Ingenio de alta precisi¨®n
Hay muchas maneras, en el cine actual y sobre todo en el norteamericano, de malvivir de las rentas del pasado. La m¨¢s socorrida -y de ella hay incontables ejemplos, todos ellos buen pasto para hacer engordar nuestra capacidad de olvido- es el bastardo remake, el calco en colorines y alardes de sutileza sonora dolby, de antiguas nobles pel¨ªculas cuyos colores naturales eran el blanco y el negro profundos, y cuya palabra propia fue robada por un prehist¨®rico micr¨®fono de jirafa de los labios de rostros extinguidos e irrepetibles.En el extremo contrario del burdo remake hay otra manera de bien vivir de esas mismas rentas del pasado: indagar con mirada propia en la memoria del cine cl¨¢sico y de ella extraer los rasgos esenciales de una ` manera f¨¦rtil y no plagiaria de poner en movimiento antiguas im¨¢genes del genio del cine y deducir de ellas otras im¨¢genes situadas en otros movimientos. Es el caso, por desgracia no frecuente, de El color del dinero, de Scorsese, y de Body Heat, escrita y realizada en 1981 por Lawrence Kasdan, estrenada entonces en Espa?a con el t¨ªtulo de Fuego en el cuerpo y ahora recuperada en su versi¨®n original no degradada por el doblaje.
Body Heat
Direcci¨®n y gui¨®n: Lawrence Kasdan.Fotograf¨ªa: Richard Kline. M¨²sica: John Barry. Norteamericana, 1981. Int¨¦rpretes: Kathleen Turner, William Hurt, Richard Crenna, Mickey .Rourke. Estreno en Madrid (versi¨®n orieinal subtitulada): cine Alexandra.
Body Heat busca su fuente en dos monumentos del cine negro norteamericano de los a?os cuarenta: El cartero siempre llama dos veces, no en su mediocre remake de hace unos a?os, sino en la recreaci¨®n expresionista de la formidable novela de James Cain realizada en 1946 por Tay Garnett; y en Double indemnity -aqu¨ª titulada Perdici¨®n-, aquel oscuro prodigio tr¨¢gico realizado por Billy Wilder dos a?os antes, en 1944, con otra novela del mismo novelista. La capacidad de convicci¨®n del filme de Kasdan se debe, en primer lugar, a que no oculta esos sus manantiales, y en segundo, a que no se limita a ser deudor est¨¢tico de ellos, sino un prolongador con empuje propio de su empuje.
La combinaci¨®n de las tramas argumentales de los dos filmes fuente, con much¨ªsimas variaciones en los detalles, pero con fidelidad en la disposici¨®n vertebral de los sucesos y las relaciones entre los personajes, es en Body Heat muy h¨¢bil. Lawrence Kasdan se las ingenia para disparar su relato no tanto sirvi¨¦ndose de los esquinados y dram¨¢ticos sucesos que narra como de una inteligente extracci¨®n, casi siempre por v¨ªas indirectas, de la fiebre er¨®tica y ebria que emana de esos mismos sucesos.
Para lograrlo, Kasdan combina con claridad expositiva -y esto tiene m¨¦rito en un relato lleno de ambig¨¹edades- una c¨¢mara pertrechada de ¨®pticas y de puntos de encuadre objetivos, al mismo tiempo que construye de manera rec¨ªprocamente divergente a los dos personajes que encarnan el enfrentamiento tr¨¢gico. Ella, Kathleen Turner, est¨¢ compuesta con la misma citada objetividad con que se desarrolla la intriga, pero, a la inversa, Kasdan carga sobre su oponente, William Hurt, la b¨²squeda de un punto de identificaci¨®n por parte del espectador, y as¨ª subjetiviza su composici¨®n.
Nos adentramos en la compleja trama de la pel¨ªcula a trav¨¦s de nuestra identificaci¨®n subjetiva con el punto de vista de Hurt. Pero al mismo tiempo la objetividad de los sucesos est¨¢ ah¨ª, fuera de ¨¦l. Y este doble juego de contrarios conjugados en un mismo relato unitario y coherente da la medida del pulso de un buen hombre de cine, capaz de hacernos ver de una sola vez, con un solo golpe de vista, una cosa y su rev¨¦s. As¨ª se logra en la pantalla dar densidad a la imagen, imprimir en ella diferentes niveles de contemplaci¨®n, otorgarle el poder de la ambig¨¹edad y la elegancia de lo indirecto.
Un plano eje
El momento del s¨²bito encuentro del espectador con la verdad entrevelada del enigma del filme es provocado por Kasdan en un audaz -de gran vuelo imaginativo- movimiento de la c¨¢mara: aqu¨¦l en que desde un punto de vista irreal -el ¨²nico encuadre imposible del filme-, la c¨¢mara se desliza por encima del techo de las celdas de los condenados, se detiene en la vertical del rostro de William Hurt, que reposa boca arriba en su camastro carcelario, y desciende hacia ¨¦l hasta capturar su rostro en primer plano corto.El actor abre entonces los ojos y dice dos palabras, s¨®lo dos palabras, que en un instante iluminan retrospectivamente toda la madeja de intrincados hilos hasta ah¨ª tejidos en la pantalla. Y en unos segundos sin fronteras el espectador vuelve a ver de otra manera, en la pantalla de su memoria, toda la pel¨ªcula. Eso es encontrar el encuadre exacto, en el instante exacto, para dar exactitud a lo que hasta ahora era dominado por aquella perturbadora nebulosa de enfoques y de estilos contrapuestos. Un plano de esta maestr¨ªa s¨®lo puede trazarlo, con la imaginaci¨®n convertida en tiral¨ªneas, un hombre dotado para hacer cine de alta precisi¨®n. Y no olvidemos que Body Heat es el primer largometraje de Lawrence Kasdan.
La duplicidad de enfoques que sumerge la acci¨®n de Body Heat en los perfiles borrosos de un clima tenso, sensual, m¨®rbido y perturbador, en el que un intenso erotismo contagia a la intensidad de la acci¨®n y la enrarece progresivamente, tiene como soporte cuatro creaciones magistrales de los int¨¦rpretes, de cuya minuciosa interrelaci¨®n es responsable el temple de la mano de Kasdan.
Dos de estas creaciones est¨¢n en un envolvente primer t¨¦rmino, las de William Hurt -aqu¨ª otra vez un incomparable actor- y Kathleen Turner, que es due?a del desp¨®tico decreto de la presencia que es patrimonio de las grandes estrellas, de los monstruos de la fotogenia- Otras dos creaciones, las de Richard Crenna y Mickey Rourke, en otro contrapunto de contrarios, componen un s¨®lido fondo que hace crecer la cercan¨ªa de ese primer t¨¦rmino ocupado por los dos primeros. El trenzado de los cuatro actores es todo un ejercicio de dificultosa complementariedad, que redondea una bella obra de negrura y erotismo oblicuos, sutiles, penetrantes.
Babelia
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