Un estiIo intectual
El homenaje que en el curso de las dos ¨²ltimas semanas se est¨¢ ofreciendo en Madrid a Ra¨²l Prebisch, coincidiendo con el primer aniversario de su muerte, es una buena oportunidad para dibujar algunos de los trazos definitorios de la personalidad del que, en palabras de Celso Furtado, ampliamente compartidas, ha sido "el economista latinoamericano de mayor influencia de todos los tiempos".Cinco sobresalientes rasgos del talante personal de Ra¨²l Pre-bisch quiero en concreto destacar aqu¨ª, como otras tantas referencias ejemplares para cuantos estudian parcelas de la realidad econ¨®mica con un mantenido anhelo de contribuir a su transformaci¨®n.
Debe recordarse, ante todo, la gran creatividad intelectual de Ra¨²l Prebisch. Creatividad que es vigor, potencia en la gesti¨®n y modelaci¨®n en las ideas, pero que es a la vez originalidad, tanto m¨¢s apreciable cuanto que se produce en un medio cultural tradicional y d¨®cilmente imitativo, incluso servilmente dependiente de productos intelectuales elaborados en y para supuestos y circunstancias muy diferentes.
Se ha podido por eso decir con acierto que Prebisch, a partir de la segunda mitad de los a?os cuarenta, ense?a al mundo en desarrollo y a Am¨¦rica Latina algo fundamental: a "pensar con cabeza propia". Creatividad que' es renovaci¨®n constante, a partir de determinadas y cambiantes "ideas-fuerza" del caudaloso flujo de hip¨®tesis y sugerencias en que consiste su obra escrita, pero que es tambi¨¦n audacia, atrevimiento, ese afilado y fecundo sentido de la provocaci¨®n intelectual de quien ha sido un infatigabLe sembrador de ideas., como lollam¨® Enrique Iglesias. 0 un aut¨¦ntico "esp¨ªritu en fermentaci¨®n% si es que preferimos emplear la bella -expresi¨®n con que David Hume se refer¨ªa a la fuerza creativa de quienes en su siglo estaban alumbrando las ideas y las t¨¦cnicas de la era moderna de la historia universal.
Dicha facultad es inseparable en Prebisch de una decidida actitud de compromiso social. Y tanto en lo que estos t¨¦rminos sirven para denotar la deseable "percepci¨®n apasionada" de que hablara Keynes en el estudio de los problemas que, nutren la. reflexi¨®n del economista, cuanto en lo que tienen de m¨¢s originariamente sartrianos, del Sartre que en la presentaci¨®n de Les temps modernes (en una fecha que va a coincidir aproximadamente, por cierto, con la primera decantaci¨®n inequ¨ªvoca de las actitudes de Prebisch con relaci¨®n al proceso econ¨®mico y social de Am¨¦rica Latina) proclama que el - intele¨®tual debe abrazarse estrechamente con su ¨¦poca: "Nosotros no queremos perder nada de nuestro'tiempo", escribe, "tal vez los hubo mejores, pero ¨¦ste es el nuestro". Prebisch se mantendr¨¢ fiel a este requerimiento hasta el final. Su doble condici¨®n de hombre de pensamiento y acci¨®n le ayudar¨¢, por lo dem¨¢s, a realizar ese mantenido prop¨®sito, que de alg¨²n modo refleja no s¨®lo voluntad de poner a prueba, en la arena diaria, la fortaleza de unas convicciones, sino tambi¨¦n una muy noble y nada impostada sensibilidad respecto de las dimensiones m¨¢s insatisfactorias de la realidad social.Un "creador de ainblent¨¦"Un tercer aspecto del estilo personal de Ra¨²l Prebisch que merece subrayarse es el q"ue se refiere a su muy excepcional capacidad para, adem¨¢s de crear y dirigir equipos de trabajo, transmitir a sus integrantes entusiasmo, verdadera devoci¨®n por las tareas que deb¨ªan realizar. Mitad caudillo, mitad misi¨®nero intelectual, pues yo creo que a Prebisch, forjador de instituciones y promotor de multiplicadas plataformas colectivas de pensamiento y acci¨®n, le cuadra especialmente bien esa elocuente caracterizaci¨®n que Schumpeter, en su Historia del an¨¢lisis econ¨®mico, hace de Max Weber, consider¨¢ndolo un creador de ambiente". Lo fue efectivamente Ra¨²l Prebisch: creador de un ambiente de trabajo al que impregnaba de rigor
p0- f
r esional y jovialidad an¨²stosa, nutri¨¦ndolo con la savia de? di¨¢logo vivo, de la controversia vibrante, del debate fogoso que tan espont¨¢nea como deliberadamente cultiv¨® aqu¨¦l siempre.
Otro rasgo de su personalidad que desde la perspectiva del oficio de intelectual resulta ejemplar es la armon¨ªa con que, a lo largo de una dilatada trayectoria profesional, Ra¨²l Prebisch hizo compatible el arraigo en la tierra donde naci¨® y una vocaci¨®n cosmopolita poco frecuente. De tal forma que, no dejando nunca de ser argentino -"esa cosa que nadie puede definir% como dice el verso de otro argentino universal de nuestro siglo, Jorge Luis Borges-, y siendo m¨¢s que nadie ciudadano de toda la extensa geograf¨ªa de pa¨ªses iberoamencanos -no gratuitamente Celso Furtado dijo que "Prebisch invent¨® la Am¨¦rica Latina"-, fue tambi¨¦n, y por sobre todo ello,alguien que adquiri¨® una solidaria conciencia internacional; y no al margen de sus tareas tantas veces obligadamente prosaicas de fimcionario de las Naciones Unidas, sino a partir, precisamente -lo ha subrayado tambi¨¦n Enrique Iglesias-, de su creencia en el ideal ¨¦tico de la organizaci¨®n, la cual tuvo en Prebisch a uno de sus m¨¢s grandes arquitectos. La biograf¨ªa de Ra¨²l Prebisch, por eso mismo, y a trav¨¦s de un prolongado viaje circular que c onuenza con sus primeros trabajos en el pa¨ªs natal -en la Universidad, en el Ministerio de Hacienda, en la banca oficial-, que alcanzar¨¢ despu¨¦s los momentos de plenitud al frente de la Comisi¨®n Econ¨®mica para Am¨¦rica Latina (CEPAL) y de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD), para terminar cumpliendo funciones de asesoramiento de la pol¨ªtica econ¨®mica de la Argentina del presidente Alfons¨ªn; su biograf¨ªa, por todo ello, repito, expresa tanto un itinerario personal como una plural trayectoria colectiva. Con justificada hip¨¦rbole se ha podido decir, en definitiva, que la historia de Ra¨²l Prebisch es tambi¨¦n un fragmento apreciable de la de su pa¨ªs y de la de toda Am¨¦rica Latina, as¨ª como un trozo no min¨²sculo de los logrol, y fracasos de la historia universal de nuestro tien¨ªpo.Una vida ¨ªogmda Dejo para el final -como quinta nota a destacar de un admirable estilo personal- esa feliz combinaci¨®n de- caracteres complementarios y ? veces contrapuestos que configuraban la singularidad de su proceder p¨²blico y que modelaban asimismo su frecuente tono vital. Una afortunada forma de hacer y de ser, de trabajar y de disfrutar las horas de ocio, resultado acaso de la simbiosis entre los componentes germ¨¢nicos -su padre proced¨ªa de Alsacia- y latinos que se fundieron en Ra¨²l Prebisch, a la manera de algunos memorables personajes de Thomas Mann, producto de esa s¨ªntesis enriquecedora. Ut¨®pico y prIgm¨¢tico a la vez, con una inclinaci¨®n igualmente desarrollada para el cambio y la continuidad -al igual que los grandes reformadores de todos los tiempos, como ha se?alado An¨ªbal Pinto-, Prebisch era tan admirable por su capacidad organizativa-y su sentido de la autodisciplina personal como por su disposici¨®n para el disfrute de la amistad y para los mejores placeres sensuales de la vida, que disfrutaba con intensidad y elegancia aqu¨ª y all¨¢, en cualquiera de. las escalas de su "existencia de golondrina", como ha llamado Mario Bunge a ese continuo ir y venir de Prebisch entre Santiago de Chile y Washington,- viajando adem¨¢s permanentemente por todos los continentes.
Una vida bien lograda, en suma, es lo que nos lega Ra¨²l Prebisch. Y tal vez nada mejor pueda recibirse. A quienes le admiramos y le hemos querido nos corresponde hacer ahora nuestra parte del trabajo: ¨¦l ya hizo el suyo, y muy colmadamente. Tanto que sus ¨²ltimas palabras bien hubieran podido ser las postreras de Stuart Mill: "Bien sab¨¦is que he hecho nu¨ª labor".Jos¨¦ L¨¢s G" Ddga& es catedr¨¢tico de Estructura Econ¨®mica en la universidad Complutense de Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.