de relevancia. Nuestro pa¨ªs ocupa ya excelentes posiciones en campos como la biolog¨ªa molecular y la f¨ªsica te¨®rica, en los que se sit¨²a entre los 10 primeros del mundo. El pasado a?o hemos constatado la proximidad de cient¨ªficos espa?oles en los trabajos que han dado lugar a los Premios Nobel de F¨ªsica y Medicina. Son hechos cuya relevancia cada cual juzgar¨¢ como crea oportuno, pero que no dejan ?ugar a dudas sobre el sentido de la tendencia: con dificultades, con carencias seculares, vamos hacia adelante en los dominios de la ciencia y el desarrollo tecnol¨®gico. Separemos de una vez el an¨¢lisis riguroso que hace patente un abigarrado conjunto de carencias, al tiempo que sugiere iniciativas para desterrarlas, de la agorera salmodia que recita males entintados con el fatalismo del destino.
Vuelve don Jos¨¦ Luis Leal a insistir en la bondad de f¨®rmulas de desgravaci¨®n fiscal como medio de incentivar la I+D en la empresa. Con mayor humildad a¨²n que en la ocasi¨®n precedente, le recomiendo la lectura del trabajo investigador que al respecto publicaron en Research Policy, 14, 97-107, los.economistas Mansfield (universidad de Pennsylvania) y Switzer (universidad de Montreal). Para los lectores de EL PA¨ªS, resumo simplemente sus conclusiones: el sistema que se ven¨ªa aplicando en Canad¨¢, Estados Unidos. y Suecia, principalmente, revela que las subvenciones fiscales aumentaron tan s¨®lo un 37. las inversiones de I+D; un porcentaje tres o cuatro veces inferior al que la Administraci¨®n perdi¨® en concepto de impuestos para esta partida. Las empresas consultadas admitieron haber falseado sus presupuestos en este cap¨ªtulo, hasta el 14% del total del gasto; finalmente, los investigadores advierten que este sistema distorsiona las estad¨ªsticas del sector. Por todo ello, la f¨®rmula de incentivaci¨®n fiscal se manifiesta claramente ineficaz y desaconsejable. El estudio, recordemos, est¨¢ referido a tres pa¨ªses donde la conciencia ciudadana y la transparencia fiscal se encuentran a considerable distancia de las nuestras. Es ¨¦ste un tema de debate candente, hasta el punto de suscitarse con frecuencia en la Prensa diaria de los pa¨ªses comunitarios (el pasado 21 de enero, el belga Le Soir publicaba una reflexi¨®n a prop¨®sito de ello titulada "Le d¨¦bat: incitants ou subsides?"; profundizar en ¨¦l tiene hoy un considerable inter¨¦s.
Dos puntos
Sin pretender rebatir exhaustivamente el art¨ªculo, quedan dos puntos de obligada respuesta. Denuncia la acumulaci¨®n de recursos econ¨®micos en el CSIC y en la Direcci¨®n General de Investigaci¨®n Cient¨ªfica y T¨¦cnica del MEC. Expliquemos en este ac¨¢pite que la existencia de un fondo para investigaci¨®n cient¨ªfica genera una competitividad basada en la presentaci¨®n de proyectos que son evaluados seg¨²n criterios de calidad por grupos de expertos an¨®nimos, de acuerdo con mecanismos establecidos en los pa¨ªses m¨¢s avanzados cient¨ªficamente. La alternativa no es otra que el anterior caf¨¦ para todos, sustentada en pr¨ªncipios muy alejados de la modernidad. El Ministerio de Educaci¨®n ha fornentado conscientemente esa pol¨ªtica de incentivaci¨®n seg¨²n criterios de calidad, para utilizarla como instrumento de diferenciaci¨®n de universidades, que en el pleno ejercicio de su autonom¨ªa pueden obtener recursos por procedimientos ensolerados en los pa¨ªses a los que pretendemos equipararnos.
Para concluir y quiz¨¢ explicar el sentido de la par¨¢frasis que da t¨ªtulo a estas l¨ªneas, desear¨ªa poner alg¨²n punto en la velada descalificaci¨®n que hacia mi persona se hace al recomendar que no sean pol¨ªticos los que se ocupen de estos menesteres de gesti¨®n cient¨ªfica. Sin renunciar a mi esencia pol¨ªtica, 25 a?os de ininterrumpida actividad investigadora, de alguna forma reflejada en un centenar de art¨ªculos publicados en revistas de prestigio internacional, la experiencia en cargos anteriores, como el de vicepresidente del CSIC, o el haber sido elegido presidente del Comit¨¦ de Altos Funcionarios de Cooperaci¨®n Cient¨ªfica y T¨¦cnica de las Comunidades Europeas, creo que alg¨²n aval deber¨¢ aportar a la simple categorizaci¨®n de pol¨ªtico.
Tiene toda la raz¨®n don Jos¨¦ Luis Leal cuando afirma que una Administraci¨®n dempcr¨¢tica es la que escucha a los administrados y agradece sus cr¨ªticas. Por supuesto que no acaban aqu¨ª sus deberes, y el de'informar cumplidamente de sus acciones figura entre ellos; no es otra la intenci¨®n que gu¨ªa estas l¨ªneas, que, en alguna medida, conf¨ªo atemperen las iras que las han motivado.
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