Ha comenzado la 'era Gorbachov'
Mi respuesta a esa pregunta tantas veces planteada por la Prensa internacional que busca la figura del a?o es afirmativa. S¨ª, ha comenzado la era Gorbachov, y no s¨®lo en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, sino a escala internacional. Debo aclarar que soy polaco y marxista, pertenezco a una generaci¨®n muy mayor, he vivido machas experiencias y la vida me ha dado muchas lecciones, demasiadas para que se me pueda tildar de partidario del culto de la personalidad. Cuando me refiero a la era Gorbachov, aparte de todo el respeto que me merecen su energ¨ªa e inteligencia, no pienso en su persona, sino en las fuerzas, en la nueva generaci¨®n que simboliza y cuya llegada al poder se anunci¨® ya hace tiempo. Tanto se esperaba, y ahora tiene voz y voto.No es mi intenci¨®n minimizar el papel de Mijail Gorbachov, por el contrario, trato de poner de relieve un aspecto de su fuerza que, por lo regular, no se advierte en Occidente. No somos testigos de un fen¨®meno originado por un individuo que, de una u otra manera, puede ser eliminado, sino de un cambio de generaci¨®n que nadie, en la URSS o fuera de ella, puede impedir (aunque su empuje sea obstaculizado o frenado). A mi juicio, ¨¦ste es el quid de la cuesti¨®n.
?En qu¨¦ consiste la importancia y significaci¨®n de este fen¨®meno? En la influencia que ejerce sobre toda la vida de la URSS y en las consecuencias que tendr¨¢n los cambios internos para la pol¨ªtica internacional. Como suele suceder en estos casos, los dos aspectos se entremezclan y contradicen mutuamente.
El asunto primordial y decisivo es el cambio, radical y revolucionario en su contenido, del modelo socialista vigente en la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Esto acarrear¨¢ cambios similares en otros pa¨ªses socialistas (es una utop¨ªa pensar que esos cambios podr¨¢n producirse de manera independiente de la central). Si mi comprensi¨®n de las declaraciones y acciones de Gorbachov es correcta, ese cambio es lo que busca Gorbachov. Se trata de dar el siguiente paso, l¨®gico despu¨¦s de lo que hizo Nikita Jrusechov. Aqu¨¦l liquid¨® el culto a Stalin, pero no elimin¨® sus causas. Es probable que fuese imposible hacerlo en aquellos tiempos, y pag¨® muy cara su osad¨ªa. Pero tambi¨¦n es posible que no entendiese la profundidad del problema, ya que se limit¨® a culpar a Stalin de todos los males asegurando que el sistema en s¨ª era sano.
Gorbachov est¨¢ dando ahora el segundo paso, mucho m¨¢s audaz y m¨¢s peligroso para ¨¦l: Nos est¨¢ mostrando que lo de Josif Stalin no fue m¨¢s que un epifen¨®meno, mientras que el mal principal r adica en la incapacidad del sistema (no del socialismo como tal, sino del modelo sovi¨¦tico). Gorbachov, si quiere sacar a su pa¨ªs de la grav¨ªsirna crisis en que se encuentra y no perder la emulaci¨®n con vistas al siglo XXI, tiene que dar ese segundo paso.
Atraso tecnol¨®gico
En este plano, el problema central es el atraso tecnol¨®gico de la URSS en comparaci¨®n con los pa¨ªses m¨¢s desarrollados. En ese atraso, como en un espejo, se reflejan el anquilosamiento y la indolencia del sistema. Gorbachov lo comprende, pero no es el ¨²nico, como lo demuestra el manifiesto del Grupo de Leningrado, publicado por The Guardian (22-7-1986), documento conmocionante para los partidarios del socialismo pero a la vez muy edificante, ya que pone de relieve la audacia y la agudeza de las ideas de sus autores, que, sin duda alguna, son militantes del Partido Comunista de la URSS.Gorbachov es, pues, el portavoz de las fuerzas sovi¨¦ticas que, pase lo que pase, quieren sacar a su pa¨ªs del atraso y salvar de esa manera la causa del socialismo. Para conseguirlo tiene que llevar a cabo, pese a la resistencia de las fuerzas conservadoras, una aut¨¦ntica revoluci¨®n en el seno de un sistema anacr¨®nico. Lamentablemente, los marcos de este art¨ªculo impiden la explicaci¨®n de la g¨¦nesis de la degeneraci¨®n del sistema, provocada por el futuro de la revoluci¨®n socialista en un solo pa¨ªs. No era eso lo que anhelaron los autores de aquella revoluci¨®n. Pero as¨ª ocurri¨®, y el sistema naci¨® con defectos cong¨¦nitos.
Las monstruosidades de Stalin fueron su s¨ªntoma, por cierto evitable, de aquellos defectos, producto de una mente paranoica. Pero no son esos s¨ªntomas lo principal. El problema fundamental son las debilidades del sistema, que, en s¨ªntesis, se pueden resumir en una falta de democracia. Se trata de una enfermedad mortal para la causa del socialismo. Gorbachov y sus partidarios lo comprenden y han declarado una guerra sin cuartel a ese mal, sin perder de vista el riesgo que corren. En el interior, el peligro son las fuerzas conservadoras, los modernos guardianes del grial, para los cuales no hay nada m¨¢s sagrado que sus propios intereses camuflados con el disfraz de la ortodoxia marxista. En ¨¦l plano exterior, el peligro son aquellos que temen el fortalecimiento de la URSS como consecuencia de la revoluci¨®n de Gorbachov.
Esta es la otra cara de la moneda. Cometen un error quienes dan fe a la propaganda de los adversarios conservadores del socialismo, en Estados Unidos y en otros pa¨ªses, sobre el temor que les infunde la potencia militar de la URSS. Saben muy bien que la guerra nuclear es el suicidio (repito, un suicidio) y, por consiguiente, es imposible entre las grandes potencias. El. verdadero peligro que asusta a esas fuerzas es un posible fortalecimiento del potencial econ¨®mico y social de la URSS y del poder de atracci¨®n del socialismo, aunque distinto al que rige en los pa¨ªses socialistas.
Por esta raz¨®n, haciendo uso de esa cortina de humo que es el peligro del expansionismo sovi¨¦tico, las fuerzas conservadoras del mundo occidental tratar¨¢n de frustrar las reformas internas en la URSS, imponiendo una carrera armamentista que ahogue econ¨®micamente a los pa¨ªses socialistas. Yo creo que este plan fracasar¨¢ y hay serios argumentos que as¨ª lo indican.
?Pueden triunfar las ideas de Gorbachov y de sus partidarios? Creo que s¨ª, aunque habr¨¢ que vencer enormes obst¨¢culos internos y externos. EI triunfo no est¨¢ garantizado, pero podemos y debemos ser optimistas.
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