Albania: patria, f¨²tbol y marxismo
Ni el tiempo ni la muerte de Enver Hoxha han desdibujado el perfil socialista del pa¨ªs
Mientras los principales pa¨ªses socialistas inician una etapa de reformas cuyos resultados son todav¨ªa una inc¨®gnita, la Rep¨²blica Popular de Albania, con apenas tres millones de habitantes, mantiene una pol¨ªtica de estatalizaciones cada vez m¨¢s intensa, siguiendo las ense?anzas de su fallecido l¨ªder Enver Hoxha, muerto en abril de 1985. Aunque esta p¨¦rdida no ha implicado cambios sustanciales en la pol¨ªtica del pa¨ªs, la afici¨®n al f¨²tbol y la necesidad de mantener contactos econ¨®micos con el mundo occidental (tras la ruptura total con la Uni¨®n Sovi¨¦tica y parcial con la Rep¨²blica Popular China) han agrietado el cerco que manten¨ªa Albania en una ins¨®lita soledad.
Hysen Z., campesino del sur de Albania, no oculta su satisfacci¨®n porque el presidente de la cooperativa de tipo superior de Lapardha, en las proximidades de Berat, haya elegido su casa para mostrar al visitante un ejemplo de vida familiar en el campo socialista. "?Qu¨¦ tal Butrague?o?", pregunta a la periodista, convencido de sorprender y agradar con su nivel de conocimiento de la realidad espa?ola. Y es. que el f¨²tbol ocupa un lugar privilegiado tanto en la programaci¨®n de la televisi¨®n albanesa como en la vida de este at¨ªpico pa¨ªs.Son m¨¢s de las seis de la tarde y la luz se extingue en el exterior de la casita de una planta donde Hysen vive con sus tres hijos y su mujer, trabajadora como ¨¦l en la cooperativa, "aunque ella tiene un puesto m¨¢s importante", dice sonriente el cabeza de familia; "ella es jefa de una brigada".
Entre tanto, la esposa de Hysen ofrece dulces, caf¨¦ turco y miel a las visitas, risue?a y en perpetua actividad desde que llegamos. En el sal¨®n alfombrado -sobre una de cuyas mesas reposa un tomo sobre la vida y obra del l¨ªder alban¨¦s Enver Hoxha, fallecido en abril de 1985- flota un suave aroma a naftalina.
En la cooperativa de Lapardha, donde se cultivan olivos tra¨ªdos de Espa?a, hay 4.500 trabajadores y 11.500 habitantes que viven dispersos entre una veintena de aldeas pr¨®ximas. Entre todos trabajan 3.000 hect¨¢reas de tierras, en las que se cosechan b¨¢sicamente cereales, y sus salarios est¨¢n pr¨®ximos, seg¨²n los responsables de la cooperativa, a los 7.000 leks (unas 13.000 pesetas) mensuales, que constituye el salario medio de un alban¨¦s.
La vida en el campo, donde reside el 65% de la poblaci¨®n del pa¨ªs -actualmente de tres millones de personas-, no parece demasiado alejada de la que se desarrolla en las ciudades, uniformado todo por un mismo estilo urban¨ªstico, un poco desolado a los ojos del visitante occidental. Es cierto que en buena parte de las peque?as poblaciones falta el agua corriente, deficiencia que los albaneses esperan superar en el octavo plan quinquenal que acaban de emprender, pero las tiendas, escuelas y centros m¨¦dicos tienen un mismo aspecto en cualquier rinc¨®n del pa¨ªs.
S¨®lo en Tirana, con m¨¢s de 200.000 habitantes, parece despuntar una peque?a elite de funcionarios, profesionales y estudiantes -la ¨²nica universidad ubicada en la capital cuenta con m¨¢s de 10.0000 alumnos-, cuyo aspecto es sensiblemente m¨¢s cuidado. "Es normal; Tirana es una gran ciudad y la gente se preocupa m¨¢s por la ropa; es algo inevitable", comenta un periodista miembro del PTA. "De todos modos, existe gran vigilancia para evitar que se produzcan demasiadas diferencias entre los diversos sectores sociales. Hay rotaci¨®n de cuadros y se mantiene una pol¨ªtica que incluye acciones voluntarias y trabajo f¨ªsico en el campo para los trabajadores de la ciudad", a?ade. Al menos quince d¨ªas al a?o, funcionarios y profesionales tienen obligaci¨®n de cumplir con alguna tarea en el sector agrario del pa¨ªs. Si se pregunta a cualquier alban¨¦s su opini¨®n al respecto, la respuesta suele ser un¨¢nime: "Nos gusta ese sistema, porque resulta divertido pasar quince d¨ªas haciendo otra cosa".
Camino de Tirana, la carretera, fianqueada de ¨¢rboles y pancartas con consignas patri¨®ticas o marxistas-leninistas, soporta un intenso tr¨¢fico de camiones, carros tirados por mulas y viejos autobuses abarrotados de una multitud curiosa y reservada.
Dibujos realistas y lemas de rotunda simplicidad recuerdan a los albaneses, una y otra vez, que la agricultura es una pieza clave de la econom¨ªa, mientras el propio secretario general del Partido del Trabajo, Ramiz Alia, critica, con una minuciosidad imposible de hallar en otro alto responsable pol¨ªtico del mundo, "los sensibles d¨¦ficit" creados en la producci¨®n de verduras, jud¨ªas y patatas en el ¨²ltimo quinquenio, con ocasi¨®n del IX Congreso del partido, que se celebr¨® en noviembre de 1986.
Alia, en ese informe, no hace de hecho sino seguir los pasos del fallecido l¨ªder absoluto de Albania, Enver Hoxha, padre espiritual de los albaneses y cuya imagen parece haberse agigantado con la forzosa ausencia. La ¨²nica universidad del pa¨ªs, la principal central hidroel¨¦ctrica, situada en Konian, con una producci¨®n prevista de 600.000 kilovatios/hora; la f¨¢brica de tractores, guarder¨ªas y escuelas llevan el nombre del gran l¨ªder, cuya estatua de casi cuatro metros preside el vest¨ªbulo del Museo Hist¨®rico Nacional de Tirana. La gr¨²a m¨¢s alta de la ciudad se emplea en las tareas de construcci¨®n de un gran museo enteramente dedicado a Hoxha, hermanado por los albaneses con el h¨¦roe hist¨®rico Skanderbeu, cuya vida en el marco complejo del imperio otomano, en el siglo XV, se glosa detalladamente en el museo de su ciudad natal, Kruja.
Festival de m¨²sica moderna
Pero los albaneses no parecen excesivamente aficionados a visitar museos. Devotos del f¨²tbol y de las peque?as satisfacciones cotidianas, los habitantes de este pa¨ªs se aferran a los rituales de una vida tranquila y provinciana.
Domingo por la tarde en Tirana. Las calzadas de las calles c¨¦ntricas, bulevar Stalin, plaza de Skanderbeu, bulevar Marcel Cachin, se ven invadidas por una endomingada poblaci¨®n que camina sin rumbo fijo. Un grupo numeroso hace guardia ante el palacio de la Cultura, donde se celebra la final del festival de pri
Albania: patria, f¨²tbol y marxismo
mavera de m¨²sica mel¨®dica. Unos cuantos cientos de personas asisten al acontecimiento cultural que retransmite en directo y en color la televisi¨®n albanesa. El texto de las melod¨ªas se aleja poco de la l¨ªnea tradicional de "ensalzar los aspectos positivos de la vida y el amor al partido", que aparece reiteradamente en cualquier manifestaci¨®n cultural en Albania. Un pa¨ªs en el que, parad¨®jicamente, y pese a su profesi¨®n constitucional de ate¨ªsmo, se respira un ambiente de convento. Austeridad en el vestir, en las costumbres, y un aparentemente un¨¢nime rechazo a todo lo que se considera como conducta "antinatural". La normativa social y el partido vigilan por que no se desarrolle otro aspecto que el progresista y natural del ser humano. Bajo esta perspectiva, las leyes albanesas proh¨ªben la prostituci¨®n y la homosexualidad, y en el pa¨ªs no est¨¢n autorizados ni los anticonceptivos ni el aborto.Pese a las dificultades anticonceptivas, ninguna consigna ha podido invertir la l¨ªnea decreciente de los nacimientos en Albania. Una tasa que todav¨ªa se mantiene entre las m¨¢s altas de Europa, desde luego, pero ya seriamente da?ada por la resistencia de los albaneses a aumentar la familia m¨¢s all¨¢ de los dos hijos.
Con todo, el pa¨ªs es un aut¨¦ntico hervidero de ni?os. En las calles, a la salida de la escuela, en los caminos, en los museos y en las exposiciones, ni?os por todas partes. Una de las atracciones de la ciudad de Tirana es precisamente la magna exposici¨®n Ship?ria Sot (Albania hoy), en la que se reciben continuas visitas de escolares, militares y delegaciones pol¨ªticas. La muestra recoge una muestra de todo el espectro productivo de Albania. Desde el complejo sider¨²rgico de Elbasan, -cuyas obras concluyeron hace seis a?os, tras el descalabro que provoc¨® la marcha de los t¨¦cnicos chinos- hasta art¨ªculos textiles o simples huevos, ocupan las vitrinas. Para desquitarse de la incomprensi¨®n internacional que ha juzgado con severidad los modestos progresos del pa¨ªs sin comprender el umbral de miseria del que part¨ªan, los albaneses refuerzan sus logros en comparaci¨®n con a?os anteriores.
El antes y el despu¨¦s de la liberaci¨®n del pa¨ªs -en 1944- es tambi¨¦n una constante en las estad¨ªsticas de esta Albania, surgida como naci¨®n en 1912, y cuyas fronteras fueron recortadas a los 28.748 kil¨®metros cuadrados actuales en la Conferencia de Embajadores de Londres de 1913.
En m¨¢s de 40 a?os de independencia, los albaneses aseguran haberse defendido con ¨¦xito de no pocas tentativas de anexi¨®n por parte de otros estados. Sin embargo, Albania no ha podido hacer frente con tanta fortuna a algunos avatares como la ¨²ltima crisis econ¨®mica mundial. "El puebio no sufrir¨¢ por ello", explica un alto funcionario del PTA, "tenemos lo necesario, y es sabido que los albaneses necesitamos pocos lujos para vivir".
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