La frustraci¨®n del consumidor cubano

Jos¨¦ Ra¨²l Viera, primer viceministro de Relaciones Exteriores de Cuba, explica a EL PA?S que la pol¨ªtica de rectificaci¨®n econ¨®mica anunciada por Fidel Castro en 1986 es necesaria, porque "se estaba poniendo el ¨¦nfasis no en el trabajo pol¨ªtico, en la motivaci¨®n moral, sino ¨²nica y exclusivamente en los est¨ªmulos materiaIes, cuando lo que debe existir es una combinaci¨®n de ambos factores".
Ese trabajo pol¨ªtico est¨¢ destinado a frenar las demandas de una poblaci¨®n crecientemente consumista que hab¨ªa visto en las f¨®rmulas liberalizadoras eliminadas una forma de satisfacer sus necesidades de productos que en el mercado oficial o est¨¢n racionados o simplemente no existen, pagando un sobreprecio que muchas familias de t¨¦cnicos o de obreros cualificados o de varios empleados por unidad familiar se pod¨ªan permitir. Los cubanos ten¨ªan acceso en el mercado libre campesino el d¨ªa que deseaban y sin guardar colas para los productos que necesitaban. Los trabajadores ten¨ªan adem¨¢s la posibilidad de conseguir un sueldo extra a base de un trabajo particular no reconocido legalmente fuera de su horario laboral.Esas experiencias hab¨ªan dado lugar a un movimiento de dinero desconocido en el pa¨ªs, al surgimiento incluso de un sector acaudalado (con ingresos de hasta 200.000 d¨®lares al a?o -26 millones de pesetas-, seg¨²n ha denunciado Fidel Castro) que amenazaba con convertirse en un verdadero grupo de presi¨®n.
Con su eliminaci¨®n se evita una forma de corrupci¨®n, pero tambi¨¦n se cierra una v¨¢lvula de escape del esp¨ªritu consumista de los cubanos. Un importante intelectual cercano al Gobierno cree que todos los cubanos quieren "vestir como el hijo de Jean Paul Belmondo-y ser novios de Estefan¨ªa de M¨®naco".
El deseo de consumo es, desde luego, evidente en La Habana. Los j¨®venes quieren mejor ropa que la que le ofrece el Estado. Muchas familias aspiran a un televisor en color, incluso a un v¨ªdeo. Otros simplemente quieren que se aumente la raci¨®n de carne, de cerveza o que no haya necesidad de guardar largu¨ªsimas colas para comprar un helado.
Los cubanos tienen prohibido por la ley tener d¨®lares en su poder, pero es inocultable el ansia por la divisa norteamericana que da acceso, a trav¨¦s de la amistad de un extranjero, a las tiendas donde se venden productos internacionales para los ciudadanos de otros pa¨ªses que viven o visitan Cuba.
Las decenas de personas que asaltan a los turistas en las puertas de los hoteles ofreci¨¦ndoles cambio o cajas de puros Cohiba a menor precio es una muestra de ello. A estos problemas se suman los obst¨¢culos que la burocracia pone para la distribuci¨®n de los propios productos nacionales. P¨²blicamente ha sido denunciado el incumplimiento de las fechas de entrega de las materias primas a las f¨¢bricas, lo que ha retrasado los planes de producci¨®n.
"Problemas distintos"
Todas estas dificultades han sido planteadas con bastante claridad en el Congreso de la Juventud Comunista celebrado en estos d¨ªas, en el que se ha llegado a denunciar el mal ejemplo de muchos dirigentes con posibilidades de viajar al extranjero y que visten a sus hijos con las mejores ropas occidentales. Algunos observadores creen que estos j¨®venes, con un estimable esp¨ªritu cr¨ªtico, puedan verse atra¨ªdos por los experimentos de Gorbachov, particularmente en el terreno econ¨®mico.
Jos¨¦ Ra¨²l Viera admite que ser¨¢ dif¨ªcil que en el aspecto econ¨®mico los dirigentes cubanos puedan seguir a los sovi¨¦ticos, porque "los problemas a los que se enfrentan ambos pa¨ªses son distintos en su naturaleza". "El a?o pasado", afirma, . conmemoramos el centenario de la abolici¨®n de la esclavitud. Nuestra econom¨ªa est¨¢ basada en las plantaciones. Una enorme cantidad de nuestros campesinos han sido siempre trabajadores agr¨ªcolas, sin intereses en la propiedad de la tierra".
Viera a?ade que "hay otras cuestiones en las que existen coincidencias entre lo que est¨¢n haciendo los compa?eros sovi¨¦ticos y lo que estamos haciendo nosotros"; y cita como ejemplo "la pol¨ªtica de cuadros, c¨®mo lograr que los cuadros m¨¢s cualificados lleguen a las mejores posiciones, que no se interrumpa el proceso de ascenso de la juventud,, proceder al retiro de aquellos compa?eros que ya han pasado un largo per¨ªodo en cargos dirigentes".
En el ¨²ltimo Congreso del Partido Comunista, en febrero de 1986, fue renovado el 40%. del comit¨¦ central y se sustituy¨® en el bur¨® pol¨ªtico a tres figuras hist¨®ricas: Ramiro Vald¨¦s, Guillermo Garc¨ªa y Sergio del Valle. Los cambios, sin embargo, se detuvieron ah¨ª, y actualmente sigue habiendo una gran mayor¨ªa de la vieja guardia en los ¨®rganos ejecutivos del partido y del Estado.
Ya se comienza a hablar de forma discreta de una corriente gorbachoviana en distintos niveles dirigentes del partido comunista, atento a la evoluci¨®n de los acontecimientos en la URSS y en la isla.
Las cr¨ªticas, desde luego, no han llegado hasta Fidel Castro, cuya figura sigue estando, aparentemente, muy por encima de las dificultades concretas. A los 60 a?os de edad, Fidel Castro sigue hablando con la misma energ¨ªa y convicci¨®n que en el pasado.
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