Un cl¨¢sico de nuestra ¨¦poca
Edmon Colomer, catal¨¢n de 35 a?os, director titular de la Joven Orquesta Nacional de Espa?a, dirige a partir de hoy, y hasta el 7 de abril, a la Orquesta Sinf¨®nica Arb¨®s en la producci¨®n propia de Wozzeck del teatro de la Zarzuela, de Madrid. Hace d¨ªas, durante uno de los largu¨ªsimos ensayos generales, se le pod¨ªa ver repasando detenidamente los dif¨ªciles pasajes de la obra. Trata a los m¨²sicos con una educaci¨®n poco habitual entre sus colegas, pidi¨¦ndolo todo por favor y d¨¢ndoles las gracias a cada momento.Es la primera vez que dirige Wozzeck, y en los ambientes musicales la pregunta es si lograr¨¢ superar la dif¨ªcil prueba de enfrentarse a una obra de esa envergadura. ?l considera leg¨ªtima la pregunta, y se?ala que Wozzeck le supone un reto profesional, "que si he aceptado", dice, "es porque me apasiona dirigir a un cl¨¢sico de nuestra ¨¦poca en una obra maestra de la literatura oper¨ªstica del siglo XX. Creo que como director joven debo comprometerme con la buena m¨²sica de la est¨¦tica de nuestro tiempo".
Sobre si en su versi¨®n ha tratado de acentuar o no la brutalidad de las escenas musicales, responde: "Berg es absolutamente claro en sus indicaciones, al mismo tiempo minucioso y sutil. El problema est¨¢ en saber respetar lo que ¨¦l pide, y la forma no reside en acentuar o no, sino en intentar ser fiel. Fidelidad y aproximaci¨®n personal no se contraponen".
La atm¨®sfera que recorre el Wozzeck le resulta un tanto perturbadora a Christian Boesch, bar¨ªtono vien¨¦s que protagoniza la obra. Doctor por la universidad de Viena, ha estudiado literatura alemana y artes esc¨¦nicas. Parece un intelectual de corte centroeuropeo, que interpreta a un personaje totalmente abrumado.
"S¨ª, puede resultar perturbador interpretar a Wozzeck", dice, "porque es un hombre en conflicto, que trata de encontrar la soluci¨®n a los problemas que le causa no s¨®lo su entorno profesional, sino tambi¨¦n los amorosos. Trata de salvar a su amante, Marle, y la ¨²nica soluci¨®n que encuentra es matarla. Wozzeck es esa clase de persona que no tiene la oportunidad de elegir, ni siquiera su dignidad personal".
Seres humanos verdaderos
El personaje de Marle, la mujer infiel con la que Wozzeck tiene un hijo sin estar casados y a la que acaba degollando, lo interpreta la soprano de Alemania Occidental Agnes Habereder. Es una mujer muy guapa, de 29 a?os, que empez¨® a cantar a los 17.
Especializada en ¨®peras de compositores alemanes como Wagner y Strauss, en su repertorio cuenta con una larga lista de obras contempor¨¢neas. Salvo Lul¨², ha cantado todas las obras de Alban Berg. "Me gusta Wozzeck", dice, "porque en esta obra la humanidad es lo m¨¢s importante de todo. La conexi¨®n entre la realidad y los sue?os es tan dif¨ªcil para los personajes que no resulta complicado ver en ellos a verdaderos seres humanos".
Habereder se muestra feliz de poder actuar en papeles en los que se siente "realmente una mujer. El de Marie es uno de ellos, y asegura que su inter¨¦s por la m¨²sica de nuestro siglo se debe en parte a que le permite adentrarse en personajes con los que a veces "funciona una transinisi¨®n de fuerza con el p¨²blico y con uno mismo". Esto es debido, dice, a que representan la vida en un sentido muy estricto y contempor¨¢neo, "desde una perspectiva de dureza, ya que no es f¨¢cil ser feliz, y la lucha en busca de la superaci¨®n es casi obligado que sea constante". "La vida es estar en medio del ruido, lo inismo que Wozzeck y lo mismo que la m¨²sica", a?ade.
El director de escena, Jos¨¦ Carlos Plaza, conoc¨ªa de forma muy directa la obra teatral de Georg B¨¹chner, en la que se basa W?zzeck, pero nunca hab¨ªa dirigido la ¨®pera. "Es dif¨ªcil hacerlo", dice, "porque se trata de una sucesi¨®n de cuadros casi cinematogr¨¢ficos, con interiores y exteriores. Es una obra de un enorme contenido dram¨¢tico, en el que se mezcla el canto, los recitaclos y la interpretaci¨®n con un sentido del humor distorsionado".
Plaza se?ala que la correcta percepci¨®n del sentido de una gran ¨®pera contempor¨¢nea como ¨¦sta resulta complicada. En favor del trabajo del director de escena destaca en Wozzeck la perfecta conjunci¨®n de la m¨²sica, a la que califica de "muy descriptiva", con el hecho teatral.
En la producci¨®n del teatro de la Zarzuela, cuyo coste ha sido, seg¨²n cifras oficiales, de 12 millones de pesetas, se utiliza por primera vez, tras la reciente reestructurac¨ª¨®n del local, el peine, que en este caso soporta un decorado de unos 8.000 kilos. La escenografla y los figurines, de Gerardo Vera, buscan un despojamiento m¨¢ximo de elementos.
Vera explica as¨ª la labor qu ha realizado: "Cuando se trabaja en ¨®pera la ventaja es que la propia partitura te marca el camino. En el caso de Wozzeck he buscado un tratamiento esc¨¦nico despojado, conceptual e ¨ªntimo al mismo tiempo. No hay decorados, sino elementos que crean espacios y que se reducen a cuatro grandes telones met¨¢licos, que funcionan como cortafuegos en el teatro, con algunas variaciones para crear varias posibilidades dram¨¢ticas. En ¨¦stas se integra desde un mundo sin salida, el de la angustia, hasta otro sin esquemas".
Vera, reciente premio Goya por su trabajo en el filme El amor brujo, de Carlos Saura, afirma que con menos experiencia no se hubiese atrevido a realizar una escenograf¨ªa tan desnuda. "Me han llegado a decir que est¨¢ sin acabar", afirma, "por la falta de pintura, por ejemplo. Yo respondo que no es as¨ª. La propia partitura selecciona los elementos, y a su vez los vuelve a seleccionar la propia din¨¢mica del espacio. Si el ambiente es perfecto, escupe lo que no vale".
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