Hugo s¨ª, Hugo no
La afici¨®n del Madrid anda metida en dudas sobre si Hugo S¨¢nchez debe jugar o no esta noche. El propio club parece desconcertado al respecto. Hugo est¨¢ dispuesto a jugar, pese a sufrir una distensi¨®n de ligamentos. El doctor Mart¨ªnez, otrora conocido como Pirri, cree que tal cosa ser¨¢ posible, pero es cauteloso. Leo Beenhakker, entrenador, es m¨¢s cauteloso a¨²n, y dice que, si se tratara de un partido de Liga, el mexicano no jugar¨ªa.La duda es razonable. El Madrid tiene ante s¨ª una tarea dificil: ganar a la fuerza por dos goles o m¨¢s a un buen equipo. Lo de los goles tiene importancia, porque la necesidad de alcanzar una diferencia permite al rival especular con el resultado. El Madrid ha hecho c¨¦lebres en los dos ¨²ltimos a?os sus remontadas en partidos de este tipo, hasta el punto de hacer sentir a sus aficionados que cualquier resultado contrario era superable. Pero en todos los casos estas remontadas han venido impulsadas por un elemento m¨¢gico, por una especie de comuni¨®n espiritual entre la hinchada y el equipo. Esa comuni¨®n alcanza el nivel de una complicidad fan¨¢tica que provoca en el equipo rival el sentimiento que Valdano defini¨® acertadamente como miedo esc¨¦nico. Y consecuencia de ello es una inhibici¨®n que abre el camino a la goleada.
La duda ahora es si con Hugo ah¨ª, correteando por el campo, puede reproducirse esa situaci¨®n. Hugo ha declarado abiertamente que es un mercenario, y la presencia en el centro del escenario de un jugador que defiende esa ¨¦tica encaja mal en la pretensi¨®n con que aficionados y jugadores acuden las noches de los mi¨¦rcoles al Bernab¨¦u, es decir, con, la pretensi¨®n de luchar por una causa superior, de defender ?in mito heroico que naci¨® hace m¨¢s de 30 a?os de la mano de Alfredo di St¨¦fano.
En realidad, el Madrid, como muchos otros equipos, ha perdido hace tiempo el referente espiritual. Escoger a Stielike como jugador-s¨ªmbolo ya fue apostar por el mercenario eficaz. Stielike fue el h¨¦roe de mil tardes y lanz¨® su camiseta empapada de sudor a los ultrasur, pero cuando volvi¨® a Madrid vestido con los colores del Neuch¨¢tel no reconoci¨® a nadie y fue el m¨¢s odioso de los enemigos. La encrucijada ante la que se encuentra el Madrid es la de si apostar por la sacralizaci¨®n del rito -para lo que nada mejor que dejar a Hugo fuera y alinear en su lugar a Santillana- o por el valor del individuo estrictamente profesional. Hugo garantiza lo ¨²ltimo.
Es para pens¨¢rselo.
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