Alfons¨ªn nombra a un peronista ministro de Trabajo
Carlos Elvio Alderete, un electricista al que le faltan escasas materias para recibirse de abogado, peronista ortodoxo, secretario del Sindicato Luz y Fuerza, muy pr¨®ximo a la Iglesia cat¨®lica, jurar¨¢ el martes como nuevo ministro de Trabajo y Seguridad Social argentino, a menos que antes la Confederaci¨®n General del Trabajo (CGT) no se lo impida disciplinariamente. Si llega a jurar el cargo, por primera vez un peronista regentar¨ªa la cartera de Trabajo en un Gobierno radical.
El pasado martes renunci¨® al cargo Hugo Barrionuevo para facilitar al presidente Alfons¨ªn libertad de movimientos para concretar alg¨²n tipo de pacto social con la CGT (ocho huelgas generales en tres a?os de democracia y pr¨¢cticamente un ministro de Trabajo por a?o) y el Gobierno ofreci¨® la cartera a Jos¨¦ Rodr¨ªguez, secretario general del Sindicato de Mec¨¢nicos y Afines del Transporte Automotor (el poderoso SMATA), quien, tras varios d¨ªas de reflexi¨®n, declin¨® el ofrecimiento.Este primer intento radical de incluir a un sindicalista peronista en el Gobierno fue frenado por Antonio Casiero, ex ministro de Econom¨ªa bajo el Gobierno de Isabelita Per¨®n, l¨ªder de los peronistas renovadores y actual candidato a la gobernaci¨®n de la provincia de Buenos Aires para las elecciones parciales del pr¨®ximo septiembre. Casiero adujo que el pacto social que procura el Gobierno debe lograrse negociando con la c¨²pula de la CGT, de poder a poder entre el Gobierno y los sindicatos, y que es insuficiente la inclusi¨®n en el Gobierno de un sindicalista a t¨ªtulo personal.
La Casa Rosada mantuvo su estrategia ofreciendo el ministerio a otro sindicalista, Alderete, quien se encontraba en Roma organizando los preparativos del viaje del Papa a Argentina por cuenta de la CGT.
Alderete acept¨® tras activas negociaciones a trav¨¦s de la Embajada argentina en Roma, pero se ignora la decisi¨®n final de Sa¨²l Ubaldini, secretario de la CGT, sobre si aceptar que uno de sus centuriones se ocupe, ni m¨¢s ni menos, del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, cartera que, por lo dem¨¢s, maneja considerables fondos econ¨®micos y capacita a su titular para extender excelentes relaciones pol¨ªticas en las provincias.
El ofrecimiento radical es, sin duda, una maniobra pol¨ªtica, leg¨ªtima y audaz, tendente a desenmascarar a la oposici¨®n peronista y a la CGT en sus papeles de perro del hortelano, que ni gobiernan ni dejan gobernar, y a comprometer a la CGT, que ha venido asumiendo el papel de la oposici¨®n ante la divisi¨®n del movimiento peronista, en proyectos globales de gobierno.
Encarrilar el sindicalismo
Desde el inicio del mandato de Ra¨²l Alfons¨ªn, en 1983, el Gobierno radical ha intentado infructuosamente encarrilar el sindicalismo argentino sobre rieles modernos, occidentales y democr¨¢ticos, desmontando una burocracia sindical cerrada en s¨ª misma y, en muchos casos, de corte y maneras mafiosos. Entusiasmados con su triunfo electoral, los radicales llevaron a las c¨¢maras un proyecto de reorganizaci¨®n sindical contra el que el justicialismo y sus aliados provinciales cerraron filas, infligiendo as¨ª al Gobierno su primera derrota.Despu¨¦s, todos los esfuerzos radicales por repetir cl¨®nicamente en Argentina los pactos espa?oles de la Moncloa, para apuntalar la fr¨¢gil democracia, fueron vanos. Los ministros de Trabajo se fueron quemando como cohetes y la catarata de huelgas generales les llev¨® incluso al enfrentamiento personal entre Alfons¨ªn y Ubaldini, quienes se brindaron improperios desde las tribunas de los actos partidarios.
Alfons¨ªn tild¨® a Ubaldini de "mantequita y llor¨®n", y ¨¦ste, al presidente, de "falaz y mentiroso". Las cosas llegaron a un punto en el que el presidente se neg¨® a reunirse a solas con el l¨ªder sindical en el supuesto de que ¨¦ste utilizaba un doble lenguaje: uno en la Casa Rosada, aceptando y comprendiendo los rigores de la econom¨ªa de guerra implantada por el Gobierno, y otro en la calle, ante las masas, denunciando a los radicales de ser meros operadores pol¨ªticos de la oligarqu¨ªa internacional.
Alderete ser¨¢, con toda probabilidad, nuevo ministro el pr¨®ximo martes, a tenor de sus declaraciones, efectuadas en Roma antes de su llegada al pa¨ªs. Sa¨²l Ubaldini, al menos, no ha puesto pies en pared ante el ofrecimiento, y los l¨ªderes de Luz y Fuerza no muestran ninguna oposici¨®n al nombramiento de su secretario general como ministro.
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