Pen¨²ltimo acto del 'Irangate'
EL INFORME que acaba de hacer p¨²blico la comisi¨®n encabezada por el senador republicano John Tower es pol¨ªticamente abrumador para el presidente Ronald Reagan. Encargada de investigar el funcionamiento del Consejo Nacional de Seguridad, sus conclusiones ponen de relieve que Reagan dej¨® en manos de colaboradores incompetentes y sin escr¨²pulos cuestiones esenciales de la pol¨ªtica exterior y de seguridad de EE UU, de tal forma que el Consejo Nacional de Seguridad llevaba incluso a cabo acciones contrarias a principios fundamentales de esa pol¨ªtica. Entre otras, el teniente coronel North manejaba desde la Casa Blanca una red de ayuda a la contra en un momento en que las leyes prohib¨ªan tal ayuda. North, que lleg¨® a ser calificado por Reagan como h¨¦roe nacional, aparece en el informe de la comisi¨®n Tower como un manipulador de baja estofa sin ning¨²n respeto a la ley.La comisi¨®n emite una opini¨®n favorable para Reagan en una cuesti¨®n delicada. Acepta que ¨¦ste ignoraba muchas cosas y que, por tanto, no est¨¢ demostrado que enga?ase voluntariamente al pueblo norteamericano cuando, en su conferencia de prensa de noviembre pasado, hizo declaraciones que luego resultaron falsas. Se trata de una diferencia sustancial con el caso Watergate, en el que Richard Nixon organiz¨® de modo consciente actos que violaban la ley y luego pretendi¨® encubrirlos. Sin embargo, la comisi¨®n Tower critica, a veces de forma expl¨ªcita, el estilo "laxo" dado al ejercicio de la presidencia por Reagan, excesivamente inclinado a manejar sumarios informes de dos o tres folios y siempre reacio a descender a los detalles de la pol¨ªtica elaborada por sus colaboradores. El senador Tower, en la conferencia de prensa que sigui¨® a la presentaci¨®n del informe, dej¨® clara la responsabilidad del presidente al asegurar que, si Reagan hubiera seguido los acontecimientos m¨¢s de cerca, probablemente muchos de los errores cometidos no se hubieran producido.
Existe bastante coincidencia en los c¨ªrculos pol¨ªticos de Washington sobre la necesidad ineludible que tiene ahora Reagan de responder a la comisi¨®n y de demostrar ante el pa¨ªs que sigue capacitado para ocupar el cargo. Un primer paso ha sido la sustituci¨®n de su jefe de gabinete, Donald Regan, cuyo cese se daba por descontado incluso antes de la publicaci¨®n del informe Tower.
Despu¨¦s de que varios amigos personales rechazaran el ofrecimiento, Reagan ha encontrado un oportuno sustituto en el ex jefe de la mayor¨ªa republicana en el Senado, Howard Baker. El nuevo jefe de gabinete, un pol¨ªtico experimentado bien visto en medios del Congreso, puede ayudar a suavizar las tensiones que sin duda van a producirse entre la Casa Blanca y unas c¨¢maras dominadas por los dem¨®cratas y ¨¢vidas de investigar en profundidad las acciones de los fontaneros del presidente, quienes fueron calificados el jueves mismo de "cowboys ideol¨®gicos" por un congresista dem¨®crata.
Pero esa medida conciliadora no es considerada suficiente por un pueblo norteamericano que se siente enga?ado por quien hasta ahora ha basado en la noci¨®n de honestidad la mayor parte de su capital. pol¨ªtico. Desde que estall¨® el esc¨¢ndalo, hace tres meses, sus escasos discursos y declaraciones han sido otras tantas decepciones para sus partidarios. Para la semana pr¨®xima est¨¢ previsto que el presidente se pronuncie p¨²blicamente sobre las conclusiones del informe. No parece que Reagan tenga otra v¨ªa que la de asumir la responsabilidad de una pol¨ªtica exterior catastr¨®fica y reconocer que ha cometido errores graves. Hasta ahora se ha negado a hacerlo, y quiz¨¢ sea ya demasiado tarde para recuperar con un gesto una imagen tan marchita.
Pero aun admitiendo que el presidente lograse recuperar parte de la iniciativa perdida, los Gobiernos europeos no pueden ignorar los problemas que va a entra?ar la presencia en los dos pr¨®ximos a?os al frente de EE UU de un Ronald Regan deteriorado. Ser¨¢n a?os decisivos en cuestiones de m¨¢xima importancia, como las negociaciones de desarme, las relaciones con una Uni¨®n Sovi¨¦tica en evoluci¨®n, y la posibilidad de nuevas iniciativas sobre Oriente Pr¨®ximo. Por ello, esta crisis es causa de preocupaci¨®n m¨¢s all¨¢ de las fronteras norteamericanas.
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