"?Que se lleven de aqu¨ª a este cura!"
Los vecinos de Pexeiros atribuyen la 'locura' del p¨¢rroco a su afici¨®n por las armas y el alcohol
"Por Dios y por la Sant¨ªsima Virgen, que se lleven de aqu¨ª a ese hombre, porque si le dejan volver, cualquier d¨ªa nos mata a todos". Los vecinos de Pexeiros, una remota aldea de 50 habitantes situada en el municipio de Blancos, a unos 40 kil¨®metros de Orense, han visto alterada bruscamente su pac¨ªfica vida, y no dan abasto para atender a periodistas, posar para los fot¨®grafos de Prensa o darse "una peinada" para tener buen aspecto ante las c¨¢maras de televisi¨®n. El revuelo empez¨® el pasado s¨¢bado, cuando al t¨¦rmino del funeral por Felicita G¨®mez, una vecina de 84 a?os muerta un d¨ªa antes, el p¨¢rroco, Eladio Blanco Vila, de 47 a?os, decidi¨® hacer de sus feligreses blanco de sus habituales pr¨¢cticas de tiro, y convertirse, probablemente, en el primer pastor que apacienta sus ovejas a balazos.
En medios eclesiales se ha puesto en tela de juicio la estabilidad mental del sacerdote que dispar¨® contra los parroquianos cuando ¨¦stos reclamaban su presencia en el cementerio para enterrar a Felicita G¨®mez. Pero el juez, Juan Luis Pia Iglesias, no parece haber detectado s¨ªntomas de perturbaci¨®n mental en Eladio Blanco y, despu¨¦s de tomarle declaraci¨®n dos veces, y examinar el resultado de las pruebas que le hicieron ayer en el psiqui¨¢trico de To¨¦n, decidi¨® enviarlo a la prisi¨®n provincial.Desde luego, en Pexeiros nadie cree que el p¨¢rroco est¨¦ realmente loco.
Por su culpa, al telediario
David Gil, de 50 a?os, es hijo de Felicita G¨®mez, la anciana que, seg¨²n el cura, no ten¨ªa derecho a un entierro digno por no ser cumplidora de sus deberes religiosos. Se emociona al recordar que el funeral por su madre termin¨® a tiros y no se explica c¨®mo el cura hizo esa burrada. "Por su culpa, el pueblo ha dado la nota y hasta salimos en el telediario".Eladio Blanco llevaba 15 a?os de p¨¢rroco en Pexeiros, y aunque, seg¨²n los vecinos, "al principio era bueno, desde hace unos a?os se volvi¨® loco y ten¨ªa al pueblo medio atemorizado". El obispo de Orense, ?ngel Temi?o, hab¨ªa reprobado en numerosas ocasiones su comportamiento, por considerarlo indigno de un sacerdote. En la peque?a parroquia, los feligreses se hacen lenguas de la desmesurada afici¨®n del cura a las armas y al alcohol. Normalmente hac¨ªa sus pr¨¢cticas de tiro en su huerta o en alguna de sus fincas, pero "cuando empinaba el codo", que en decir de los parroquianos era los m¨¢s de los d¨ªas, no dudaba en "ejercitarse" en plena calle o en llegar al bar y plantar un rev¨®lver encima del mostrador mientras beb¨ªa.
Eligio G¨®mez, el alcalde ped¨¢neo del pueblo, regenta una taberna a la que el p¨¢rroco no iba porque estaban peleados. El ped¨¢neo reconoce que nunca presentaron quejas formales por el comportamiento de Eladio Blanco, a pesar de que ya ni iban a la iglesia porque el cura los insultaba, e incluso "cuando estaba en vena blasfemaba. Ni siquiera los ni?os iban a la iglesia", se?ala Eligio G¨®mez, "s¨®lo algunas viejas acud¨ªan a misa".
Las 15 armas incautadas por la Guardia Civil en la casa rectoral estaban escondidas en distintos puntos de la vivienda, aunque probablemente no con la intenci¨®n de ocultar su existencia, porque el propietario hac¨ªa ostentaci¨®n de sus "juguetes" y el vecindario asegura que los sacaba frecuentemente "a pasear".
La rectoral, anta?o hermosa y bien cuidada, se ha convertido en una pocilga en la que parece inexplicable que pueda vivir una persona. "Es la casa de un loco", se?alan los vecinos. Un mugriento catre y un peque?o televisor destacan en el mobiliario de lo que parece sala-dormitorio y ¨²nica pieza habitada, si se excluye del censo de habitantes a los conejos, a un gallo que ha establecido sus dominios en las habitaciones contiguas y a las ara?as y ratones, inquilinos pr¨¢cticamente de todo el caser¨®n.
Al lado del cura, en este momento dificil para ¨¦l, est¨¢ el obispado, que ha pedido "comprensi¨®n para una persona enferma", aunque repudiando firmemente su comportamiento, y un hermano de Eladio Blanco, quien cree que "todo est¨¢ exagerado", que "tal vez lo provocaron porque todos est¨¢n en contra suya" y espera "que la justicia ponga todo en claro".
Pero en la habitaci¨®n 510 de la residencia sanitaria de Orense, Juan Rodr¨ªguez P¨¦rez, de 33 a?os, tiene muy claro que "don Eladio no es un buen cura, ni una buena persona". Juan Rodr¨ªguez result¨® herido en una pierna por los disparos del p¨¢rroco. "La cosa fue bien despu¨¦s de todo", dice el herido, "porque estoy aqu¨ª y lo puedo contar".
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