Un a?o sin Olof Palme
Suecia asume el fin de la etapa que represent¨® el primer ministro asesinado
La ilusi¨®n de creer que Suecia, tras muchos a?os de paz interna y externa, sin conflictos sociales violentos, estaba definitivamente inmunizada contra males de los que s¨®lo hab¨ªa sido espectadora.De ah¨ª que el impacto de esa muerte tuviera una carga mayor, porque si bien Palme no era el ¨²nico constructor de ese peque?o mundo sueco sin contrastes violentos entre pobres y ricos y con una consolidada estabilidad institucional, era para muchos la garant¨ªa de su continuidad. Si bien nadie esperaba cambios espectaculares, traum¨¢ticos, fue evidente un difuso sentimiento generalizado de incertidumbre ante el futuro.
Un a?o es un plazo demasiado breve para responder con certeza a aquellos interrogantes. Si el observador se atiene a los datos fr¨ªos de la realidad podr¨ªa decirse con bastante verosimilitud que nada ha cambiado. Si atiende, en cambio, a indicios menos concretos que un indicador econ¨®mico o un discurso pol¨ªtico, puede concluirse que quienes montaron la operaci¨®n de su muerte fueron selectivos. Sab¨ªan quiz¨¢s que es cierto que las ideas no se matan, pero seguramente tambi¨¦n que la eliminaci¨®n de un hombre puede influir en un proceso hist¨®rico.
La elecci¨®n, de Ingvar Carlsson en la doble funci¨®n de primer ministro y l¨ªder del Partido Socialdem¨®crata se cumpli¨® sin dificultades. Unidas por el dolor y la responsabilidad de la situaci¨®n imprevistamente creada, las estructuras de partido actuaron con responsabilidad y disciplina. Catorce horas despu¨¦s de la muerte de Palme ya estaba elegido su sucesor.
Hasta ahora no han surgido disensiones graves ni ha habido fraccionamientos en el partido. S¨ª, acaso, disconformidad de algunos sectores con respecto a la soluci¨®n de problemas concretos. Con peque?as variantes, las encuestas de opini¨®n siguen mostrando que la credibilidad del partido entre sus electores se mantiene.
Bazas a favor
El Gobierno sueco ha contado a su favor con una h¨¢bil conducci¨®n econ¨®mica y una coyuntura internacional favorable que le han permitido armonizar las ganancias de las empresas con una situaci¨®n laboral de tranquilidad. Se le ha reprochado, sin embargo, el que haya realizado una pol¨ªtica econ¨®mica m¨¢s cercana a las condiciones "burguesas" que a las "socialistas'.En el plano nacional, el tono de los enfrentamientos pol¨ªticos ha perdido la virulencia que caracteriz¨® a la sistem¨¢tica campa?a llevada contra Olof Palme por los principales medios de comunicaci¨®n hasta el d¨ªa de su muerte. El Gobierno de Carlsson ha continuado en lo esencial las directrices trazadas por su antecesor, pero ha preferido soluciones de compromiso con alguno de los partidos del bloque burgu¨¦s, antes que el choque frontal.
Ha sido significativo el acuerdo logrado con el Partido Liberal sobre el presupuesto de Defensa y hay indicios de que esa coincidencia con los liberales podr¨ªa profundizarse de cara a las elecciones y a un eventual gobierno posterior.
En el plano internacional es quiz¨¢s donde la ausencia de Palme se ha hecho sentir con mayor fuerza. En lo esencial, la pol¨ªtica sigue siendo la misma. Sobre los temas m¨¢s candentes de la actualidad internacional, sean Sur¨¢frica, Centroam¨¦rica, el desarme o el peligro nuclear, los portavoces del Gobierno sueco han sostenido en los diferentes foros las viejas posiciones de Palme.
Pero quiz¨¢s esta pol¨ªtica ha perdido fuerza interna para enfrentarse a quienes piensan y actuan con esp¨ªritu m¨¢s beligerante que neutral en los conflictos internacionales. Ello sin perjuicio de reconocer que la experiencia de Palme, su conocimiento y su pr¨¢ctica en estas materias le permit¨ªan impulsar con m¨¢s fuerza sus iniciativas.
En otro foro importante, la Internacional Socialista (IS), la ausencia de Palme ha significado una baja sensible. La composici¨®n de la IS es amplia y muy diversa y tambi¨¦n lo es su espectro de opiniones. La identificaci¨®n de Palme con los intereses de los pueblos y pa¨ªses del Tercer Mundo era una garant¨ªa para ¨¦stos y su opini¨®n, junto a la de Willy Brandt fue muchas veces decisiva.
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