Ten¨ªa que pasar
De pronto, uno de los ejecutivos de la empresa pronunci¨® el esperado "iEureka!". Para salvar el bache econ¨®mico y creativo de la empresa bastaba con invertir en un proyecto seguro, cuyo solo enunciado fuera suficiente para estimular las fantas¨ªas er¨®ticas del mundo entero. ?Y cu¨¢l pod¨ªa ser ese veh¨ªculo ideal en el que iban a querer viajar todos los sue?os? Muy sencillo: Richard Gere + Kim Basinger = millones de d¨®lares. El entusiasmo del consejo de administraci¨®n fue tan inmediato y absoluto que se olvidaron de preguntar por los detalles. Por ejemplo: ?qu¨¦ cuenta la pel¨ªcula? Sin duda ese era un asunto menor, y entre el director y el guionista ya se ocupar¨ªan de ello. Pero Jim Carabatsos y Richard Pearce s¨®lo se preocuparon de la primera media hora y el resto del metraje dejaron que se consumiera en la contemplaci¨®n de los dos cuerpos amados: bailando, chapoteando en el fango, bajo la ducha, corriendo, d¨¢ndose bofetones o arrull¨¢ndose, hasta llegar a la inevitable fusi¨®n sexual y al beso del final feliz.
Atrapados sin salida
Director: Richard Pearce. Int¨¦rpretes: Richard Gere, Kim Basinger, Jeroen Krabbe. Gui¨®n: Jim Carabatsos.M¨²sica: Alan Silvestri. Fotografia: Michel Brault. Dise?o de producci¨®n: Patrizia von Brandenstein. Productor: D. Constantine Conte. Estadounidense, 1987. T¨ªtulo original: No mercy. Estreno en cines Rialto, Roxy y La Vaguada.
Lo mejor de Atrapados sin salida est¨¢ al principio, cuando el filme nos presenta Chicago y, por extensi¨®n, una gran ciudad moderna con una fuerza e intensidad notables, recreando dram¨¢ticamente un espacio vital, ca¨®tico y crispado, en el que se dan la mano la mejor arquitectura y el urbanismo m¨¢s absurdo, los hoteles fastuosos y la posibilidad de organizar un rodeo sangriento junto a la v¨ªa del tren. Hasta aqu¨ª Gere es un polic¨ªa listo, amargado y fascist¨®n, al que le gusta dejarse llevar por los embrollos criminales de la ciudad. Por el camino se cruza, misteriosamente, una rompecorazones con aires de v¨ªctima y cuerpo culpable, perfecta s¨ªntesis de ni?a crecida demasiado deprisa, inocente provocadora de las mayores cat¨¢strofes. El cruce es arrasador. Gere abandona su ciudad natal para meterse en la h¨²meda y distinguida Nueva Orleans, que le recibe con el mismo desprecio con que los grandes propietarios algodoneros del siglo pasado pod¨ªan escuchar las proclamas antiesclavistas. ?l anda perdido y la pel¨ªcula tambi¨¦n. Cuando encuentra a la chica se encadena a ella y juntos naufragan en las marismas. La desorientaci¨®n es tan absoluta que no se deciden a hacer lo que todo el mundo espera de dos mitos er¨®ticos. Y cuando el momento llega, eligen mal, se comportan como dos actores acosados por su fama, empe?ados en hacer el amor en posturas que est¨¦n a la altura de su prestigio, con una pasi¨®n que no haga a?orar al American gigolo o las Nueve semanas y media, pero sin tener en cuenta que la muerte les persigue. Y es as¨ª como lo que hab¨ªa arrancado como un magn¨ªfico thriller acaba precipit¨¢ndose por el barranco del erotismo programado. Una pena.
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