Raza de 'bailaores'
La Junta Municipal de Chamart¨ªn (Madrid) ha celebrado su segundo Ciclo Flamenco, con cuatro sesiones interesantes, alguna de ellas m¨¢s por la oportunidad de ver a unos artistas no habituales en los circuitos del espect¨¢culo que por la calidad art¨ªstica en s¨ª de los mismos. Es el caso, por ejemplo, de la familia de los Rubios, donde el mayor inter¨¦s era o¨ªr a Antonio el Rubio, creador de un fandango personal que se ha popularizado, aunque ¨¦l hace ya muchos a?os que no act¨²a profesionalmente; o el de Isidro el Mono, un bailaor retirado hace tiempo.La guitarra fue el tema de la sesi¨®n dedicada a Antonio Losada, gitano, tocaor y guitarrero; es decir, constructor de guitarras. Esta faceta fue en realidad la protagonista de su actuaci¨®n, porque Losada present¨® el instrumento por ¨¦l creado en que introduce una modificaci¨®n que parece ser mejora considerablemente la afinaci¨®n de las guitarras. Despu¨¦s de la exposici¨®n verbal, Losada hizo una demostraci¨®n de toque, secundado por su hijo Jes¨²s el Roman¨ª, que se manifiesta ya como un excelente guitarrista.
Segundo Ciclo de Chamart¨ªn
Los Rubios, lsidro el Mono, Antonio Losada y Los Pelaos. Madrid, Centro Cultural Nicol¨¢s Salmer¨®n, del 11 al 14 de marzo
Efectismos artificiosos
Hubo una segunda parte de baile, a cargo de Yolanda Rom¨¢n, con el toque de Pepe Rom¨¢n y Antonio Losada, y el cante de Jes¨²s el Almendro, Antonio Morales y Salmer¨®n. Yolanda es una buena bailaora, sobre todo de pies, muy t¨¦cnica, con gran capacidad de ejecuci¨®n. Ser¨¢ una bailaora excelente el d¨ªa que se olvide de efectismos artificiosos para entregarse por derecho a la verdad del baile. En la ca?a, por ejemplo, sobran las casta?uelas, y, si no quiere renunciar a ellas, sobran, desde luego, los par¨¦ntesis de concierto que hace en el baile. Igualmente efectista el toque de su padre y el cante en esta ocasi¨®n de El Almendro, Morales y Salmer¨®n, quienes insisten en partes corales y en alternar un tercio cada uno, todo ello bastante heterodoxo en flamenco.Espl¨¦ndida la noche de Los Pelaos. Raza de bailaores, esos cuatro hombres hacen un baile ceremonioso, ritual, solemne, lejos de la frescura original, pero rayando en la perfecci¨®n y, a veces, la genialidad. Pelao Chico, por tangos; Ricardo el Veneno, por alegr¨ªas; Toni el Pelao, en la ca?a, y Fa¨ªco, por soleares, bordaron literalmente p¨¢ginas de una belleza y una calidad eminentes. Las mujeres de la familia les secundaron con solvencia.
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